11. Pequeños recuerdos

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—¡Yoshida! ¿Qué haces aquí? —preguntó la chica morena junto a un rubio.

Había estado en los mercados comprando cuando esos dos lo encontraron, había sido enviado por la reina para buscar alguna tela lila; pero como esos eran vendedores que llegaban de fuera también le serviría escuchar alguna de sus historias.

Pero encontró a esos dos cuando ya iba de vuelta, estaban arriba de un techo donde no podían ser vistos.

—La reina Mitsuki quiere una tela, me pidió venir —explicó levantando su cabeza.

Los guardias hacían turnos cada que nuevos vendedores estaban en sus tierras, todo para asegurar que ningún inconveniente estuviera presente.

Todo aquel que entraba era revisado superficialmente, al salir era cuando escuchaban todo lo que se llevaran.

—Ah, se nota que te aprecia, ¿solo esa? —comentó el rubio apuntando lo que tenía en manos.

—Sí, ya puedo volver al castillo. Pensé que ustedes ya habrían venido a vigilar desde la mañana, ¿qué hacen ahí?

El rubio le indicó que caminara había en callejón que estaba a su lado mientras desaparecían para bajar de ahí. Tomó ese camino viendo como ya estaban abajo esperándolo.

—¿No tendrías que estar afuera? —cuestionó al rubio.

—Cuándo tenemos gente de afuera, tenemos que verlos durante todo el día donde no nos vean.

—No somos los únicos —mencionó Ashido—, solo hay tres veces al día donde sí nos dejamos ver.

—Para que piensen que ya nos fuimos.

Pronto se cumplirían los siete meses que le dieron, tenía que tener cuidado al hablar con la persona que vendría. Esperaba que hayan ideado algo sutil que pudiera pasar desapercibido.

Entonces estaría todo el tiempo en la mira, podía contar con eso, si ellos estarían ahí entonces lo verían solo por que sí; pero podrían notar algo raro y lo mejor era que no pasara.

—Entiendo, entonces me voy para no distraerlos.

[...]

—Ya he llegado, reina —anunció entrando a su oficina.

La mujer sonrió al ver que tenía su pedido, se levantó de su asiento agradeciendo mientras tomaba esa tela en sus manos.

—¿Qué hará con ella? Si puedo saber.

—Quiero una nueva prenda para Katsuki, pero quiero que sea sorpresa. No le digas nada, ¿De acuerdo?

—Como usted diga.

La mujer la puso en uno de sus cajones, cerrandolo para evitar que se ensucie.

—Igual tardaré en terminarla, no tengo mucho tiempo por el momento.

—¿Por qué no se lo pide a unos de sus empleados?

La rubia le indicó que se sentara, lo que hizo mientras ella hacía lo mismo en frente de él.

—Quiero que sea algo especial, por eso lo quiero hacer yo misma para mi hijo —explicó sonriendo contenta.

El albino sonrió melancólico ante sus palabras, seguro que su madre haría lo mismo.

Mitsuki notó el estado del chico sintiéndose mal por sus palabras, estiró la mano para tomar la del joven, este la volteó a ver cuando sintió su tacto.

—Perdón, no quise que te sintieras mal.

—No, no —negó moviendo su cabeza—, esta bien. Seguro que a Bakugo le gustará.

Batalla CardinalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora