Batalla Cardinal

7. Pasado no pisado

-Tranquilo, Natsu -pedía una niña ojigris-, To-todo va estar bien.

¿Pero como calmas a un niño que ve como si casa se quema, con tres de su familia dentro?

-¡Touya y papá no salen con mamá y Shoto!

Una sirvienta atrapó al albino para evitar que fuera de nuevo adentro. Todos los empleados miraban como sus señores seguían adentro, algunos guardias habían sacado a Natsu, Fuyumi, Touya y a Enji; pero no tuvieron suerte con los demás.

Touya había corrido de regreso cuando se cansó de esperar a que su madre y hermano salieran, por lo que el mayor lo siguió.

-Van a salir -repetía la niña intentando convencer a su hermano y a ella misma.

[...]

Mitsuki entró con el albino siguiendola, los otros dos Bakugos voltearon a verlos luciendo confundidos por ver al chico.

-Creí que estaría ayudando con los heridos -habló Masaru.

-Lograron entrar.

Con lo dicho por la mujer los otros se pusieron aún más serios.

-Sho, necesito que nos digas todo lo que haya pasado.

-Un hombre iba a atacar a esa familia, logré desmayarlo pero parecía que otros más venían así que corrimos; eso fue todo, después solo nos mantuvimos en el refugio.

No podía distorsionar ni un poco la historia porque era seguro que esa familia la contaría a todos, no servía de nada.

-Gracias por ayudarlos -le dijo el hombre-, entre menos resulten lastimados mejor.

-¿Qué haremos ahora? -cuestionó Katsuki- Los soldados no vieron que alguien haya entrado, lograron pasarlos.

Esperaba que con esto todos pusieran su atención en otra cosa, así ya no tendría ojos encima.

-Mandare a que haya vigilancia en todo los alrededores al mismo nivel que en la entrada.

Todo tenía seguridad, pero solo la entrada tenía veinticuatro siete, atrás y un poco a los lados solo había durante la tarde.

-Tendremos que dividirlos hasta que tengamos de nuevo los mismos números de hombres -planeó el joven.

[...]

-Yoshida -llamó Katsuki.

Iba en dirección a su casa después de un muy largo día ayudando en todo, y durante todo el día recibió halagos y buenos comentarios por lo que hizo.

Le parecía increíble como por ayudar unos se ganaba el buen visto de todos. No mentiría, hubo momentos en donde su pecho se sintió cálido por eso.

Pero luego venía el pensamiento de que su pueblo había sido el causante de eso, esas mismas personas lo crucificarian si tan solo lo supieran.

-Bakugo, ¿pasa algo?

-Lo he pensado, seria bueno que me ayudaras en los entrenamientos.

-¿Cómo?

Seria poner el mismo más trabas, haría que el enemigo mejorara y eso, aunque fuera poco, hacia el camino más largo.

-Pudiste con uno de ellos, necesitamos todo la ayuda posible.

-No sé si sea bueno enseñando -trató de excusarse-, ¿qué tal si los retraso?

-¿Qué tal si.no?

[...]

A nada de que tuviera que salir para su primera clase empezara.

Durante la noche no pudo dormir por pensar en lo irónico de lo que había hecho, salvó al enemigo, pero en su defensa sus soldados tenían órdenes claras de no dañar a quien no lo requiera.