Otra vez estaba con las curanderas, durante el primer mes que ha sido así. La mayoría del tiempo se la pasa allí, aunque también lo mandan a más lugares.
Ya sabía los caminos del pueblo, podía andar por ahí sin perderse. Pero nunca estaba solo, siempre había alguien más por ahí, como Bakugo, se había dado cuanta que en cosas que implicaran ayudar a las personas estaba viendo que no hiciera nada más.
La última semana ya no estaba tan presente pero no bajaría la guardia.
-Dulzura.
-Dígame -contestó.
Ya estaba muy acostumbrado a los apodos, sobretodo el de esa señora tan linda.
-Ve al castillo, lleva este ungüento -dijo dándole un pequeño bote-. El príncipe muchas veces se lastima cuando entrena y le gusta curarse solo.
-¿A quién se lo doy?
-A cualquiera que veas por ahí, solo dile lo que es.
[...]
Estaba en la puerta, ahí estaban dos hombres cuidando y quienes preguntaron por su llegada.
-La señora Dalia me pidió que trajera un ungüento al príncipe -explicó mostrando lo que llevaba-, ¿se los puedo dar a ustedes?
-Oye.
Los guardias hicieron una reverencia mientras Shoto se daba la vuelta, haciendo igual una ligera.
-Ya que estás aquí, ven -dijo tomando camino a un lado de la puerta de entrada.
-Pero tengo que regresar.
-Obedezca lo que dice el príncipe.
El rubio no dejó de caminar, así que no tuvo más remedio que seguirlo.
El lugar era grande, no tanto como el suyo pero algo parecido, llegaron hasta una arena con un terreno demasiado grande. Armas, escudos y piezas de armaduras estaban regadas por todo el lugar.
-Oh, olvidé darle esto -habló entregándole el bote-. La señora Dalia me dijo que lo trajera.
Solo lo tomó y lo dejó encima de un barril.
-Me ayudarás a guardar todo esto.
-¿No tienen sirvientes?
Normalmente en su reino no había un tiradero así, los guardias dejaban todo donde lo encontraban. Solo las pocas que no tenían tiempo; algunos sirvientes entraban para acomodar todo.
-Todos están en otras cosas. Deja de quejarte y empieza -regañó frunciendole el ceño.
Levantaron todo, el albino le hacía varias preguntas para poder poner todo en su lugar.
-¿Siempre termina así después de que entrenan? -preguntó de repente.
-No, pero tuvimos un entrenamiento de repente y se fueron para no llegar tarde.
-¿Tú los entrenas?
-Haces muchas preguntas, bastardo molesto.
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Batalla Cardinal
Hayran KurguEl príncipe Shoto toma una decisión arriesgada, una que puede ser el comienzo del final. Pero en realidad es el inicio. 12-Nov-21 Edición: 11-Agos-22