Capítulo 15

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—Hey, Jessica, tranquila —susurra Sophie, acariciando mi espalda desnuda

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—Hey, Jessica, tranquila —susurra Sophie, acariciando mi espalda desnuda.

Estoy respirando de manera errante. Mis senos revolotean frente a mis ojos y estoy cubierta por una fina capa de sudor. ¡Jodido sueño de mierda! Eso tiene que ser una pesadilla.

—Estoy bien —le aseguro en el mismo tono, aunque por cómo me veo, dudo que lo crea.

—Ok. Vístete, ya se están despertando el resto.

No sé por qué seguimos susurrando. Asiento y la veo meterse debajo, en su cama.

Me levanto sin importar que ella vea mi desnudez y cojo una muda limpia del uniforme. Me coloco la tanga y luego lo otro sin un sostén. Tengo los pezones sensibles. La sola tela de la blusa sin manga, ya hace que se endurezcan. Ni hablar de mi culo. Se siente raro, pero también me gustó tener las bolas ahí. Creo que me estoy haciendo fan de esas putas bolas. Me dan orgasmos instantáneos. Cuando salga de aquí, compraré unas.

Dejo de abrochar la camisa ante ese pensamiento. Comprar unas cuando salga de aquí... ¿Qué será de mi vida cuando me vaya en una semana más?

Porque, según lo que dijo «él», Amelia volverá es para el domingo que viene. No hoy. Me queda una semana más con la bestia y no con ella. Eso me alivia y me aterra.

La bestia me está haciendo sentir tanto, querer tanto..., y no es correcto.

Termino de abrochar mi camisa cuando el guardia abre la puerta, haciendo un chirrido molesto. Sophie me mira y yo la miro, salimos juntas. Apenas salgo, siento las miradas puestas en mí. Paso saliva y me dirijo al baño con mi paño en mano. Necesito una ducha fría. Ya mi cuerpo ha sanado bien, mi pie no duele tanto y necesito un verdadero baño.

Llego al baño e ignoro a algunas de las chicas que ya se encuentran desvistiéndose para hacer lo mismo que yo. Acá adentro las noches no son frías, son calientes. El aire acondicionado no llega hasta aquí. Solo hay en el pasillo y en la oficina que la bestia me llevó. Por lo que las noches son como el infierno y todas suelen bañarse en la mañana, pero anoche me tocó dormir usando la manta para cubrir mi desnudez. Y mi puto sueño lo empeoró todo.

—Jessica, ¿no vas a contarnos nada sobre cómo te folla Eric? —pregunta una de las chicas. No deparo en quién porque entro en una ducha desocupada, de espalda a ellas.

Coloco mi mano sobre la llave y tomo una respiración profunda antes de abrirla. Lo hago y de inmediato comienza a caer agua helada sobre mi cuerpo. Como acto reflejo, me hago a un lado.

—¿Qué? ¿Eric te dejó adolorida? —pregunta otra y luego ríen.

Tomo aire y me introduzco despacio debajo del chorro de agua, pero es demasiado helada y de inmediato las terminaciones de mi cuerpo se congelan, llevándome a esa habitación oscura y fría. Siento mis ojos humedecerse y me veo a mí misma, tirada en el suelo, en posición fetal, abrazando mis piernas y frotándolas mientras intentaba producirme calor de alguna forma. Mis dientes castañeando y amenazando con partirse si seguía así. Mis dedos entumecerse por el frío.

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