CUATRO

267 40 6
                                    

CUATRO

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

CUATRO

El hombre que caminaba por el evacuado y destrozado centro comercial se asemejaba a los muertos vivientes que habitaban en su propia imaginación cuando leía sus novelas distópicas a altas horas de la noche, en las pocas que gozaba libertad, exento de su labor de héroe, y con la delicada compañía de Beth Elenio. Bueno, hacía poco tenía al amor de su vida a su lado y aún no había podido pasar una noche de lectura físicamente a su lado, pero vivió incontables de ellas teniendo su agridulce melodía sonando en su mente. Esas noches, en las que se veía obligado a enfrentarse a sus pensamientos al no tener su patrulla para distraerse, prometían ser de las peores, hasta que un magnífico amigo llamado Hizashi Yamada le presentó su fanatismo por los libros distópicos.

—No lo entiendes, Shota, ¡son fantásticos! Es increíble leer una vida espeluznante y depresiva, sin ninguna esperanza, sabiendo que el mundo real es totalmente distinto. ¡Experimentas dos mundos! —Decía con demasiado entusiasmo el héroe amplificador mientras ambos caminaban por las transitadas calles de la ciudad bajo la cálida luz del mediodía, obedeciendo el pedido del nuevo jefe de ambos: El formal y profesional Sr. Nezu—. Deberías darle una oportunidad, prometo que no te arrepentirás.

—El director me prohibió patrullar ésta noche, quiere que descanse con propiedad para mi prensa de presentación de mañana —dijo, soltando aire por la nariz al ver la absoluta anticipación en los verdosos orbes. Hizashi sabía hacia dónde se dirigía la conversación—. Y no quiero pasar la noche sin nada qué hacer, así que... Tú eliges cuál, Yamada, solo no me decepciones.

Ésa noche, el héroe borrador se enamoró de la lectura distópica, pero no porque el libro que Yamada eligió haya sido uno bueno —de hecho, Aizawa creía que fue el peor que leyó a lo largo de su vida—, sino porque... ¿Por qué? ¿Porque imaginarse una vida peor que la suya le brindó confort a su corazón?, ¿porque si el personaje principal podía sobrevivir los terrores que lo aquejaban, él también podría? ¿O porque repentinamente la voz de su alma gemela comenzó a sonar dentro suyo, por lo que asoció su fugaz momento de lectura con ella? Aizawa no sabía cuál de todas las opciones fue la razón. No obstante, a partir de ese día, cada noche sin patrulla se convirtió en una especie de ritual en donde leía hasta la salida del sol o hasta que la paradisíaca voz dejara de sonar y las oraciones en la página perdieran el sentido y la pasión.

Pero lo que ahora vivía no existía dentro de su creativa y perfeccionista imaginación alimentada por tétricas descripciones conectadas por un autor que jamás conocerá, sino que era la cruda y peligrosa realidad. Pequeñas cataratas de humo y polvo caían del techo, su boca sabía a tierra y su único ojo útil lloraba a cántaros por la sequedad del espacio y la irritación que las partículas de concreto le causaban. Sentía un nudo en el medio de su garganta y, por más que se enfocara en él, no sabía si era por la angustia que aprisionaba su pecho o por la cantidad de polvo que estaba respirando.

Guiándose por los pocos carteles que sobrevivieron la explosión y las picardías de los villanos, inició su camino hacia las escaleras de emergencia. Tenía más que claro que ir al segundo piso era una idea suicida —de las peores que tuvo—, pero Beth se hallaba ahí, esperándolo, confiando en que su héroe anti-poder acudirá a su llamado de auxilio.

𝐉𝐔𝐃𝐀𝐒 [𝐀𝐢𝐳𝐚𝐰𝐚 𝐒𝐡𝐨𝐭𝐚]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora