16. Su foto del verano

263 40 2
                                    


—Deja de mirar esa foto y ven a jugar.

—Me siento cansado.

—Quedarte siendo miserable en esa silla no traerá de vuelta a Elisa, al menos ocupa tu tiempo en algo divertido.

Sirius tenía el don natural para decir las cosas con una frialdad que te calaba hasta el alma, yo solía quejarme de eso, pero este verano no tenía ánimo para mis quejas, mi mente sólo pensaba en la última conversación que tuve sobre Elisa con Remus. Como extrañaba a mi Elisa y que poco la merecía.

Había pasado la mitad del verano pegado al teléfono muggle que teníamos en la sala, esperando una llamada de Elisa, sólo recibí 1 de Remus (que en realidad era para Sirius) y 3 de Lily.

Papá había hablado tantas veces conmigo en las noches que ya había perdido la cuenta, me había pedido que me esforzara con Lily pues no era justo que sólo recibiera cosas a medias. No sabía si aquel consejo había implicado renunciar a Elisa, pero papá tenía razón, no estaba siendo justo con Lily.

Me había decidido a ser un buen novio, había hablado por teléfono con Lily todas las veces que me había llamado e incluso salimos un par de días, los mismos en los que Sirius aprovechó mi ausencia para visitar a Elisa. Jamás me daba detalles sobre sus encuentros y aunque me moría de ganas por saber sobre ella yo no había insistido, mamá me había dicho que era hora de madurar y ver las cosas por lo que eran, esa fue la parte más difícil del verano.

Tomar las cosas por lo que eran resultaba más fácil decirlo que aceptarlo; aceptar que era un idiota no me había costado tanto trabajo, había hecho sufrir a la persona que más me importaba en el mundo por no tener mis pensamientos claros. Lo difícil llegó cuando tuve que aceptar que Elisa necesitaba tiempo lejos de mí, que no podría visitarla o siquiera llamarla por teléfono, Sirius la visitaba tan seguido y me contaba tan poco de ella que me moría por dentro, pero sabía que en el fondo Sirius seguía enojado conmigo y no me diría nada de Elisa, así que no insistí.

Mi verano estaba siendo el más miserable de mi vida, cuando no tenía mi mente ocupada en algún juego de quidditch con Sirius o ayudando a mamá a cocinar me encontraba en mi habitación sentado en el marco de la ventana, me quedaba mirando el jardín, viendo las hojas que se desprendían de los árboles, al gato que se escabullía para conseguir comida, nos veía a Elisa y a mí alimentando a aquel gato, ella siempre quiso adoptarlo pero papá no nos lo permitió, podía escucharla hablar sobre la cafetería que quería a las afueras de la ciudad. Aún podía visualizarla corriendo por todo el jardín, yo corría detrás de ella, la tomaba por la cintura y ella reía tan alegremente, jamás me había detenido a pensar en lo feliz que me hacía escuchar su risa.

Recordaba todos los días que nos habíamos sentado bajo el árbol a conversar de las bromas que llegábamos a hacer juntos, ella decía que eran grandes aventuras pues con su padre en la escuela las oportunidades de rebeldía se le reducían considerablemente.

Aún podía verla acostada en mi regazo detallándome la primera vez que nos conocimos, diciendo que jamás soñó con todo lo que habíamos pasado juntos, que la había tomado por sorpresa pero que estaba agradecida, yo también estaba agradecido de tenerla en mi vida, nadie me dijo que iba a encontrar a alguien como Elisa, tan alegre, hermosa, amable, que me apoyaba en todo, me hacía luchar por mis sueños y me daba la esperanza que me hacía falta tantas veces. Elisa había llegado a mi vida de manera inesperada y la había cambiado para siempre, no podía imaginar un mundo sin ella. Había días en los que quería tomar su rostro entre mis manos y preguntarle ¿Qué le hiciste a mi corazón? Siempre le había perteneciendo a ella, había sido muy cobarde al no querer notarlo, yo era completamente suyo y había perdido la oportunidad de mi vida por idiota.

Las lágrimas llegaron sin avisar, me permití llorar, Sirius había salido con Remus y mis padres estaban bastante ocupados con sus asuntos, nadie me vería en ese momento y ya estaba harto de llorar en silencio por las noches. Abracé mis piernas con fuerza y dejé escapar un sollozo, recordé la manera en la que Elisa me miraba y dejé escapar otro, me metí la mano en la bolsa del pantalón y saqué el collar que le había dado, lo apreté con fuerza y con coraje ¿Cómo era posible que lo hubiera tirado con tanto desprecio? ¿No se daba cuenta que era mi manera de decirle que la amaba? Me sentía tan patético, ni siquiera estaba enojado con ella, Elisa tenía todo el derecho de romper el collar, tenía derecho de abofetearme si así lo quería, tenía derecho a hacerme sufrir por todo lo que yo le había hecho.

La extrañaba tanto, en mi mente seguía presente el recuerdo de la decepción en sus ojos, el coraje en su voz, la culpa que me consumía, la había perdido, había perdido a mi Elisa para siempre y no sabía cómo iba a superar eso.

Las lágrimas comenzaron a tomar más fuerza, cada vez eran más grandes y caían con más rapidez, sentía que me iba a morir de tristeza, sentía un vacío en el pecho tan grande que dolía, sólo quería tener el valor de llamarla, de suplicarle por mi perdón, de pedirle otra oportunidad, quería regresar el tiempo y hacer las cosas bien, quería tantas cosas y no conseguiría ninguna.

Nunca supe cuánto tiempo pasé llorando, pero cuando volví a mis sentidos me dolía la cara, tenía los ojos hinchados y todo el cuerpo entumido... ah, y Sirius estaba parado a dos metros de mí con los brazos cruzados.

—Te ves terrible.

—No quiero hablar de eso.

—No quiero escucharte, se nota que estás sufriendo.

Las lágrimas volvieron a caer, era la primera vez que hablaba de esto con mi hermano...

—Estoy tan enamorado, Sirius... y de la peor manera en que uno puede estar enamorado.

—¿Finalmente lo admites?

—Sí, estoy enamorado de Elisa... siempre ha sido ella, pero ya es muy tarde. Lo arruiné todo.

Sirius se encogió de hombros y sacó una polaroid de su chamarra.

—No creo que sea muy tarde.

—¿A qué te refieres?

—Aún tienes un año antes de perderle la pista, si en serio la amas vas a madurar por ella, así como yo lo hice por Moony, pero esta vez haz las cosas bien.

Me extendió la foto y salió de mi habitación, yo la miré, era Elisa, estaba en el parque cerca de su casa, usaba un vestido rosa con puntos blancos, su cabello flotaba a su alrededor, señal de que había girado rápido para la foto, tenía puesta mi chamarra de mezclilla y estaba sonriendo, se veía tan alegre, se veía justo como quería hacerla sentir yo, feliz.

Mi corazón tomó una decisión en ese instante, tenía que crecer, madurar y cambiar para ser el hombre que Elisa merecía, quería ser yo quien le causara esa alegría y tenía que trabajar en eso. Así que me dediqué el resto de agosto en mi planeación para ser merecedor de Elisa. Guardé la foto en mi pantalón y a partir de ese día miraba diario su foto del verano.

Just a friend |James Potter|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora