Capítulo 2

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Si bien los gritos del profesor no me despertaron mi alarma hizo lo suyo. Al recordar que iría al colegio me cambié con el uniforme a toda prisa y me miré al espejo. No quería usar Metamórfosis, quería verme lo más yo posible. ¿Hace cuanto que no uso mi verdadero rostro ante la sociedad? Aproximadamente hace diez años, desde el primer accidente que tuve en el kinder. ¿Habré cambiado lo suficiente? ¿Seguirán recordando mi rostro?

- Es hora de ser yo.

Dije en un susurro. Sin pensarlo dos veces usé Velocidad para bajar las escaleras, descolgando accidentalmente muchos de los cuadros en las paredes. Cuando llegué al comedor me senté, agradecí al profesor la comida y comencé con mi desayuno.

- Ya sabes que no me gusta que uses Velocidad.

Dijo el profesor, sin quitar su mirada del plato de comida que tenía delante. Como hoy sería mi primer día de escuela en México, lugar que jamás había visitado, mis nervios estaban a flor de piel y quería ver todo al mismo tiempo.

- Profesor, ¿Puedo usar Velocidad? Solo para ir a la escuela. No se preocupe, también usaré Bloqueo para que no me vean y pueda llegar a tiempo. ¿Puedo? Por favor. . .

El profesor negó rotundamente con la cabeza, alegando que sería peligroso. Alzó la mirada para verme de reojo e hizo un comentario de lo bien que me había quedado la Metamorfosis. Sentí que mi estómago se encogía y fingí una sonrisa, esperando que no fuera tan horrenda como a mí me pareció; me entristecía ligeramente que pensara que mi verdadera forma era solo una de las nuevas caras que podría usar. Sabía que esta era mi verdadero rostro porque la piel del mismo no cosquilleaba como cuando uso Metamorfosis, o no se sentía extraña al tacto, como si estuviera tocando la mejilla de alguien más; sentía que, de alguna manera, mi cerebro sabía que esta era mi verdadera piel, mis verdaderos ojos, mis verdaderas facciones.

- Sí, profesor . . . Me he pasado la noche entera planeándolo. Lo bueno es que pude esconder las ojeras.

Dije, tratando de sonar lo más convincente posible. Tenía un don para eso también, pero el nombre era científico y solo el profesor parecía ser capaz de pronunciarlo; todos los nombres "comunes" que les doy a mis dones los he inventado yo, mientras que el profesor casi siempre usa sus nombres de origen.

- Vamos, que llegarás tarde.

Dijo. Nos levantamos, dejamos los platos en el fregadero y salimos al aire caluroso de la calle. Al subir al auto y ver a mi alrededor me quedé fascinada por lo que veía: la ciudad era un caos total, con autos y personas por todos lados, caminando de un lado a otro sin parar. Noté que todos ellos, al igual que yo, tenían la piel morena clara y cabello negro, aunque claro que siempre hay excepciones. De alguna manera me sentía como si finalmente perteneciera a un lugar, como si perteneciera a aquellas calles abarrotadas y ruidosas que me inspiraban cierto aire de alegría ajetreada.

El profesor se despidió de mí y se fue de regreso a su laboratorio, dejándome a las puertas del colegio. Sentía el vómito en mi garganta, pero usé Bloqueo para abstenerme de manchar el suelo y miré al edificio que se levantaba frente a mí. Tenía un color rojo ladrillo que le daba calidez, cosa que me hizo tener más confianza. Avancé hasta el lector de sangre que tenían todos los establecimientos y puse una muestra de sangre de una persona normal que llevaba en un tubo de ensayo; estos métodos en los lugares y establecimientos públicos son para detectar a los Genetics, o "Genéticamente Alterados". ¿En verdad creían que éramos idiotas? Sabemos que nuestra sangre contiene ADN que pueden inspeccionar, o al menos yo lo sé.

Seguí caminando con paso lento, absorta en aquellos pensamientos. ¿Por qué tenían aquellos deseos de exterminarnos? No suponíamos amenaza alguna, o por lo menos la mayoría no lo hace. Pero, después de todo, la información sobre los Genetics o GA es muy escasa y, cuando uno causa problemas, el resto de la población se entera por chismes de lo ocurrido y no por las noticias. Era degradante y me hacía hervir la sangre, que nos trataran como monstruos. Por otro lado, ¿Quién sería lo suficientemente idiota como para poner su sangre. . . .

La sirenas comenzaron a sonar y mi corazón se detuvo. Miré atrás y vi a un niño de aproximadamente ocho años: estaba aterrado y tenía un punto rojo en el brazo de donde salía un delgado hilo de sangre. Abrí los ojos como plato e intenté saltar sobre él, pidiéndole a gritos apenas audibles que usara Velocidad para salir de allí.

- ¡No puedo! ¡Solo soy Metamorfo!

Me gritó, demostrándome su don cambiando de color su cabello. ¿Qué no se suponía que eran varios? ¿Por qué solo tiene uno? Muchos policías me empujaban y me sacaban del camino, corriendo directamente al chico y gritando que me alejara, que era una cosa peligrosa. Yo intentaba regresar con el niño, pero cuando la bola de policías se despejó él estaba inconsciente y se lo llevaban en brazos; ya había regresado a su aspecto original.

- ¡Alto! ¡¿Qué le hacen?! ¡Es solo un niño!

Grité, pero muy pocos me miraron, y quienes lo hicieron lo hacían con burla, como si estuviera loca al tratar de defenderlo. Quería usar Velocidad y arrancarles al niño para llevarlo a un lugar seguro, pero solo lograría que me atraparan y así no podría salvar a nadie. Regresé cabizbaja al edificio para tomar la primera clase del día, dando como excusa que me había visto envuelta en un problema con un GA. Me sentía culpable por decir aquello; sonaba como si me repugnara, como si hubiera sido la experiencia más desagradable en mi vida, cuando fue la más aterradora. La maestra me dejó tomar asiento, acompañado con una disculpa por no saber lo que me había pasado.

Todo mundo lanzaba miradas en mi dirección, pero cuando yo volteaban las quitaban rápidamente. Decidí usar Bloqueo en un segundo plano, de modo que las palabras de la maestra quedarían grabadas en mi memoria a pesar de no escucharlas del todo. Casi sin querer había activado Visión, por lo que podía ver a todos mis compañeros mirándome como si fuera una freak.
Por fin la clase dio fin y salimos a recreo. El asunto con el chiquillo me había dejado completamente sin apetito, y el profesor me había prohibido terminantemente socializar con otras personas. Debería de parecer muy extraña, sentada sola y con un libro en frente; casi podía imaginarme con la cara de pocos amigos que poseo y me sorprendí al comprobar que así me veía. Me dio igual, después de todo así me sentía cómoda. Con la Visión activada localicé a un grupo de chicas que todavía estaban lejos a mis espaldas, pero que definitivamente se dirigían hacia aquí. Genial, justo cuando pensaba que nadie me notaría.

Genetics: Genéticamente AlteradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora