20. Si quieres paz...

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Salió de su cuarto porque estar dentro de esas cuatro paredes lo hacía sentir mal.

Su hermana hace poco había ido a la oficina de su padre, se moría de vergüenza al recordar que ya sabían su secreto, ese que se supone nadie del Norte lo debía de saber.

Llegó al jardín trasero ya que era el lugar más tranquilo del palacio, ese donde cuando su madre vivía jugaban ahí.

—Se te olvidó decirme lo problemático que es enamorarse —murmuró mientras tocaba los pétalos azules de una flor.

Respiro hondo mientras solo caminaba por el lugar. Solo estaba en una parte del gran lugar porque el otro podía verse desde la oficina del pelirrojo.

Los evitaría lo más que pudiera, no quería tener un momento incómodo con ninguno.

Se acercó a otras flores, a pesar de ya conocer todo el terreno y lo que había en él; no dejaba de gustarle todo.

—Seguro que estás le gustarían a la reina Mitsuki.

Era muy difícil describir lo que le provocaba saber que engañó a unas personas y decepcionó a otras.

Escuchó un ligero ruido, pero al voltear a los lados no pudo ver nada. Estuvo atento durante unos segundos pero al no detectar nada siguió recorriendo el jardín.

Sin saberlo, más alto que el había dos hombres usando ropaje rojo y una armadura en particular, usaban las ramas de los árboles para esconderse.

Pero se les estaba haciendo tardado cumplir con su trabajo, uno de ellos volvió a estirar su arco mientras apuntaba con la flecha.

—Date prisa —susurró su compañero.

—Cállate.

Estaba en la mira del hombre, estaba a punto de soltar la flecha cuando el otro accidentalmente rompió una rama y está calló en las hojas secas.

Para el momento en que Shoto voltio, sentía como algo se le hundía en la parte izquierda de su abdomen, abrió grandes sus ojos al sentirlo.

A pesar de ello, pudo ver como los bandidos empezaban a correr lejos cargando sus armas, ya que además de los arcos tenían espadas y cuchillos.

Llevó sus manos cerca de su herida mientras se arrodillaba, no sabe que tan grave puede ser pero estaba saliendo mucha sangre, el dolor era indescriptible.

—¡Shoto-San!

Se sentía mareado pero pudo reconocer la voz de Momo, fue sujetado por ella mientras las palabras se iban volviendo de un tono bajo.

Su propia respiración estaba entrecortada, sentía que le yacía falta y un cansancio lo estaba dominando.

—No fue-eron e-ellos —dijo apenas—, Momo.

—Pronto estará bien —le aseguro viendo como venían más guardias corriendo junto con Iida—. ¡Apresurense!

—No fue- el Sur —repitió tomando su mano haciendo que lo mirara.

Lo que pasó después no lo sabe porque sus párpados se cerraron y cayó.

[...]

Entre varios guardias fue cargado al cuarto donde seria atendido, los otros se quedaron a revisar el perímetro en busca del culpable.

La mujer que lo estaba atendiendo no dejó que nadie entrara, ya tenía todo lo que necesitaba y no requería de distracciones ya que era algo de sumo  cuidado.

—¿¡Qué pasó!? ¿¡Quién fue!? ,—preguntaba Enji preocupado hacia todos los presentes.

Touya y Natsu estaban igual que el hombre, se les avisó de repente que Shoto había sido atacado y que estaba siendo llevado con la curandera; fue demasiado.

Batalla CardinalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora