2. Reencuentro ❄

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El día ya empezó mal para Hoseok porque había bajado el volumen de su teléfono y no escuchó la alarma.

Menos mal que su hermano pequeño era madrugador y le despertó saltando sobre la cama, protestando porque eran más de las ocho, tenía hambre y no era lo bastante alto para sacar las galletas de la despensa.
Hoseok preparó unas tostadas corriendo, pudo vestirse a tiempo y salió pitando hacia la casa de un amigo para dejar a Tae antes de irse a trabajar.

En la cafetería, su jefa le esperaba impaciente porque un compañero se había puesto enfermo y los que quedaban no daban abasto. Siempre había muchos clientes por esas fechas.

— Jung, los de la mesa siete fueron los últimos en llegar, atiéndelos — le señaló su jefa antes de ponerse detrás de la barra para preparar otros pedidos. Hoseok asintió y fue para allí.

Siempre tenía una sonrisa preparada para atender a los clientes. Sin embargo, esta se esfumó ya que se llevó una desagradable sorpresa al ver quién se encontraba en esa mesa: dos hombres con traje; uno de pelo canoso, y el otro más joven, de cabello azabache peinado hacia atrás.
Le reconoció enseguida, era el tipo del centro comercial. Aquel que le había gritado por mancharle la camisa y por culpa del cual Tae se había quedado sin su regalo.

— Buenos días, ¿qué van a pedir? — preguntó Hoseok con una sonrisa amable. Se esforzó por no mirar al de cabello negro, solo al mayor, que todavía leía la carta.

— Quiero un café solo, un zumo de naranja y tortitas con sirope. ¿Usted qué quiere, señor Min?

— Un cruasán de mantequilla y un capuchino, por favor.

Hoseok por fin se dignó a mirar al tipo del Mall y fue más que obvio que este le había reconocido también. El susodicho bajó la mirada rápidamente, parecía un poco nervioso. Ese día también llevaba una camisa blanca y Hoseok pensó que sería una pena que volviera a mancharse de café.

Los dos hombres estuvieron hablando mientras preparaban su pedido, sus voces se mezclaban con las del resto de personas que llenaban el local. No había ni una mesa libre y Hoseok estuvo atendiendo otras antes de regresar con el pedido de Yoongi y el otro hombre.

Colocó primero el jugo, el café y las tortitas; luego el cruasán, y por último... por un instante pareció que se le iba a caer el capuchino encima de Yoongi. Si ya de por sí era pálido, palideció todavía más por el susto y eso le hizo mucha gracia a Hoseok. Le dirigió una sonrisa falsa, a lo que Yoongi solo frunció el ceño.

— ¿Desean algo más?

— Estamos bien, gracias — respondió el hombre mayor. — Ah, ¡qué buena pinta!

Por orden de su jefa, Hoseok se cambió con ella en la barra por un rato. Unos clientes salían y otros entraban, pero el tal Min y su acompañante seguían ahí. La verdad era que Hoseok esperaba que otro compañero los atendiera cuando terminaran porque no quería lidiar de nuevo con el tipo de cabello azabache.
Parecía que sería así, pero Min tenía otros planes. Hoseok aprovechó un momento en que la cafetería estaba más tranquila para ir al baño. Solo había un par de clientes en el lavabo, que salieron mientras él se lavaba las manos. En ese instante la puerta se abrió y se cerró rápidamente. Pudo ver claramente quién había entrado, pero intentó ignorarlo.

— ¿Se puede saber a qué ha venido lo de antes? — le reclamó el empresario, aunque no parecía realmente enfadado.

— ¿Qué cosa?

— Casi me tiras la bebida encima.

— Disculpe mi torpeza, señor — respondió Hoseok con evidente sarcasmo.

— Ahora me dirás que fue sin querer. ¿No?

— Pues no. Fue a propósito y valió la pena solo por ver tu cara.

— Esto es indignante — murmuró Yoongi entre dientes. — Si hablo con tu superior estarás en graves problemas — amenazó.

— ¿Y qué le dirás? ¿Que te estoy molestando, como los niños? No seas inmaduro, por favor.

— ¿Inmaduro yo? Yo no soy el que planea derramar café encima de sus clientes.

— Yo tampoco — rechistó el más alto. — Es más, te he atendido con más amabilidad de la que te mereces después de lo que pasó.

— Veo que sigues molesto por eso. ¿No has podido encontrar el mismo juguete que el que se rompió?

Hoseok bufó y miró para otro lado. Era evidente que no.

— Mira, olvidemos todo esto. Estamos en paz. Si me disculpas, tengo que volver al trabajo.

— Oye, pero yo iba a...

El castaño no se detuvo a escucharle más. Yoongi se quedó solo en el baño, molesto porque Hoseok le había dejado con la palabra en la boca. ¿Cómo se atrevía?
Bueno, en realidad, para ser justos, tenía derecho a estar enojado. Pero a Yoongi le gustaba tener la última palabra, ya fuera para bien o para mal, y definitivamente Hoseok tendría que volver a escucharle.

Y verle.

Aquello ya se había convertido en algo personal.

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December Love Story 🎄[YoonSeok]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora