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ESCALANDO A TRAVÉS DE LA azotea de la residencia Swan, Katerina captó el final de la frase entre dientes de Bella desde el interior de su habitación.
—Escóndete mientras corres todos los riesgos por mí.
—Kat– saludó Edward, confundiendo a Bella mientras su mirada se desviaba hacia la ventana de su habitación.
—¿Qué-– comenzó a preguntar Bella, pero Katerina la interrumpió al deslizarse por la ventana abierta y entrar en su habitación. —¡Katerina!– exclamó en estado de shock.
Katerina sonrió y miró sus formas entrelazadas en la cama con ojos divertidos. —Lamento interrumpir, pero hemos decidido el mejor lugar para pelear y me ofrecí para compartir la información lo antes posible.
Katerina permitió que la conversación con Jasper y Carlisle pasara por su mente para que Edward la viera y miró a Bella de manera tranquilizadora.
—Alguien ha tenido una noche difícil– comentó, mirando las bolsas debajo de los ojos de la chica.
Bella sonrió tímidamente mientras se pasaba la mano por el pelo enredado, sintiéndose cohibida por su estado de agotamiento junto a los dos vampiros inhumanamente hermosos.
—¿Qué tienes en mente?– Preguntó Katerina. —La pelea va a ir bien, ya sabes. Especialmente ahora que tenemos la ventaja de jugar en casa.
Bella se mordió el labio y miró a Edward. —Jasper dijo que podría ser de ayuda... que mi olor volvería locos a los recién nacidos.
Katerina asintió con la cabeza, pero miró a Edward que estaba frunciendo el ceño a Bella, con un brillo obstinado en sus ojos.
—No necesitaremos tu ayuda. Con los lobos de nuestro lado, es una victoria fácil–declaró. —El resto de nosotros no tendremos suficiente para hacer.
Katerina arqueó una ceja escéptica ante su comentario, encontrándolo muy poco probable. Bella pareció estar de acuerdo mientras miraba a Edward sin comprender, como si él la considerara estúpida.
—O es tan peligroso que tengo que esconderme, o es tan fácil que te dejarán al margen. ¿Cuál es?
Katerina contuvo un bufido divertido ante la rápida respuesta de la chica. Le gustaba la creciente confianza en Bella, y cómo ya no permitía que Edward decidiera cada momento de su vida por ella. Claro, todavía era ingenua e incómoda, pero Katerina tomó cada comentario ingenioso como una victoria.
Edward resopló —Es peligroso para ti, fácil para nosotros.
—Creo que es peligroso para nosotros estar separados– argumentó Bella. —¿Cuántas veces tenemos que probar eso?
Katerina decidió finalmente hablar.
—Ella tiene razón, Ed. Dudo que estar lejos de ti nos haga algún bien. Estarás demasiado ocupado pensando en su seguridad para ser de alguna utilidad en la batalla– dijo sin rodeos. —Serás el eslabón débil.
