Sin dejarme tiempo para ir con mi hermano, los guardias me alejaron del centro y obligaron a caminar hacia el espeluznante edificio gris. Abril me miraba con una pequeña sonrisa, como si quisiera alentarme a intentar hablar con Óliver. Le devolví la sonrisa, pero la verdad es que estaba molesto con ella. ¿Quién la mandaba a arriesgar su vida así? Abril no tiene ni un pelo de tonta, y aun así se lanza a las garras del peligro como si no le importara en lo más mínimo. Me irrita que no le guste que la ayuden y que aun así haga cosas que la ponen en peligro, generalmente de muerte. Y aun así, mi cerebro no me permite odiarla.
Nos condujeron dentro del edificio sin cuidado alguno. Me sentía tan débil y cansado que a penas podía estar de pie, pero eso definitivamente no les importaba a los guardias en lo más mínimo. Llegamos a una habitación que aparentemente hacía de comedor, con cuatro mesas del mismo color gris que el edificio que en conjunto daban una imagen de rutina y desesperanza.
Me sorprendí enormemente al ver que las filas se desintegraban y cada quien se sentaba con su cada cual. Habían mesas que se llenaban de grupos de personas sonrientes y ruidosas; ningún guardia hizo ademán de moverse y separarlos. En este comedor gris se respiraba el aroma de la felicidad y se escuchaba la dulce melodía de las conversaciones calmadas.
Con fuerza más calmada nos dirigieron a una mesa y soltaron nuestras cadenas por primera vez en semanas; froté con mucho cuidado mis doloridas muñecas, las cuales estaban tan delgadas que fácilmente podía rodearlas con dos dedos. Retiré con un ademán impaciente el cabello de mi rostro y busqué casi frenéticamente con la mirada a mi pequeño hermano. Óliver no tardó absolutamente nada en hacerse presente; lucía una terrible pinta que denotaba que había sido castigado duramente.- ¿Gerald? ¿En. . .en serio eres tú?
Dijo, buscando con sus brillantes y amarillentos ojitos mi mirada. Cuando levanté la cara y le hice frente, sus ojos se llenaron de lágrimas y mordió su labio con fuerza dolorosa.
- De verdad eres tú. . . ¿Pero qué te han hecho? Estás tan flaco. . . ¡Y tu cabello! Te vez más guapo así, como papá.
Dijo, tomando con una pequeña manita mi debilucha mano. El vocabulario que utilizó fue tan maduro, tan desconocido a mis oídos, que me tomó por sorpresa. Antes en aquellos ojos ámbar brillaba una determinación infantil que nada en el mundo había logrado quitarle, pero al intentar buscarla de nuevo no la encontré. Me dolió profundamente que ya no fuera el niño que fue, me dolió el comprobar que una persona era capaz de cambiar tanto en algunas semanas.
Lentamente extendí ambas manos para tocar sus mejillas, para asegurarme de que no era una alucinación creada por mi desesperada mente, que los latidos frenéticos de mi corazón no eran en vano. Cuando ambas pieles se tocaron, no pude evitar exhalar un suspiro ahogado que fácilmente pudo haber sido confundido con un jadeo.- Sí eres tú. . . En verdad eres tú. . . Dios santo, ¡has cambiado tanto, pequeño! No, esa palabra ya no te describe en absoluto. . . . Ya no.
Susurré, desesperadamente recorriendo su rostro con las manos, pasándolas por su cabello y peinándolo delicadamente con los dedos. Sentía como si en cualquier momento fuera a desvanecerse en el aire, como si en cualquier momento me lo fueran a arrebatar; estoy seguro de que si eso pasaba, mi corazón no podría soportarlo.
- Hermanito. . . Estás llorando.
Me sorprendí al oírle decir eso. Jamás, ninguna vez en mi vida había llorado frente a Óliver, pero justo ahora las lágrimas recorrían mis mejillas a gran velocidad. Esbocé una débil sonrisa y asentí, admitiendo así la debilidad que siempre quise esconderle a él.
- Sí, eso es correcto. . . N-no tengo palabras para describir lo feliz que me siento, Óliver.
Susurré, retirando mis manos de su rostro y pasándolas por mi cabello. Ver su expresiva sonrisa curó todo el dolor que se había acumulado en mi corazón desde que lo perdí; bueno, todo el dolor excepto por el que causaba mi impulsiva mejor amiga.
- Hermanito, vi cómo mirabas a la chica de aya afuera. . . . ella intentó salvarme, ¿sabes? Aquel día en el que me trajeron. No pudo acercarse a mí, aun así le agradesco el esfuerzo; por otro lado, jamás pensé que podría ser una de nosotros. . . . La conoces, ¿verdad?
Preguntó, dirigiendo aquellos ojitos de lobo hacia las grises puertas de entrada. Esbocé una sonrisa y asentí, recordando la ira que Abril mostró al insinuarle que no le importó la captura de un GA. Mi hermano menor sonrió de oreja a oreja y me miró con suma atención, devolviéndole ese aspecto aniñado que había perdido.
- ¿En serio? ¡Cuéntame de ella! ¿Qué poder tiene? ¿Metamorfosis? ¿Intelecto? ¿Velocidad? ¿Fuerza? ¿Visión? ¡Dime!
Demandó, dando pequeños saltitos en la silla. Sonreí de nuevo mientras intentaba aguantar las lágrimas de felicidad al ver que mi dulce hermanito de ocho años volvía a ser el mismo.
- Nos hicimos amigos hace un tiempo. Su nombre es Abril y tiene mi misma edad. . .creo. Ella es GA y pertenece al grupo de Intelecto.
Dije, mirando con nerviosismo alrededor. Obviamente no le revelaría a mi hermano menor el secreto que Abril guardaba por lo peligroso que era, pero me sentía un poco mal el no poder decirle la verdad. Suspiré y, cuando me disponía a cambiar de tema de conversación, llegaron unas personas vestidas de blanco y depositaron un gigantesco plato de comida frente a mí.
- ¡Buen provecho, chico!
Exclamó la mujer que trajo mi plato. Me regaló una sonrisa cálida y sincera y después se retiró junto a los demás cocineros. Con los ojos abiertos por la sorpresa miré el plato de proporciones colosales y sentí que mi panza rugía como una bestia enfurecida.
- ¡¡WOW!! ¡Mira qué enorme es esa porción!
Exclamó mi hermano, mirando tan asombrado como yo a mi comida. Sin pensarlo dos veces comencé a devorarla, procurando hacerlo en un ritmo normal y calmado para no enfermar. Mientras lo hacía y observaba a mi hermano comer, no pude evitar sentir un dejo de culpabilidad por poder disfrutar de la comida y que Abril, por su inmadurez e impulsividad, fuera incapaz de hacerlo por largo tiempo.
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Genetics: Genéticamente Alterados
Science FictionTodo esto ha iniciado por un accidente durante el avance de la Tecnología, un accidente que cometieron mis antepasados hace varios lustros atrás. Se sabe que solo hay cincuenta como yo en todo el planeta tierra y que la población nos busca exhaustiv...