VEINTISEIS

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VEINTISEIS

—Hawks —suspiró sin voz, viéndose incapaz de apartar sus amarronados ojos del fornido pero descuidado hombre—. Eres tú. Tienes suerte que no te haya disparado —añadió al oírse tan vulnerable. No le agradaba la sensación que su cuerpo estaba experimentando, tampoco la manera en la que sus músculos se convirtieron en líquido al ver que era él.

El hombre alado, al reconocer que el antiguo héroe borrador no lo atacaría, se aproximó a toda velocidad hacia él, hasta detenerse a su derecha, acuclillado.

Tan cerca, pero al mismo tiempo tan cauto de no entablar contacto físico. Aizawa frunció sus cejas a la par que una débil sonrisa se plasmaba efímeramente sobre sus paspados labios.

—No estaba equivocado, tampoco fuiste una alucinación, ¿no es así? —Susurró, observando los dorados iris—. Proyección fantasmal de Mila Yager... Lo único que no comprendo es qué haces con ella, ¿dónde la encontraste? ¿Por qué no la devolviste a su familia? Lleva semanas desaparecida.

—Te ves como la mierda —soltó el dorado, robando un exabrupto de risa que le resultó ajeno a Shota.

—Me ves después de meses de tu desaparición, te confieso que pude descifrar que no eras una alucinación de mi perturbada mente, ¿y me contestas que luzco como la mierda? Es un gusto verte a ti también.

Hawks negó. Sus acaramelados ojos bailaban por el extenso y desparramado cuerpo de Eraserhead, absorbiendo con absoluta concentración todas y cada una de sus heridas. A pesar de los golpes y el crítico estado de sus manos, lucía diferente. Arreglado.

—Te cortaste el pelo, y te lo peinaste —inspeccionó, atento como acostumbraba, con una mirada curiosa. Sin embargo, su afilada mente no demoró en comprender el motivo. Su semblante se ensombreció—. Repitieron la Gala de Postulación por mi supuesta traición, ¿huh? Y claro que te postulaste para poder mantener el secreto de que Beth pertenece al grupo Z.

—Dos jodidas gotas de agua —fue todo lo que contestó, dando por cerrado el tema, a lo que el alado asintió con dureza, removiéndose sobre su sitio.

—Por más que quiera quedarme a tomar el té, la realidad es que en estos mismos momentos estoy muerto con tal de hablar contigo —explicó con apuro, su piel erizándose al imaginarse echado sobre el pasto, sin pulso, alas extendidas, con una niña de dieciséis años practicándole a duras penas RCP.

—Aún no puedo creer que esta es la segunda vez que haces una mierda como esas con tal de hablarme.

—Con tal de salvar a nuestras almas gemelas —lo corrigió, a lo que el héroe borrador se enderezó. Su cuerpo recto como una flecha, la vivacidad regresando a sus iris a una velocidad vertiginosa.

—¿Qué sabes de Beth?

Hawks se lamió los labios. Los mismos manchados con nubarrones carmesí en las comisuras. Sus afilados colmillos, previamente blancos como la pintura, lucían opacos, amarronados. Shota se cuestionó qué sustancia era la responsable de la suciedad en el halcón. No quiso saberlo.

—Sé que, sea lo que está sucediendo hace meses en esta jodida ciudad, tiene fin en donde todo comenzó. Y que, casualmente, nuestras almas gemelas están en el medio de esto —dijo, y sus ojos brillaron con la luz del pasado. Aizawa suprimió un erizo.

Donde todo comenzó. No hacía falta nombrar el espantoso lugar para saber de dónde Hawks estaba hablando. El Tártaro. El Infierno sobre la Tierra. El sitio en el que Hawks nació, y en donde él deseó estar muerto. Donde él entregó su alma al Diablo.

—Hay una nueva amenaza, Eraserhead. Alguien realmente jodido. Nos venció a Dabi y a mí. A MÍ. ¿Lo puedes creer? —Continuó el halcón, más sus palabras frenaron en seco al palpar el reconocimiento en las facciones del nuevo héroe traidor. Sus majestuosas alas rojas se echaron hacia atrás—. No me digas que sabes de quien estoy hablando...

𝐉𝐔𝐃𝐀𝐒 [𝐀𝐢𝐳𝐚𝐰𝐚 𝐒𝐡𝐨𝐭𝐚]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora