TRECE

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TRECE

—¡Sho!

Beth Elenio, con una deslumbrante sonrisa que achinaba sus tormentosos ojos, se apartó del rojizo héroe para correr al suyo, enseñándole su ilesa mano con ilusión. Aizawa se mantuvo inmóvil bajo el marco de la puerta, apenas registrando los entusiastas movimientos de su alma gemela quien, confusa, intentaba acaparar su atención.

—¡Mira, Sho! ¡Ya pude curar mi mano en tan solo una hora, Billy me enseñó!

Shinso Hitoshi, si bien no comprendía qué era lo que estaba por suceder, optó por seguir religiosamente los mandatos de su instinto. Despegando su espalda de la pared, caminó hasta detenerse junto al ángel de la muerte y la tomó por los brazos, alejándola del héroe anti-poder. Para sorpresa de todos los presentes, el ángel obedeció los tirones del lavador de cerebros sin chistar.

Incluso ella, en su ciega felicidad, logró captar la tensión del ambiente.

Los oscuros ojos de Aizawa no se apartaban de lo verdosos de Billy, exponiendo pequeñas esferas rojizas cada par de segundos. El pelirrojo héroe lo observaba con evidente incomodidad, rascándose la nuca.

Por fin, Shota rompió el avasallador silencio.

—¿Qué haces aquí?

Shinso dio un inevitable paso hacia atrás que Beth, observándolo por el rabillo del ojo, notó. De inmediato supo que fue una respuesta de pura confusión, que el protegido de su héroe tampoco tenía la menor idea del vínculo existente entre Aizawa y Billy Walker. De alguna u otra manera, la tranquilizó.

—El Sr. K me contactó para ayudarlo con la situación de Lázaro —contestó con calma, reaccionando instintivamente ante la amenaza que el héroe anti-poder desprendía por cada poro—. Tuvo que partir por una llamada urgente, cuando regrese confirmará lo que estoy diciéndote.

—Para cuando regrese, tú ya no estarás en la agencia —siseó, a lo que Hizashi Yamada dio un paso al frente, apoyando la palma de su mano extendida sobre su duro pecho de la misma manera que el dueño de un animal agresivo de considerable tamaño se interpondría entre él y un indefenso chihuahua.

—¿Ustedes dos se conocen? ¿Desde cuándo?

—Esto es incómodo... —Billy rio. Beth, por primera vez, no pensó que su risa era natural y jovial. Aizawa negó, apartando la mano de Hizashi de un empujón.

—No nos conocemos. Ayer entablamos una conversación, eso es todo.

—Bueno, si llamas conversación a lo que sucedió en la terraza...

Los ojos de Shota recibieron al rojo, mientras que una navaja se materializó como por arte de magia en la mano de Hizashi. Al costado, Shinso y Beth observaban la escena como un público presenciaría un partido de tenis.

—Shota, comienza a explicarte a no ser que quieras conocer otro corte en el mapa que tú llamas piel —amenazó sin duda en la voz. Sus ojos, claros como el cielo despejado, no dejaban lugar a negativa, pero Aizawa sabía que era una amenaza vacía. Hizashi Yamada jamás lo dañaría, solo lo amenazaba desde la partida del temor por su bienestar, porque lo quería demasiado como para quedarse de brazos cruzados.

Sin embargo, también sabía que la paciencia de nadie era eterna. Especialmente si el arrogante William Walker se convierte en el profesor de su pequeña luz. ¿Por qué? ¿Por qué tenía que ser él, de todos los héroes activos en el mundo entero?

Tras extensos segundos de silencio, tragó con dificultad y llenó sus pulmones, tronando los huesos de sus manos antes de hablar.

—Bakugo Katsuki me rescató del edificio al borde del colapso, pero mis heridas eran demasiado extensas y letales. Ya era tarde para mí. Incluso el don de Recovery Girl hubiera sido inútil —sus sangrientos ojos bailaron hasta los grisáceos y se apagaron, devolviendo el marrón. Detestaba revelar la cruda verdad frente a ella porque sabía que lo convertía en un hipócrita. Esperaba, aguardaba, que su pequeña luz lograra mantener la compostura, sabiendo al mismo tiempo que él jamás hubiera podido hacerlo—. Walker me encontró en el perímetro del derrumbe y me llevó a una terraza para sanar mis heridas lejos del peligro y las interrupciones.

𝐉𝐔𝐃𝐀𝐒 [𝐀𝐢𝐳𝐚𝐰𝐚 𝐒𝐡𝐨𝐭𝐚]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora