Capítulo 12

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Tenía todos y cada uno de los sentidos adormecidos, mis extremidades y cuerpo entero eran incapaces de moverse. Algunas veces lograba abrir los ojos, pero los guardias que me vigilaban siempre lo notaban y volvían a administrarme morfina.

Esta vez logré estar consciente por más de media hora. Pude ver a Gerald y al ver en qué condiciones estaba sentí la ira borbotear lentamente en mi interior; pero tenía que contenerme si no quería más sedante.

Estaba encadenado y atado con tiras de cuero. Llevaba una venda en los ojos; seguramente habían descubierto lo del contacto visual. Estaba demasiado delgado, demasiado demacrado como para creerlo.

De pronto vi que le preguntaba al hombre que había en la otra celda algo; el tono de su voz parecía cansado y preocupado, pero no pude deducir lo que decía. El hombre le contestó algo y reinó el silencio.
Después le habló una pequeña niña. Esta estaba también demasiado delgada, tanto que parecía que sus piernitas parecían poder quebrarse con facilidad. Comenzaron a platicar sobre cosas inteligibles, pero la escena me sacó una sonrisa; Gerald se veía tan feliz. . .

Intenté leerles la mente desde aquí; no estaba segura si funcionaría, pero quería intentarlo. Cerré los ojos con fuerza y me esforcé por concentrarme.

- Nop, ¡Fu-fuerza!

Escuché que decía la niña. Gerald parecía tan feliz y sorprendido que me sacó una sonrisa aun más grande; adoraba verle esa sonrisa. Noté que la nena le había quitado la venda de los ojos y ahora estos brillaban con una dicha peculiar.
Los guardias debieron notar que estaba semi despierta, por que sentí la morfina correr por mis venas una vez más.

- No, esperen. . . Sólo un poco más. . .

Pedí, luchando con todo lo que podía contra el sueño abrumador que me envolvía. Lo último que vi fue a Gerald abrasando a la pequeña con una ligera mueca de dolor.

- . . . .¿puedo llamarte hermano menor?

Escuché que la niña le preguntaba. Pude sentir, de algún modo, el dolor que Gerald sintió con esa pregunta. Sabía que aun no encontraba a Óliver, que lo más probable era que jamás lo hiciera, así que aquella pregunta era extremadamente dolorosa.

Caí en profundo sueño.

Estaba segura de que él me odiaba. ¿Cómo no podría? No pude salvarlo, ni a él, ni a Óliver, ni al Profesor; todos y cada uno fueron perjudicados por mi culpa. Si tan sólo hubiera pensado mejor las cosas. . . Si tan sólo hubiera puesto más de mi parte. . .

Pero el hubiera no existe y no puedo vivir en él. Estoy segura que algún día dejarán de administrarme esta estúpida morfina, y cuando ese día llegue hablaré con Gerald para pedirle perdón por no poder salvarlo. Algún día, eso es una promesa.

Genetics: Genéticamente AlteradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora