Capítulo 1

96 4 6
                                    

Aquí, en el parque de la privada, las estrellas se podían ver a la perfección. Parecían estar tan cerca que tal vez, si alargara la mano un tanto más, podría tomar una y bajarla. Quién diría que, a pesar de ser las doce en punto de la noche, nadie pasaba a vigilar que no hubieran personas aún en el parque, y sin embargo agradecía aquello. No quería que nadie me viera llorar.

Este era mi decimocuarto cambio de residencia y de identidad. Sentía que a este ritmo perdería el recuerdo de quién era cuando nací. Hice memoria para recordar mi nombre verdadero: <<¿Era Jessica? No, ese fue mi segundo nombre. . . ¿Será Julieth? No, ese era el sexto. . . . >>
Al notar que no podía recordar mi verdadero nombre, las lágrimas comenzaron a inundar mis ojos y a rodar por mis mejillas. Me senté en el pasto y abracé mis rodillas contra mi pecho, intentando así evitar que mis sollozos se escucharan por todas las extensiones del parque.

¿Por qué, de entre todas las personas existentes en el mundo, debía de ser yo? Yo jamás deseé tener algo especial; me bastaba con que tuviera talento para algo, pero no nada sobrenaturalmente especial. Con algo de impaciencia limpié las lágrimas de mis mejillas y me crucé de brazos, furiosa conmigo misma por mi deliberada debilidad. Mi celular sonó y contesté de mala gana.

- ¡¿Qué haces fuera a estas horas?! ¡Ya sabes que tienes que volver antes de que anochezca! Iré por ti ahora mismo y estarás castigada por una semana, ¿Entendido?

Ladraba la voz del profesor, claramente furioso. Me limité a hacer un sonido afirmativo y colgué, guardando el cacharro dentro de la bolsa del pantalón. Miré a mi alrededor, aguzando la vista para ver si el profesor llegaba tan rápido como lo había hecho en el parque de Londres, cuando me había escapado a mitad de la noche. <<No, escapado no; si realmente hubieras querido escapar, el profesor jamás te hubiera encontrado>> Dijo mi subconsciente. Era cierto: si realmente hubiera querido desaparecer, tan solo hubiera usado mis dones para escapar y jamás volver, el único problema era que el profesor era lo más cercano a un padre que jamás he tenido.

Una mano se posó en mi hombro y sonreí. Caminé hacia el auto que había visto antes mientras el profesor me miraba con desaprobación. En cuanto arrancó me soltó un discurso de lo peligroso que era estar fuera de noche, más aun si toda la población mundial odiaba a "los de mi especie". Mientras, yo miraba por la ventana y hacía uso de uno de mis "dotes" por así llamarlos, bloqueando el sonido de la voz del profesor.

- Abril, sé cuando usas el Bloqueo, así que présteme atención, jovencita.

Dijo, volteándome a ver. Suspiré al leer sus labios y desactivé el Bloqueo, mirando cómo suspiraba de cansancio. Eso era lo único que no quería: volverme una carga para él.

- Lo siento, es solo qué no me agrada estar encerrada. Me gustaría ser normal, para poder salir al parque todos los días.

Me disculpé, frunciendo sin querer los labios. El profesor me miró una vez más y sonrió: una sonrisa cansada pero casi de lástima, después su expresión se tornó seria.

- Abril, no eres "fuera de lo normal", es solo. . .

- ¿Qué? ¿Que se hacer cosas que los demás no? ¿Que es normal que pueda cambiar de forma, trepar paredes como araña o imitar cualquier acción o sonido? Porque, si es así, uno de los dos tiene el pensamiento equivocado.

Dije, súbitamente sintiéndome colérica. Todo lo que había dicho era cierto; jamás estaría ni cerca de ser normal. Podré aparentar todo lo que quiera, cambiar de residencia cuantas veces haga necesario, cambiar de aspecto con o sin mis dotes, pero jamás estaré ni cerca de ser normal. Otro pensamiento me atormentaba, así que lo solté sin más, indiferente a lo que llegara a causar.

- ¿Cuál es mi verdadero nombre? Se me ha olvidado. Había tratado de recordarlo, pero al parecer yo no. . .

Se me hizo un nudo en la garganta. Me enfurecía y me entristecía mucho el no poder recordar mi verdadera identidad, mi nombre de nacimiento. Tengo una memoria excepcional, como parte de mis dotes, sin embargo he cambiado tanto de nombres que mi mente hace un Bloqueo automático, tomándolo como si no fuera de importancia. De un modo u otro podía saber lo que mi organismo hacía, tanto al olvidar como al recordar, y algunas veces me parecía espeluznante.

- Ése es tu nombre de nacimiento: Abril. Tus apellidos. . . Ah, desgraciadamente los he olvidado, pero estoy seguro de que ese es tu nombre verdadero.

Dijo. Ahora lo recordé: el profesor siempre usa mi nombre de nacimiento cuando estamos a solas. Compuse una sonrisa que esperaba no pareciera falsa, pero se me era difícil hacer una verdadera cuando lo único que quería hacer era llorar. Solo eso quedaba de la verdadera yo: mi nombre. Ni siquiera mis apellidos han sobrevivido.

Saqué un pedazo de papel de mi bolsa y le pedí al profesor un bolígrafo. Me lo pasó sin retirar la mirada del camino, sonriendo comprensivamente. En el papel anoté mi nombre, con cuidado de no romper la hoja, y cuando terminé lo metí el el bolsillo izquierdo del pantalón.
Me parecía ridículo, sin embargo comenzaba a creer que aquello, aquel pedazo de papel que contenía mi verdadero nombre, era una de las posesiones que más apreciaría en toda mi vida.

- ¿Regresaremos a casa?

Pregunté, sonriéndole con felicidad. El profesor asintió.

- ¡Ah, casi se me olvida! Tu nuevo nombre es. . .

- ¡Espera! ¿Podría. . . Usar mi verdadero nombre? Estoy segura de que nadie lo recuerda, además de que usaré Metamorfosis para asistir a la escuela. ¿Puedo?

Pregunté, mirando al profesor con esperanza. Él frenó despacio, se giró en mi dirección y me miró con severidad. No me atreví a decir palabra ni a retirarle la mirada en todo el resto del trayecto.
Al llegar a casa y una vez en la mesa para cenar, me volvió a mirar, esta vez sus facciones eran más suaves.

- Muy bien, pero tus apellidos serán Torres Medina: Abril Torres Medina.

Dijo, regresando rápidamente su atención a la cena. Me levanté de inmediato y lo abracé con fuerza, agradeciéndole muchas veces. Sé que parece poca cosa, pero el hecho de poder ser yo misma, aunque fuera solo por el nombre, me hacía sentir eufórica.

Genetics: Genéticamente AlteradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora