6. Pillados

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Podría decir que estaba mejor, pero no es así. Me he pasado toda la noche dando vueltas en la cama, y de vez en cuando alguna lágrima caía.

He quedado en Surroud para estar con mi hijo y así distraerme. Lo necesito.
Solo hay un problema, Juancho. No tengo ganas de pelear, y tampoco de forzar las cosas pero, ¿cómo le digo eso cuando antes del secuestro — si se le puede llamar así — le había dicho que estaríamos juntos en esto?

Me bajo del coche, con un temblor de cuerpo espantoso. No entiendo a qué se debe.

— Mamá — me grita Erick desde la puerta. Le esbozo una sonrisa.

— Hola mi amor — me acerco a él para abrazarlo, creo que necesito un abrazo que dure todo el día para que estar mejor.

— ¿Viniste a verme a mí, o a Juancho? — se despega para que le vea esa sonrisa traviesa que tiene en el rostro.

— Vine a verte a vos — me cruzo de brazos con el ceño fruncido, y él empieza a reírse.

— Yeimy, ¿podemos hablar? — dice Juancho saliendo por la puerta de Surround.

No. Ahora no quiero pelear pero no me queda de otra.

— Yo los dejo solos — dice Erick entrando.

— ¿Qué hubo Juan? — digo amablemente.

— ¿Cómo estas? — se acerca un poco más a mí.

— Bien, ¿y vos? — está como serio.

— ¿Por qué no me contestaste los mensajes ni las llamadas? — por su expresión está enojado.
Sinceramente, me da igual que lo esté.

No se que decir, porque tampoco se qué excusa poner.

— Hay algo que no me querés contar. Lo tenés ahí guardado, y yo he sido sincero con vos — se está alterando.

— Juan no tengo nada guardado. Es solo que me quiero centrar en mi hijo y ya — me cruzo de brazos.

— ¿Y nosotros? Yeimy, vos y yo estábamos en una relación — susurra.
¿Qué relación? Si dijimos de ir despacio.

— No Juan, vos y yo no estábamos en ninguna relación — no se por qué me molesta tanto que me diga eso.

— ¿Ah no? ¿Me lo inventé entonces? Yeimy.....

— Juan no quiero pelear con vos. Vine a ver a mi hijo, ¿sí? — me dispongo a entrar pero me corta el paso.

— Si querés ver a tu hijo quedas después con él, acá no entras más hasta que no me digas lo que tenés guardado ¿listo? — voy a hablar pero se da media vuelta, dejándome ahí sola.

Doy media vuelta para ir al coche. Intentado mantener las formas. Este mal humor y este vacío que siento hoy tiene nombre y apellido, Carlos Cruz. Lo extraño, que me llamen loca, desequilibrada.... me da igual. Era el único que me alegraba el día, daba igual las veces que peleábamos, que nos insultábamos, eso a mí me llenaba. Lo peor que puede haber en esta vida es acostumbrarte a algo o alguien de tal forma que lo necesites para que tu día sea llevadero.

¿Y si le mando un mensaje? Le puedo preguntar que si está bien, o si ya ha encontrado un lugar. No quiero pensarlo más, lo voy a hacer.

Idiota, ¿encontraste algún sitio donde esconderte?

Enviado. No hay vuelta atrás, solo me queda esperar. Me relajo en el asiento un rato, observando el paisaje.

Me vibra el teléfono y tardo cero segundos en cogerlo.

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