9. Desilusión

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— Princesa — me susurra en el oído.

— Mmm — me quejo. Me acaricia el pelo despacio.

— Ey tenés que volver antes de que el carechimba de Juanchito se despierte — me susurra.

— Dejame un ratico más — susurro, a la vez que me acomodo dándole la espalda al otro lado de la cama.

— Princesa ya son las ocho — susurra.
— Yo se que estas cansada pero si se entera que vos estás acá va a venir a armar otro escándalo y no nos conviene — abro los ojos resoplando.

— ¿Tenés café? — me estiro con los ojos cerrados, y se inclina para darme un beso en la mejilla.

— No.

— Me voy donde Erick a desayunar — se empieza a reír.

— ¿No querés ir a tu casa o no querés ver a Juancho? — me río débilmente.

— Ambas cosas — ladea la cabeza para los lados divertido.

Cojo mi teléfono para llamar a Erick. Estoy algo dormida, pero supongo que con un café se me pasará.

— Buen día mi amor — le digo a Erick cuando descuelga.

— Buen día mamá.

— ¿Querés desayunar conmigo? Salí a caminar un rato y pues así pasamos la mañana juntos— miro a Charly que se está riendo.

— Dale, ¿en tu casa?

— No, no amor. En un bar mejor, ¿paso a por vos?

— Dale, me arreglo.

— Yo te aviso, chao — cuelgo.

Me siento en la cama, estirándome otra vez. No soy persona, ¿qué he dormido tres horas?

— ¿Me alcanzas la ropa? — le hago un puchero.

— ¿Vos no podés andar? — dice divertido. Niego con la cabeza.

Se inclina un poco para cogerla, y me la pasa. Mis ojos se cierran solos, y a penas tengo fuerzas para vestirme.

— ¿Me la pones? — le pregunto a Charly haciéndole ojitos.

— ¿Es enserio? — me encojo de hombros.

Se acerca a mí, hasta quedar enfrente. Me levanta un brazo, y luego el otro, hasta ponérmela entera.

— ¿Los pantalones también? — pregunta entre risas.

— Si quieres — miro hacia arriba con discreción. No tengo nada de fuerza hoy.

— Vení — me arrastra hasta al borde de la cama. Yo me acuesto hacia atrás tranquilamente.

— Despertame cuando termines — susurro acomodándome.

— Princesa no sos un bebé — me empiezo a reír.

— Ya se pero es que no me puedo mover, no tengo fuerza y tengo sueño, y como es por tu culpa pues aguantas  — lo escucho reírse.

Me deja los vaqueros a la mitad para que termine yo y se acuesta a mi lado.

— ¿No me vas a dar un besito de buenos días? — me quedo mirándolo a los ojos. Los tiene más azules que ayer, o soy yo que tengo sueño y empiezo a desvariar.

Apoyo una mano en su mejilla para empujarlo hacia mí. Juntamos nuestras bocas en un beso corto pero muy tierno.

— Ay que pereza — me quejo.

— Anda si no querés que te secuestre — me advierte.

Me levanto de la cama. Empiezo a subirme los pantalones dando pequeños saltos, cuando me giro Charly me mira confuso.

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