🐱 1. Ella

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Tn giró, observando al chico que acababa de entrar a la tienda.

– Bienvenido –sonrió.

Chifuyu se sonrojó, quedando algo congelado, hasta que el gato le rasguñó la mano.

– Ouch –se quejó, haciendo una mueca adolorido.– Ahm –miró a la chica.– H-Hola –saludó.

– ¿Puedo ayudarte en algo? –preguntó amablemente.

– T-Traje a Excalibur –se acercó al mostrador.– Lo encontré anoche y...tiene una cicatriz.

– Oh, necesitas que lo revisen –él asintió.– Está bien. Déjame llamar a mi padre, él sabrá qué hacer. No tardo.

La joven salió de detrás del mostrador y se dirigió hacia la parte trasera, en busca de su padre. Mientras, el rubio la observó hasta perderla de vista y luego miró su alrededor.

Las paredes eran blancas y tenían colgando de las paredes algunos collares y correas, carteles que indicaban datos importantes para el cuidado animal, estantes con comida para animales domésticos, otro con elementos sanitarios como arena de gatos o aserrín para aves, otra estantería tenía juguetes de todo tipo, y otra exhibía bolsos para llevar a las mascotas, jaulas y algunos accesorios para su cuidado. El mostrador era de madera, tenía sobre él algunos folletos, volantes con el nombre de la tienda e información de contacto, un pequeño mostrador con chapas para collares y unos recipientes con dulces para animales; en la pared tras él había una estantería con matapulgas, shampoos para animales y algunas medicinas, y a un lado una fotografía en blanco y negro de la inauguración de la tienda.

– ¡Lamento la tardanza! –dijo la voz de la chica.

Chifuyu salió de sus pensamientos y giró la cabeza, mirándola; tras ella venía un hombre de rostro amable y que vestía una bata blanca sobre su ropa.

– Buenos días, bienvenido –saludó aquel.– Mi hija dice que encontraste un gato y tiene una herida.

– A-Ah, sí –asintió.– En su cabeza.

– Sígueme, lo revisaré.

El chico asintió y siguió a aquel hombre hacia la parte trasera, entrando a una sala en donde había una especie de camilla bastante alta, con un mueble con medicamentos detrás, y a un lado un escritorio con una computadora. A lo lejos se oía el ladrido de un perro y sonidos de salpicaduras, dando a entender que lo estaban bañando.

– Ponlo aquí –indicó, señalando la camilla.

El rubio asintió y dejó a su gato sobre aquel mueble. El hombre tomó las gafas que colgaban de su cuello gracias a una correa, se las colocó y tomó la cabeza del animal con cuidado, para revisar la cicatriz que tenía.

– Es una cicatriz grande.

– ¿Está bien?

– Claro, ya está cerrada casi por completo –lo miró.– Dijiste que lo encontraste, ¿No?

– Estaba en una caja detrás del edificio donde vivo, solo y empapado. No pude dejarlo solo.

– Eres un buen chico –sonrió.– La cicatriz terminará de cerrar pronto y el pelaje lo cubrirá, no debes preocuparte.

– Menos mal.

El hombre revisó un poco más al pequeño felino, asegurándose de que esté bien de salud.

– Es un gato saludable –volvió a mirar al chico.– Pero debes vacunarlo y desparasitarlo si quieres mantener esa salud.

– Claro –asintió.

Ukiyo 🐱 Chifuyu MatsunoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora