—Que bueno que llegaste —habló aliviada la curandera cuando entró.
—¿Necesitan algo?
Un señor se le acercó para darle a cargar varias cortezas de árbol, no eran tan pesadas pero sí muchas.
—Lleva eso al comedor, dulzura, por favor —pidió mientras regresaba a tender a unos pocos—. Ya casi no tenían y aquí nos sobran esas.
El lugar no estaba como ayer, suponía que por eso no estaban tan apurados.
—Claro, ¿cómo llego?
—Sal, camina derecho hasta el centro, seguro no tendrás problema.
Dio vuelta para empezar con su muevo trabajo, esperaba avanzar y con suerte ayudar en algo en la casa de los reyes. En ese muy poco tiempo que ha estado ahí no ha visto problemas con los otros ciudadanos.
Todos con los que concibió ayer lo trataron normal, solo que se quedaban mirando durante mucho tiempo. Esperaba que con esa atención no notaran su tinte.
De hecho, la mayoría de señoras y ancianas lo llamaban por diversos apodos, desde dulzura, cielo, algodón que eran los más usados. Quizás se debía a que confiaban mucho en sus gobernantes.
Puede ser eso, tienen mucha fe en ellos como para no tener que temer si ya lo aceptaron. Eso facilitaba las cosas.
Pero concentrándose, estaba frente a varios callejones, le dieron que fuera derecho pero no más. Se quedó ahí pensando en cuál tomar. No sé sabía el camino, solo el de su casa hasta las curanderas. Le dijeron que no tendrían problema en llegar, pero ya estaba atorado.
—¿A donde voy?
—Ah, tú eres el joven de aquella vez —habló una voz.
De un callejón salió un anciano con bastón, cabello y barba ciertas con canas, era de altura baja y se sostenía de un bastón.
—Ya había escuchado que estabas instalado, pero que gusto verte de cerca —comentó acercándose a su lado—. Soy Torino Sorahiko, pero todos me llaman Gran Torino.
—Oh, un gusto, me llamo Yoshida Sho.
—Ya lo sabía, eres muy conocido, creo que ya todo el pueblo sabe al menos tu nombre. ¿Qué haces por aquí?
—Me pidieron que llevara esto —explicó alzando un poco las cortezas— al comedor, pero no sé cómo llegar.
—¿Qué no te explicaron?
—Solo me dijeron que caminara derecho desde las cabañas de curación.
—Estás mujeres, te llevaré hasta allá, vamos.
Siguió a su mayor poniéndose a su lado, tendría que memorizar mi bien los lugares.
—Dime, muchacho, ¿de dónde eres?
—Era de unas aldeas por el noroeste, pero fue atacada.
Él era el primero que le preguntaba algo de su vida fuera de los gobernantes y esos chicos con los que se quedaba. Todos lo demás no preguntaban nada más allá de lo básico como su nombre.
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Batalla Cardinal
FanfictionEl príncipe Shoto toma una decisión arriesgada, una que puede ser el comienzo del final. Pero en realidad es el inicio. 12-Nov-21 Edición: 11-Agos-22