Ha pasado ya una semana. Estamos a domingo de nuevo y estoy esperando tranquila que mi padre cumpla y venga a visitarme. No pretendo contarle todo lo que me han hecho esta semana. Ya no es calor. Al día siguiente era frío. Me congelaron por completo. Creía que iba a morir porque mi corazón se pararía tras el frío. Pensé que no había nada peor que el calor, pero qué va, eso solo fue un jueguito a comparación del martes. En mi puta vida iré a un lugar donde nieve y haga frío. Jamás lo haré. Eso fue traumante.
Pero lo de ayer, lo de ayer también me dejó mal. Sigo aguantando, por supuesto. Cada castigo me lo he ganado porque me sigo rehusando a ponerme frente a la puta pared y mirar mis zapatos como si fuera su perra sumisa. Las chicas me han pedido obedecer, que no he ganado nada hasta ahora por negarme. Pero se equivocan. Claro que he ganado algo.
He mantenido mi dignidad intacta. Eso es suficiente ganancia para mí.
¡Qué se joda la maldita de Amelia y su maldito sistema de correccional!
Hoy es día libre, así que no deberían castigarme. Espero que mañana no empiece de nuevo con el calor. No sé si se convertirá en un bucle sin fin, pero puedo aguantar cualquier cosa que no sea el frío y el agua. Juro por lo que sea que no volveré a ir a una playa o piscina en mi vida. Ayer casi me matan ahogada. Me han metido en un tanque con una jodida malla esposada a mi pie y la muy maldita le iba tirando piedras mientras me preguntaba si iba a obedecer y yo respondía que no.
¿Debo mencionar que cuando las piedras eran demasiadas y me empujaban hacia abajo, seguí negándome?
Al final, le gané. Dejé de luchar y la vi sonreír desde arriba, pero no contaba con que al llegar al fondo, yo sacaría las piedras una por una y casi cuando ya me quedaba sin oxígeno, subí de nuevo y grité un fuerte: ¡Qué te den por el culo, zorra!
Su cara se descompuso y se largó. Sin embargo, sus malditos hombres no me soltaron y pasé como dos horas más, hundiéndome de vez en cuando para que mis brazos descansaran de tanto mantenerme a flote y volvía a salir a la superficie para tomar aire. Hasta que ella habló por los altavoces que me llevaran a mi celda. Mi cuerpo estaba adormecido, pero obviamente pude caminar sola. Ayudándome con la pared, pero lo hice. De nuevo llegué en ropa interior y mojada, pero con la cabeza en alto.
—¿Crees que vengan? —cuestiona Sophie a mi lado. Estamos terminando de comer. Trago para responderle.
—Mi padre nunca incumple su palabra —aseguro y ella asiente.
Pero esta vez lo hizo. Esta vez mi padre no cumplió su palabra. Nos pasamos todo el día mirándonos la cara entre nosotras. A ninguna nos visitó alguien. Ni siquiera a mí.
Mi padre no vino.
Mi madre no vino.
«Él» no vino.
Justo cuando el reloj ya va a marcar las nueve de la noche y estamos listas para que los guardias nos encierren en nuestras celdas, la puerta se abre y no entran los mismos guardias de siempre, sino que entra todo un tipo de mi liga. Las chicas corren todas hasta la pared y yo bufo.
¿Es que deben ser unas putas sumisas con todos los que entren por esa maldita puerta?
Al ver que yo no me muevo, se acerca a mí.
—Tú debes ser «la fulana», ¿no? —cuestiona. La sangre me hierve por dentro de la rabia.
—Vuelve a decirme fulana y tendremos un problema —advierto.
Da un paso más y yo me levanto para demostrarle que no me afecta en lo más mínimo su persona.
—Ya veo porque mi madre no te soporta —comenta.
Se me cae la cara al suelo, pero no lo demuestro. Este es el hijo de Amelia. No me lo puedo creer. ¡Pero si no se parecen en nada! Este chico tiene los ojos claros, casi tirando a amarillo. Es rubio y tiene una mandíbula que bien podría competir en algún concurso de barbillas y ganaría. ¡Sí es que de cerca se ve más perfecta aún!
No hablaré de su cuerpo, porque si «él» se entera que he estado viendo a otro hombre, va a molestarse mucho. Lo sé.
—¿Tú también vas a castigarme por no ir a la puta pared? —cuestiono sin dejar de mirarlo.
Café contra té de manzanilla. Sí, justo así es su color de ojos.
—Depende. ¿Será siempre así? —interroga y yo asiento de inmediato.
Sonríe de lado.
—Entonces tendré que pensar en los castigos que te implantaré esta semana. Veo en tu cuerpo que ya mi madre te ha dado varios, ¿no? —pregunta y entonces siento sus dedos tocar las llagas que tengo en mis brazos.
No solo por el calor, el frío me hizo quemaduras. De ahí son las llagas. Aparto mi brazo y doy un paso atrás, alejando el recuerdo de los primeros días con esas quemaduras. No podía estar acostada. Pasé el martes, miércoles y jueves, durmiendo sentada sobre el excusado, desnuda.
—Tendrás que ingeniarte algo mejor, porque hasta ahora tu madre no ha tenido suerte —le aseguro.
Sus ojos dejan mi rostro y recorren mi cuerpo entero.
—Desnúdate —ordena y yo lucho por no abrir de más los ojos.
¿Qué mierda acaba de decir?
—¿No me oíste? Te di una orden —declara.
Coloco una mano en mi cintura y él se fija en ella. También tengo llagas en las manos. Mejor dicho, tengo llagas en todo el jodido cuerpo. No me he bañado desde entonces. Solo limpio mi cuerpo con una toalla húmeda. Aunque lo de ayer en la piscina, solo hizo que empeorara todo. Las llagas que estaban empezando a curar, se les cayó la piel y ahora están al rojo vivo.
—Hoy es domingo, bête —declaro, llamándolo bestia en francés. Veo sus ojos dilatarse.
—Sé francés, princesse —declara.
No me inmuto. Me importa muy poco que sepa francés. No voy a cambiar mis palabras. Es una bestia por pedir tal cosa.
—Me alegra que sepas entonces lo que significa. No voy a desnudarme para ti. Es domingo. No puedes castigarme hoy —sentencio. Él da los dos pasos que yo retrocedí antes y se planta frente a mí.
—Vendré mañana y si tu espalda no está contra la pared, tus manos sujetas adelante y tu rostro mirando al suelo, haré que te desnudes. Y no lo haré delante de ellas —susurra de forma amenazante, acercándose a mi oído.
Luego cambia rápidamente de posición, dejando su cabeza al lado contrario, en mi otro oído. Me aguanto el pasar saliva cuando besa esa zona.
—Buenas noches, princesse —dice, se endereza, se gira y sale sin más.
¿Qué mierda acaba de pasar?
¿Quién es ese?
¿Si saben quién es? JAJAJAJAJA
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CASTÍGAME🔥
RomanceJessica Rivas es la hija rebelde del Ministro de Justicia de los Estados Unidos. Justo por su rebeldía es que termina visitando el Centro Correccional de Florida. Con la idea de que su comportamiento mejore... Nada más lejos de la realidad. Ahí no...