17. Nuestro destino

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Abro los ojos más feliz que nunca. Ver a Charly al otro lado de la cama durmiendo me llena completamente. Extiendo un brazo para acariciarle el cabello a la vez que me inclino un poco hacia él.

— Buen día amor — le susurro a Charly en el oído.

— Mmm — se queja.
Dejo varios besos seguidos por su cara para que abra los ojos.

— ¿No me vas a acompañar? Mira que llamo a otro para que venga conmigo — susurro. Abre los ojos rápidamente y empiezo a reírme.

— Princesa no me provoques tan temprano — dice, con esa voz ronca mañanera que me encanta.

— Ay se levantó de mal humor.

Me quito la sábana de encima y me inclino para levantarme. En un movimiento rápido se apodera de mí, poniéndose encima. Esboza una sonrisa malvada antes de pegar su boca a la mía. Apoyo mis manos en sus mejillas para acercarlo más a mí, y así profundizar más el beso.

— ¿Tenemos que ir? — susurra.

— No vengas si no querés pero me busco a.... — me calla con un beso devorador.

— Como me vuelvas a decir que vas con otro te ato a la cama — me advierte, y no dudo en reírme.

— Pues entonces acompañame vos — suspira fuerte.

— Princesa, ¿no puedes faltar hoy? Y nos quedamos acá los dos, juntitos... — me pierdo en sus ojos.

¿Cómo le digo que no a esos ojitos?
Pues no lo hagas, di que sí.

— ¿Sí? — me da un beso tierno.

— Dale, nos quedamos acá. Solo hoy — me da muchos besos seguidos, hasta que aparto la cara.

— ¿Te apartaste? — me dice ofendido. Me coge de las muñecas, apoyándolas en la almohada por encima de mi cabeza.

— No — murmuro con una sonrisa traviesa.

— ¿Que querés hacer hoy?

— Estar con vos — sonríe ampliamente.
Intento soltarme pero es imposible. — Soltame idiota.

— Dime las palabras mágicas.

— Por favor — se empieza a reír.

— No, repite. Charly sos el hombre más guapo y sexy del mundo. Ah, y tenés unos ojos que me encantan — me empiezo a reír muy fuerte. — Repetilo.

— Vos sos muy convencido ah. No voy a decir mentiras — frunce el ceño, y me empiezo a reír muy fuerte.

— ¿Mentiras? Pues las princesas no dicen eso — la que frunce el ceño ahora soy yo.

— Pues andate con ellas y que te lo
digan — le aparto la mirada.

— Ey vos sabes que esos ojitos que tanto te encantan solo te miran a
vos — sigo sin mirarlo.

— Ay ya, soltame.

— ¿Y a cambio que me das?

— Nada, ¿No tenés a tus princesas?

— Uuii , ¿vas a estar así todo el día? — esbozo mi mejor sonrisa.

— ¿Así cómo? Yo estoy bien — baja la mirada a mi sujetador de encaje negro.

Se queda mirando embobado , mordiéndose el labio inferior.

— Ey, mi cara esta acá — me da un beso en el medio de mis pechos, subiendo.

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