Capítulo 10

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- ¿Por qué siempre tiene sedante? No se ve ni remotamente peligrosa. . . .

Escuché que decía uno de esos estúpidos guardias. Gruñí por lo bajo, intentando ponerme de pie para escuchar mejor la conversación. Las cadenas crujieron y tintinearon cuando me moví, pero le resté importancia con un gesto hosco.

- Es demasiado peligrosa. No puedo decirte lo que pasó con exactitud, pero hay un rumor que dice que mató a la hija del Comandante, golpeó a tres policías y casi mata a uno de ellos. De no haber sido por el ataque sorpresa de él, ella habría acabado con su vida también.

Decía uno de los guardias, el de aspecto mayor. Miraba de reojo a la celda de Abril con miedo profundo marcado en sus ojos. Esbocé una sonrisa; ella había logrado lo que yo no pude, había luchado hasta el final para intentar sacarnos de ahí. . . Con resultados catastróficos.

Era cierto que yo no sabía nada a ciencia cierta, sólo los rumores que corrían entre las personas encerradas aquí. Uno de los GA que usaba la celda a mi lado me había contado que el Comandante había estado buscando a Abril desde hace años, pero que siempre lograba escaparse de sus garras.

También escuché que el Comandante había asesinado al Profesor. La noticia me golpeó con fuerza brutal, pues ese hombre me había aceptado de brazos abiertos en su casa y familia para después acabar asesinado a sangre fría. Sabía que todo esto era culpa mía; si Abril no me hubiera conocido, jamás habría revelado su secreto abiertamente, jamás nos habrían encontrado y el Profesor seguiría vivo.

Seguramente cuando se despierte me odiará, y con muchas razones.

La siguiente pregunta que formulé al recobrar mi conciencia fue el paradero de Óliver. Era posible que él estuviera aquí, en este cargamento que se dirigía a no sé dónde, pero ninguno de los GA parecía conocer o haber escuchado de mi pequeño hermano.

- Esa chica es una hija de perra. . . ¿Qué la hace tan especial? Ni que fuera. . .

Las palabras del estúpido guardia hicieron que me hirviera la sangre. Me acerqué con sigilo a la puerta de mi celda, por donde de casualidad iban pasando los guardias, y arremetí golpes contra el primero que se cruzó en mi camino.
Cuando las cadenas comenzaron a ser un estorbo, decidí usar Intelecto para hacer volar las llaves de su bolsillo y abrir mis cadenas y celda, pero uno de ellos descubrió mi plan antes de ponerlo en marcha. Se interpuso entre las llaves y yo, haciendo que perdiera el contacto visual necesario para hacerlas flotar sólo a ellas.

- ¡Chico, trae las cadenas extra!

Gritó el guardia mayor, tratando de esquivar mis golpes certeros. Leía su mente cada vez que podía y adivinaba sus ataques, haciendo que éste recibiera más de los que podía parar. Logré golpearlo en el pómulo, la nariz. . . Pero no era suficiente para ponerlo fuera de combate.

- ¡Aquí están, señor!

- ¡Ahora ayúdame!

El guardia mayor abrió la celda y se lanzó directamente a por mí. Lo esquivé con facilidad tras haberle leído el pensamiento y arremetí contra el que portaba las llaves. Intenté inmovilizarlo y quitárselas, pero el guardia mayor llegó por detrás y aprisionó mis brazos tras la espalda.
Le pidió a gritos a su compañero que le pasara las cadenas extra y con ellas encadenó mis manos. Después, con unas tiras de cuero resistente, pegó mis brazos contra el cuerpo y mis piernas juntas, inmovilizándome por completo.

- Sí saben que de nada servirá, ¿verdad?

Pregunté, algo soberbio e insolente de mi parte. Me encantó ver la reacción de indignación del guardia mayor y la de temor del otro.

- No nos subestimes, maldita mutación.

Masculló el mayor, atizándome un golpe con la cola de la escopeta que cargaba. El golpe no tardó en sangrar un poco, pero sólo solté una risita; podía aprovechar esta distracción para robar las llaves, después de todo no creo que sepan lo del contacto visual.

Hice que las llaves flotaran un poco, pero para mi desgracia el más joven lo notó. Me apuntó con un dedo acusador y una mirada aterrada.

- ¡Puede hacer que floten! Cúbrale los ojos, señor, hágame caso.

Dijo. La sonrisa de superioridad y burla se esfumó de mi rostro. El guardia mayor se rió con mofa y corrió por una pañoleta que usaría como venda, dejándonos solos al chico idiota y a mí.

- No soy diferente a ti, yo jamás pedí nacer con estos dones. Ese Comandante del que tanto hablan secuestró a mi hermano menor de ocho años, ahora nos secuestra a mi amiga y a mí tras matar a la única familia que le quedaba. ¿Sabes quién es el verdadero monstruo? Es aquel quien mata a inocentes. Es quien secuestra a personas que no han hecho daño alguno a la sociedad, con fines desconocidos. Ese Comandante, a quien tanto adoran, me quitó a mi hermano tras haberme quitado a mis padres, ahora le arrebata la felicidad a mi amiga sin dudarlo. Piensa en qué bando deseas estar.

Dije, mirándolo a los ojos. No tengo idea de por qué me sincero con este. . . Este. . . Engendro de la humanidad, pues quien deseé algo malo para alguien más no es del todo humano. Pensar en mi hermano que no he visto, en mis padres asesinados, en mi amiga ahora huérfana de nuevo. . . Era demasiado para mi corazón remendado. Una que otra lágrima escapó de mis ojos, me permití un solo sollozo, todo aquello sin retirar la mirada de los ojos del guardia joven.

Llegó el otro imbécil con la venda. Lo último que vi antes de ser desorientado fueron los ojos marrones del joven guardia, mirándome con una expresión indescifrable. Tras haber terminado su tarea, escuché los pasos de ambos alejarse de mí. La obscuridad me hacía desesperar, la limitación de movimientos amenazaba con volverme loco, pero ninguna de esas sensaciones eran más fuertes que el profundo dolor de haber perdido todo lo que tenía en el lapso de cuatro días.

Genetics: Genéticamente AlteradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora