4. Derrame de alcohol

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— Yeimy — me dice Contreras nada más abrir la puerta.

— Hola. Pasa — le hago un seña para que pase.

— ¿Cómo está? Juan Camilo me contó todo — asiento con la cabeza. — Pero hay algo que no me encaja, ¿por qué Carlos Cruz se tomó las molestias de secuestrarla, para luego dejarla ir? — abro la boca para hablar, pero no se que decir.

— No se — digo indignada.

— Necesito que mañana venga con nosotros a una de sus casas para que pueda verificarnos si estuvo allá — me dice.

— Claro que sí — digo amablemente.

— ¿No le hizo nada? — pregunta preocupado.

— No — contesto enseguida.
Me mira por unos segundos.

— ¿Está bien? — no me quita la mirada.
Estoy muy nerviosa, estoy mintiendo descaradamente por este idiota.

— Estoy bien — digo amablemente.

— La espero mañana a las doce — asiento con la cabeza.

— Muchas gracias — me levanto para acompañarlo a la puerta, pero no se levanta.

— ¿De verdad está bien? No ha preguntado nada sobre el caso.. y es muy extraño — me pongo una mano en la frente.

— Es que estoy cansada, y por hoy no quiero saber nada más. Eso es todo — digo amablemente.

— La dejo que descanse. Hasta mañana — se levanta, y yo lo acompaño hasta la puerta.

— Hasta mañana. Gracias — me esboza una sonrisa, y desaparece.

Cierro la puerta de mala gana, y apoyo mi espalda en ella. Mis manos apoyadas en la cara tapan mi vista y mi respiración se vuelve pensada.

— Princesa — susurra Charly, haciendo que me asuste un poco. Cuando me quito las manos dos lagrimas caen por mis mejillas.

— Mi amor— me abraza con fuerza, y yo rompo a llorar más fuerte. Este agobio que tengo se apodera de mí, y me hace estar así. — No me gusta verte así  — me susurra, mientras me aprieta más hacia él.

— ¿Mi amor? — me separo de él rápidamente. Me sonríe.

— ¿Te gustó? — ladeo la cabeza para los lados, y me limpio las lágrimas.
— Decime— sube sus dedos despacio por mi barriga, moviéndoles rápidamente por todo mi cuerpo. Las cosquillas no son los mío.

Empiezo a reírme a carcajadas, intentado empujarlo pero la risa me quita la fuerza. Sigue haciéndome con las dos manos, lo que provoca que patalee como una niña chiquita.

— Pa....para — digo entre risas. Quiero ponerme seria pero no me deja.

— ¿A qué ya estás mejor? — pregunta divertido. Deja sus dedos quietos, aprovecho para atrapar sus dos manos con las mías para que no vuelva a hacerlo.

— Quítate — digo prevenida, sin soltarle las manos.

— ¿Que harías sin mí? — pregunta divertido.

— Vivir mejor — digo burlona. Empieza a reírse.

Mi móvil interrumpe. Es Juan, otra vez. Lo quiero mucho pero hoy está siendo muy cansón.

— Dime Juan — contesto. Observo a Charly que me está mirando con el ceño fruncido.

— Estoy acá, ¿me abrís? — cierro los ojos con fuerza.

Cuando los abro tengo a Charly a cuatro centímetros de mi cara y apoyado con un brazo en la puerta. Así que estoy acorralada entre él, y la puerta. Me centro en su mirada, hasta que la voz de Juancho me interrumpe.

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