Capítulo 16

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Unas bruscas sacudidas me despertaron del sueño. Abrí los ojos, demasiado cansado para pensar en algo.

- Vamos amigo, tienes que levantarte; tenemos que ponernos la ropa blanca.

Me apresuraba el chico de ojos negros con apremio. Tenía el torso desnudo, con la camisa blanca a medio poner. Lo miré unos segundos más y me levanté, sacudiendo a Abril con delicadeza.

- Despierta Abril. . . Vamos. . .

Susurraba. Decidí que la dejaría descansar un poco más, así que comencé a desnudarme. No me importaba que el otro chico me viera; yo no tenía nada que él no tuviera, después de todo. Me quité rápidamente el pantalón de pijama sucio y lo cambié por el blanco. Era de una tela que jamás había visto antes, delicada pero muy resistente y suave al tacto; me apresuré a ponerme todo el traje, y cuando lo hice volví con Abril.

- Abril, despierta ya. . .

Susurre, moviéndola con un poco más de fuerza. Cerca de nosotros, el chico de ojos negros parecía estar sumamente nervioso, miraba continuamente a la puerta de la sala, regresando su mirar a nosotros con impaciencia.

- Despiértala ya.

- No puedo, está muy dormida. . .

- Quítate, yo lo haré -me apartó con brusquedad- ¡¡¡DESPIERTA YA!!!

Gritó. Abril lo golpeó instintivamente en el rostro, mandándolo fuera de balance. Me coloqué a su lado y sostuve su mano, mirando sus párpados que poco a poco se iban abriendo. Había esperado mucho por verla despertar, ver sus ojos marrones brillar como usualmente hacían, ver sus deslumbrantes sonrisas.

- ¿Gerald? ¿En dónde estamos?

Preguntó con pereza. Aguanté las ganas de llorar de alegría y tragué saliva; no sabía cuanto añoraba escuchar su voz de nuevo.

- Te lo explicaré después, ahora necesito que te pongas esto- le entregué la ropa doblada- Rápido, apresúrate.

La apremié. Ella abrió los ojos como platos y obedeció en total silencio, yéndose a una esquina alejada de la sala para cambiarse. Escuché un gemido de dolor procedente del piso y me acerqué al ojinegro con una sonrisa clavada en los labios.

- ¿Estás bien?

Pregunté, a lo que bufó con molestia. Le tendí una mano para ayudarlo a ponerse de pie, y cuando lo hizo me miró directamente a los ojos.

- ¿Cómo es posible que pegue tan fuerte? Es sólo una chica.

Contuve un gruñido escéptico, pues Abril no era como otras chicas y eso lo tenía comprobado. Le miré, adoptando una posición defensiva.

- Ella entrenaba con su. . .-¿cómo llamarle al difunto profesor?- con su padre. Lo hacían cada cuanto.

El ojinegro me miró con incredulidad, pero después se encogió de hombros. Ahora pude ver el gran moretón que Abril le había dejado en el pómulo; tuve que hacer un esfuerzo descomunal para no reírme, era demasiado cómico.

- Ya estoy lista, ahora quiero respuestas.

Dijo Abril, acercándose a nosotros. Al ver el terrible moretón que le había causado al chico, se cubrió la boca, horrorizada.

- ¿Eso lo he hecho yo? Perdona, no sabía que. . . ¿Cómo puedo. . .

El ojinegro soltó una risita que no escondía nada y reflejaba sorpresa. Sonreí para mis adentros; Abril tenía un no-se-qué que hacía que muchas personas se encariñaran con ella. Tal vera su torpeza tierna, o su gran intelecto fuera del gen modificado; eso era un total misterio para todo ser viviente.

- No te aflijas, estoy bien.

Contestó el chico con la primera sonrisa que le había visto esbozar. Me dirigí a Abril.

- ¿Qué es lo que recuerdas de. . . Ese día?

Le pregunté. Mi corazón se aceleró al ver que su rostro se tornaba sombrío y sus ojos gélidos. Sabía que recordaría todo, después de todo nos caracterizamos por nuestra excepcional memoria, y lo que más me dolía era saber que mis conjeturas habían sido correctas; seguramente ahora me odia por lo ocurrido y no puedo culparla.

- Recuerdo que estabas inconsciente, con una navaja en el cuello. Recuerdo que ese mal nacido mató a. . . A mi padre y que te lastimó con la navaja.- inconscientemente llevé dos dedos a los delgados trazos de cicatriz que adornaban mi cuello- Recuerdo también haber. . .-tragó saliva- asesinado a la niña rubia y a dos policías. Después, tan sólo obscuridad.

Dijo. Sus ojos se llenaron de lágrimas y comenzó a llorar, primero en silencio y después más enérgicamente. Corrí a abrazarla, sintiendo el desagradable sentimiento de mi corazón al romperse en mil pedazos.

- ¡Yo la asesiné! Acabé con su vida con un sólo movimiento. . . ¡Y ese horrible hombre! ¡Mató a mi padre, lo asesinó a sangre fría!. . . ¿En qué me he convertido, Gerald? Soy un monstruo. . . Una asesina, como él.

Dijo, con la voz y llanto cargados de amargura. El ojinegro miraba la escena confundido y apenado, como si se compadeciera de ella. Entonces los rumores eran casi ciertos; Abril había asesinado a tres personas, no a una.
De pronto, intentó apartarme. Al ver que la aferraba con todas mis fuerzas, usó Fuerza y me empujó contra la cama, llevando después sus manos a boca para acallar sus sollozos. Me miró con los ojos como platos.

- Perdóname. . . No deberías estar abrasándome, soy un monstruo. . .

Dijo, apartando la mirada. Me levanté de la cama y la tomé de las muñecas, llevándolas a mi pecho como la primera vez en que nos conocimos. Aparté esos hermosos recuerdos de mi mente con impaciencia.

- Mírame, por favor- Desvió la mirada. Tomé su mentón un una mano, obligándola a verme- No eres un monstruo. No sabías lo que hacías, no eras consciente de lo que pasaba. Nada de esto es culpa tuya, y jamás lo será.

Le dije. Ella se dedicó a mirarme con los ojos rojos, sollozando de vez en cuando. Cuando sentí que estaba más calmada, pegué la frente a la suya y la miré de nuevo, no pudiendo evitar sonreír al verla.

- Siempre voy a estar aquí para cuando me necesites.

Le dije, usando la conexión cerebral. El silencio creció entre nosotros por un rato, hasta que la respiración de Abril se volvió acompasada.

- ¿Me lo prometes?

Preguntó devuelta. Sonreí y reí un poco, divertido ante su inocente pregunta.

- Claro, puedes contar conmigo.

Dije, esta vez alto y fuerte. La abracé con fuerza y así nos quedamos, abrazados como amigos que éramos. Tal vez nos vamos conociendo por unos meses escasos, tal vez es imprudente que confiemos tanto el uno del otro; pero hemos compartido dolor, risas, miedo, sonrisas, desesperanza y esperanza, cosas que llegan a unir a dos personas hasta ser indispensables uno de otro.

- ¿Sabes? Quería ser yo el que se disculpara, ya sabes, por no poder protegerte.

Ella me miró con una mezcla de confusión e irritación; reí un poco al verla molesta, su expresión era casi como de indignación, de no ser porque estaba combatiendo una sonrisa diría que estaba muy enojada conmigo.

- Oye, yo puedo cuidarme sola; eso ya lo sabes.

Se apartó de mí. Mordí mi labio inferior, sintiendo que había cometido un error al portarme tan machista. Sé que ella es capaz e independiente, dadas las circunstancias debe de serlo; pero es mi única y mejor amiga, por eso no quiero perderla.

- Ya, ¡ven tontito!

Dijo al verme tan meditabundo. Extendió los brazos con una sonrisa de oreja a oreja y la abracé, levantándola del suelo y dando unas cuantas vueltas.

- Parecen novios. . . Ya me gusta su pareja.

Mencionó el chico ojinegro con una sonrisa divertida. Abril y yo lo miramos por unos segundos y después nos miramos entre los dos; nos separamos lo más rápido que pudimos, yo mismo sintiendo mis mejillas arder como si estuvieran al rojo vivo.

- Oye, chica; ¿No tenías el cabello castaño?

Genetics: Genéticamente AlteradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora