December Love Story 🎄[YoonSeok]

3. Disculpas ❄

La tienda de juguetes del centro comercial estaba abarrotada de críos. La cola para entrar era tan larga que Yoongi tuvo que esperar casi media hora. Si no se daba prisa llegaría tarde a otra reunión.

Cuando finalmente llegó su turno, la dependienta le dedicó la mejor de sus sonrisas, aunque cinco segundos antes tenía la misma cara de fastidio que Yoongi en ese instante.

— ¿En qué puedo ayudarle?

— Quiero encargar un juguete que no está en la tienda. Una bola de nieve de Nightmare before Christmas, y es urgente.

— Muy bien, espere un momento — le dijo mientras tecleaba algo en el ordenador. — La tendrá aquí el día veintinueve.

— Le acabo de decir que es urgente — recalcó Yoongi, estaba punto de perder la poca paciencia que le quedaba. — La quiero para mañana.

— Señor, eso es imposi... oh — el dinero que Yoongi deslizó sobre el mostrador la hizo callar. — Bueno, quizás podamos darnos un poco más de prisa.

Excelente.

-------------------☃☃☃

Como los días anteriores, el turno de Hoseok terminó más tarde de lo habitual porque uno de sus compañeros todavía estaba indispuesto y entre todos tenían que compensar su ausencia en la cafetería. Afuera ya estaba oscuro cuando salió para recoger a Tae e irse a casa. Hacía mucho frío, pero por suerte había parado de nevar.

Habían pasado un par de días desde que Yoongi estuvo en la cafetería y Hoseok ni siquiera se acordaba ya de él. Precisamente por eso se sorprendió cuando un coche negro ralentizó la velocidad y la ventanilla empezó a bajar: ahí estaba ese problemático empresario otra vez.

— Hey, sube.

Hoseok le miró como si estuviera loco y siguió caminando deprisa tratando de ignorarle. Sin embargo, Yoongi aparcó en doble fila y fue tras él.

— Oye, detente — le llamó. — He estado veinte minutos en un atasco para venir aquí.

— ¿Y para qué demonios has venido? — inquirió Hoseok, que por fin se detuvo y se cruzó de brazos.

— Me sentía responsable por lo que pasó así que... le he comprado ese globo de nieve a tu hermano.

— ¡¿Qué?! Me tomas el pelo.

— No, lo digo en serio, está en el coche. No sé dónde vives, así que vine a buscarte.

— No era necesario, no quiero nada de ti — Hoseok hablaba entre dientes; en parte porque seguía molesto con él, pero también porque tenía mucho frío.

— No pienso cargar con la culpa en mi conciencia — insistió el pelinegro. — Si no lo aceptas, me veré obligado a seguirte y dejarlo en tu puerta.