10. ¿Ángel o demonio?

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Después de dos tazas de té, he conseguido calmarme un poco. Que irónico todo, yo pensando que este tipo iba a cambiar y sigue siendo igualito.
Me siento en la encimera, mirando un punto fijo mientras me tomo el tercer té de hoy.

El timbre hace que me sobresalte. Voy hacia la puerta, y abro. Es Juancho, lo que me faltaba para despedirme de este día de mierda.

— ¿Qué querés Juan? Mira si viniste a pelear ya te podés ir — digo de mala gana.

— ¿Lloraste? Yeimy ya no más. No quiero estar así con vos — suplica.

— Todo bien. Hablamos mañana ¿sí?

— ¿Que te paso? No me digas que nada porque te conozco — me advierte.

— Nada. Vi una película y murió un perrito — miento.

No le pienso contar lo de Charly para que se tire toda la noche diciéndome que me lo dijo.

— ¿Segura que estás bien? — pregunta preocupado.

— Sí. Todo bien — le aseguro. Se me queda mirando unos segundos y no me queda de otra que sonreír para que se quede seguro.

— ¿No te pasó nada? — arqueo mi ceja y me cruzo de brazos, apoyándome en la puerta.

— ¿A qué viene tanta preguntadera Juan? Ya te dije que estoy bien — me ha puesto alterada en diez segundos, que récord.

— Ya, ya tranquila. Solo quería asegurarme — me dice nervioso.

Se me queda mirando unos segundos, sin decir nada.

— ¿Querés algo más o ....

— ¿Tenés algo que hacer? Pues si querés salimos a cenar. No quiero estar mal con vos — respiro hondo. A lo mejor he sido muy dura con él, al fin y al cabo no tiene la culpa de nada.

— ¿Esperás a que me arregle? — sonríe de punta a punta y asiente con la cabeza.

Tardo diez minutos en arreglarme. Cuando bajo veo que Juan está con mi móvil.

— ¿Que hacés? — se sobresalta un poco.

— Estaba botado y me llamo la atención que estuviera así de mal — lo señala.

— Se me cayó, y como no funciona lo deje
ahí — digo indiferente. Me mira confundido por unos segundos pero no pregunta, menos mal.

— ¿Vamos? — asiento con la cabeza.

***

Estamos en un restaurante donde más gente hay. ¿Enserio teníamos que venir a uno de los más famosos de acá? Yo no tengo hambre para tener que cenar ahora, no se por que acepté.

Porque no sabes estar sola.
Gracias ya estoy mucho mejor.

— ¿Estás bien? — me pregunta Juancho por no se cuantas veces hoy.
Como me lo vuelva a preguntar le echo la copa de vino encima.

— Sí — contesto com una dormida tan falsa como las ganas de estar aquí.

— ¿Hablaste con Contreras? — pregunta a un tono más bajo. La cara me cambia de inmediato.

— Si, ¿vos también? — niega con la cabeza.

— ¿Qué te dijo? — pregunta curioso.
¿Tenemos que hablar de esto justamente esta noche?

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