Capítulo 11

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Carina intentó acelerar lo máximo que pudo si poner en peligro su vida ni la de la agente del FBI, que se encontraba cada vez más débil acostada sobre el asiento del copiloto. Era medio día y las calles estaban abarrotadas de gente, la morena buscaba entre calle y calle una farmacia. Estaba muy lejos de la zona donde ella solía moverse en Seattle por lo que no sabía donde encontraría una y la opción de pararse a preguntar por una estaba descartada pues verían a la rubia rodeada de sangre a su lado.

- Veo una farmacia.- Espetó Carina.

- Toma.- Dijo dándole la cartera de uno de los secuestradores.- Paga con eso.- Explicó entonces.- Aparca en ese callejón.- Pidió cuando vio que la morena iba a aparcar en una zona donde podrían verlas demasiado.

- No puedo creer que esto me esté pasado...- Dijo la doctora nerviosa y asustada pero siguiendo las indicaciones de Maya.

- Lo sé, pero ahora no puedes pensar en eso sino no saldremos de aquí.- Pidió intentando mantener la compostura a pesar de tener un fuerte dolor.- Míreme.- Le pidió Maya pues necesitaba que prestase atención a todo lo que le decía.- Las farmacias tienen cámaras, procura ir con la cabeza baja. Finge que vas mirando algo en tus manos, no llames la atención e intenta no ponerte nerviosa. Hay bastante dinero en efectivo así que no solo compres lo que necesitas, sino que añade más cosas, así podrás disimular y no llamaras la atención. ¿Entendido?- Preguntó entonces viendo como la morena asentía.

Carina salió del coche arreglándose la ropa, por suerte al secuestrarla aun llegaba su ropa y no el pijama del hospital como en otras ocasiones. Maya la vio cruzar la carretera temiendo perder el conocimiento en cualquier momento pues no había dejado de sangrar desde que habían salido, aunque con el tapón improvisado con su chaqueta había disminuido un poco.

Carina entró a la farmacia siguiendo todos los consejos de la rubia, fingía ir leyendo un papel que había sacado de la cartera del secuestrador mientras iba seleccionando algunas de las cosas que necesitaba y otras que simplemente buscaban encubrir lo que realmente necesitaba. Cinco minutos después estaba preparada para pagar, intentó mantener la cabeza baja sin llamar la atención.

- ¿Quiere una bolsa?.- Le preguntó la señora mayor que pasaba los productos para comprarlos.

- Sí, gracias.- Contestó ella intentando darle una sonrisa.

- ¡Cuantas cosas!.- Espetó la mujer que parecía querer comenzar una conversación, obviamente ajena a que Carina era lo último que le apetecía en ese momento.

- Sí, me ha tocado rellenar el botiquín de la empresa.- Soltó para así evitar más preguntas sobre sus compras.

- Vaya...- Contestó la mujer sonriendo.

Carina no dijo nada más, pagó todas las compras y salió de allí de vuelta al coche. Cuando llegó se encontró a Maya en la misma postura en la que la había dejado, pero parecía aun más débil.

- ¿Cómo está?- preguntó Carina que en lugar de arrancar echó su asiento hacía atrás para poder atender a la rubia allí mismo.

- Cómo si me hubiesen disparado.- Contestó esta intentando bromear pero soltando un fuerte quejido de dolor.

- Es usted muy graciosa.- Dijo Carina que se puso los guantes que había comprado.- Déjeme ver.- Le pidió retirando lentamente la chaqueta empapada en sangre.

Carina obligó a Maya a girarse un poco y así poder ver a su espalda, necesitaba saber sí la bala había salido o si se encontraba dentro aún. Por suerte la zona donde había impactado no había afectado a ningún órgano lo cual posibilitaba una recuperación mucho más rápida y sin secuelas.

- La bala ha salido, ha tenido suerte la ha impactado en una zona donde no afecta a ningún órgano. Ahora le va a doler, tome.- Dijo dándole uno de los rollos de venda para que los mordiese.

- ¿Qué quiere que haga con esto? -Preguntó sin entender nada.

- Muérdalo, no queremos que sus gritos alerten a todo el mundo.- Contestó Carina.

- No lo necesito.- Espetó esta.

- ¡Hágalo!.- Le ordenó Carina sin dar más opción a una negativa.

La doctora comenzó a vaciar el bote de producto que había comprado para desinfectar la herida y Maya se comenzó a retorcerse de dolor apretando fuertemente la venda entre sus dientes. Carina no quería regodearse en ese momento pues sabía que la situación no era la adecuada, pero en otro momento lo habría hecho pues la rubia ahora sabía que ella tenía razón en todo lo que le había dicho.

Tras terminar con eso cogió varias gasas y las coloco sobre la herida del abdomen para luego colocarle varios trozos de esparadrapo que evitaba que las gasas se cayesen, hizo el mismo proceso con la herida que tenía en la espalda.

- Intente sentarse para poder ponerle una venda alrededor.- Pidió y Maya lo hizo soltando algún quejido de dolor.

- ¿Cree que saldré de esta?- Preguntó de nuevo en tono de broma, un tono que provocaba frustración en la otra mujer. No entendía como en una situación como esa podía estar bromeando.

- Espero que sí.- Contestó esta quitándose los guantes para meterlos en la bolsa que había usado para tirar todas las gasas llenas de sangre. - ¿Estamos muy lejos?.- Preguntó mirando de nuevo la dirección.

- A una hora más o menos.- Contestó Maya.- Salga de la ciudad y coja la autopista, así tardaremos menos y habrá menos tráfico.- Le pidió la agente federal que subió un poco el asiento pues al estar tumbada existía la posibilidad de que se durmiese y en ese momento no era lo adecuado.

- ¿Por qué vamos allí?.- Preguntó Carina que ahora arrancaba el coche para marcharse.

- Porque allí es donde Gibson irá a buscarme.- Explicó Maya.- Algo está pasando en el FBI y él intentará ponerse en contacto conmigo para explicármelo pero no lo hará por teléfono, y seguramente no lo hará en persona sino que mandará a alguien o se asegurará de que no lo sigan.- Continuó explicando.

- ¿Y cómo encajó yo en todo eso?.- Preguntó Carina.

- Usted ha sido un daño colateral.- Contestó.- La banda a la que perseguimos se ha quedado sin médicos por lo que fueron al hospital a buscar a alguien y te encontraron a ti. Seguro que no fuiste su primera opción...- Dijo provocando que la morena la mirase en ese momento.

- ¿Cómo?- Preguntó pues no entendía eso.

- Normalmente este tipo de bandas no suele secuestrar a mujeres.- Contestó de nuevo.- Supongo que hubiesen preferido a su hermano...- Dijo más para sí misma.

- ¡Oh mio dio!.- Espetó en ese tono italiano que tanto la caracterizaba.- ¿Cómo está Andrea?.- Preguntó entonces.

- Él está bien.- Le aseguró Maya.- Está preocupado por usted pero mi compañero hablará con él, estoy segura.

- Necesito hablarle...- Pidió sin dejar de mirar la carretera.

- No puede, no hasta que sepamos que está sucediendo.- Dijo Maya que ahora hablaba con más empatía.- A él lo pondrán en protección y estará bien pero si a usted la siguen buscando acabaran encontrándola si se pone en contacto con él.

- No puedo creer que esto me esté pasando.- Dijo Carina de nuevo, estaba sumamente nerviosa y sus manos empezaban a temblar temiendo que algo malo le pasase a su hermano.

Maya que notó su nerviosismo se echó hacía delante y colocó su mano sobre la de Carina que descansaba sobre el volante. De nuevo ese simple roce provocó una gran cantidad de energía estática que causo que ambas tuviesen que soltarse.

- Lo siento.- Dijo Maya que ahora se centraba en mirar la carretera. 

Al límite del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora