DIECISÉIS

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DIECISÉIS

Detuvo el lujoso auto y alzó el freno de mano después de haberlo puesto en punto muerto frente al soberbio edificio sobre la avenida más transitada de la ciudad. Más allá de las ventanas polarizadas del costoso vehículo de la agencia los destellos de las cámaras centellaban intermitentemente, cegando a los momentáneos protagonistas. Fuera había periodistas, camarógrafos, iluminadores, productores, héroes —tanto novatos como profesionales—, famosos actores y fanáticos. Detrás suyo, las limusinas manejadas por expertos choferes se detenían para que los invitados fueran recibidos por los mejores reporteros y entrevistadores. Todos enfundaban sus mejores ropajes, peinados y maquillaje.

La velada lo ameritaba.

No cualquier día se llevaba a cabo la Gala de Postulación, mucho menos cuando ni siquiera se cumplió el año de elección. Cada año la misma ocurría en el hotel que mejor puntaje haya tenido después de semanas e incluso meses de preparación por parte de los héroes y agentes. En ella, los entusiastas héroes tenían la oportunidad —y deber— de cerrar alianzas con los peces gordos para poder tener apoyo en la elección. Quien obtenga el mayor aprecio de los poderosos tendrá asegurado el puesto número uno.

Semanas pasaron desde la misión que se llevó gran parte de su sanidad. Cada día transcurrido fue día dedicado en su ascenso como héroe, en su escalada para llegar a la cima, al puesto número uno. Mientras que él ascendía como si tuviera alas en su espalda, Beth no se quedaba atrás con sus demandantes entrenamientos con William Walker.

Le hubiera gustado tenerla a su lado, poder conversar con propiedad después de tantas semanas sin poder gozar de su presencia; pero el saber que, en caso de triunfar, ella jamás volverá a estar en peligro era suficiente para motivarlo.

También hubiera adorado poder tenerla a su lado, acompañándolo en la Gala por la que tanto se esforzó y se desgastó, pero eso nunca podría ocurrir. Beth Elenio jamás podrá conocer las cámaras y clamar su puesto como su alma gemela frente al mundo entero... Al menos no hasta que él queme hasta los cimentos el gobierno y su búsqueda por dones para el grupo Z, y eso solo sería posible al convertirse el nuevo número uno.

Bajó el cubre sol y observó su reflejo, retrasando al máximo posible su encuentro con las cámaras. Aún tenía tiempo dado al alto nivel de polarización en los vidrios. Su embellecido y perfeccionado rostro desencajaba con lo erróneo que se sentía al festejar el reemplazo de Hawks.

Su cabello, cada vez más corto y prolijo, caía metódica y planificadamente sobre su frente. Recordó el mal momento que le hizo pasar al incrédulo Ashton McLaney en la mañana cuando le dijo que no quería que lo peinaran y maquillaran, sino que quería ir natural. Por supuesto que Ashton no pudo aceptarlo y, luego de mucha insistencia, logró pasar las delicadas brochas por su piel, arreglándola. El delgado Fred, peluquero, por otra parte, obedeció las órdenes de su hermano con temor.

Tomó aire y quitó del bolsillo de su saco un papel tan arrugado y doblado que tenía aspecto de basura. Lo desdobló con cuidado pero con costumbre, y volvió a mirar la fotografía del halcón en las montañas con sus guardaespaldas perdido en el pasado.

Los días pasaban con normalidad, e incluso velocidad, pero él no podía apartar sus ojos del papel.

De Hawks.

—Lo lamento —masculló, pasando la yema de sus dedos por el majestuoso par de alas—. Siento que todos crean que eres un traidor. Un hombre sin corazón por haberte escapado con Dabi . Yo sé la verdad. Tienes un corazón demasiado grande para el mundo. Sé que los monstruos son el gobierno y, para detenerlos, tengo que reemplazarte.

Volvió a guardar la fotografía y aclaró su garganta para luego practicar su sonrisa en el reflejo del espejo. Una vez convencido con su felicidad, salió de la protección del auto para recibir cálidamente los relámpagos, gritos y micrófonos invadiendo su espacio.

𝐉𝐔𝐃𝐀𝐒 [𝐀𝐢𝐳𝐚𝐰𝐚 𝐒𝐡𝐨𝐭𝐚]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora