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LLEGÓ EL DÍA DE LA BATALLA Y con él, una tensión subyacente impregnaba el aire.
El claro estaba vivo con el aleteo de los pájaros y el zumbido de los insectos; la exuberante vegetación pintó una escena de tranquilidad, un marcado contraste con el baño de sangre que ocurriría dentro de una hora.
Katerina se paró junto al resto de su familia por cualquier señal de los recién nacidos que se acercaban, todos ellos tensos y listos para pelear en cualquier momento.
Alice se estaba concentrando con determinación en detectar cuando los recién nacidos estaban cerca y Katerina miró a su lado donde su madre, Esme estaba al lado de Carlisle.
La pareja se veía tan fuera de lugar con ropa ajustada para la batalla y Katerina deseaba que ambos se hubieran salvado de la pelea que se avecinaba. Ninguno de los dos disfrutaba de la violencia: Carlisle por compasión y Esme por su dulce disposición.
Se podían escuchar crujidos a través del claro silencioso mientras la energía roja reaccionaba al estado de ánimo de su dueña, chispeando amenazadoramente, ansiosa por ser desatada. Los ojos miraron a su forma ante el signo evidente de su angustia y Katerina frunció los labios, respondiendo a sus miradas interrogantes.
—Estoy bie... solo estoy ansioso por terminar con esto.
Emmett se rió oscuramente y se frotó las manos, sus ojos brillaban con entusiasmo por la pelea que se avecinaba. —Demasiado bien, estoy listo para estafar algunas cabezas.
—Está bien Em, no suenes demasiado homicida– murmuró Alex en broma, tratando de aliviar la tensión.
—No quemes a nadie y estaremos bien– replicó Rosalie con sarcasmo.
Alex mostró una sonrisa encantadora ante el comentario de su hermana. —Oh, no querría quemar ese cabello perfecto, ¿verdad?
—Solo asegúrate de mantenerte al día, Alechka– Katerina bromeó y sonrió diabólicamente ante la expresión coincidente de su gemela.
—Sigue tu propio consejo, Katsha.
—Están cerca– susurró Alice, instantáneamente haciendo que toda la familia volviera a la seriedad.
Aunque el entusiasmo no podía borrarse del rostro de Emmett, ni la sonrisa de confianza del gemelo tampoco.
—Recuerda: no seas tonto y sal de esto con vida, no quiero perder ningún hijo hoy– La suave voz de Esme sonó y todos los niños Cullen asintieron con la cabeza, decididos a ganar y salir vivos de esta pelea, cada uno de ellos.
Jasper apretó la mano de Katerina, la energía roja rodeando la suya por un momento antes de alejarse y concentrarse en el susurro de los arbustos que ahora se podía escuchar a menos de una milla de distancia.
Los recién nacidos se acercaban rápidamente y todos los Cullen enfrentaron a sus oponentes sin miedo, juntos, como una familia.
Todos los recién nacidos salieron corriendo de la línea de árboles a la vez, sus expresiones llenas de ira y sed de sangre.
