Capítulo 5

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- Si quieres podemos ir a mi casa; vivo con un profesor que decidió adoptarme. Es algo así como mi padre, aunque no lo sé muy bien.

Sugerí, abriendo la puerta del salón. Gerald me sonrió de nuevo y asintió, levantándose de la silla y caminando con paso ligero en mi dirección. Seguramente el profesor me descuartizará cuando llegue a casa por estar tarde, pero Gerald necesita un lugar sólido en dónde dormir. No me ha dicho que cuenta con una casa, así que lo invitaré a la mía.

- Gerald, ¿Cómo puedes asistir a la escuela?

Pregunté. Él me explicó que trabajaba en el mercado cargando cajas con vegetales y demás, además de que trabajaba de cajero en un supermercado y que el orfanato cubre parte de la colegiatura. Me dolía saber lo duro que era su vida, pero me alegraba que haya podido salir adelante. No me imagino cómo está sufriendo al saber que su hermano fue capturado por la policía, pero intentaré subirle los ánimos hasta encontrar la forma de liberar a Oliver.

- Y aquel profesor, ¿No se molestará que duerma en su casa? No sé, apenas somos amigos y. . .

- ¡Tonterías! Le agradarás; además, el profesor está interesado en los GA, así que no creo que haya problema alguno.

Caminamos a la par, hablando sobre cosas sin importancia en voz baja por miedo a que nos escucharan. Hace un año exactamente ordenaron poner cámaras y sonido por todas partes con la finalidad de capturar más rápido a los GA, pero era una suerte que hubieran tenido la tonta idea de publicarlo por televisión.
Pronto comenzamos a hablar sobre cómo eran nuestras vidas antes de las huidas. Le comenté que jamás tuve una vida antes de esto, que nunca conocí a mis padres y que todo lo que había conocido siempre era esconderme y escapar.

- Vaya, siento haberte hecho recordarlo, suena muy triste.

Dijo, rascándose la nuca. Me encogí de hombros, pero la verdad es que tenía razón: me entristecía que nunca tuve una vida en la que no me buscasen. Él me contó que a pesar de vivir la mayoría de su vida en Japón él había nacido aquí al igual que Oliver, así que cuando necesitaron un lugar en dónde vivir le pidieron al abogado de la familia que les consiguieran un orfanato en México. Seguramente el abogado no sabía el asunto de la familia ni las circunstancias en las que fallecieron, pero gracias a dios que lograron llegar aquí.

- Bueno, ya llegamos.

Anuncié, señalando con la cabeza la puerta de madera. Mi residencia era idéntica a las demás, lo que nos escondía bastante bien o por lo menos disimulaba mi estadía. Abrí la puerta y le indiqué a Gerald que dejara la mochila a un lado de ella mientras yo le avisaba al profesor sobre la "visita".
Corrí escaleras abajo hasta el laboratorio del profesor y toqué tres veces, esperando a que él abriera. Cuando lo hizo, me miró extrañado.

- No es usual que llegues tan tarde y encima toques a la puerta.

Sentí el rubor llegar a mis mejillas, pues si esto era cierto no contaba con modales algunos. Lentamente le relaté lo que pasó desde el inicio, donde Oliver fue capturado hasta cuando Gerald y yo nos hicimos amigos y conversamos. Como sospeché, el profesor estaba encantado de tener a otro GA en la casa para poder obtener más información, además de que se alegraba por mí por conseguir un amigo en el primer día de clases a pesar de habérmelo prohibido. Algunas veces pienso que el profesor es algo bipolar, o tal vez solo está muy agradecido de poder conocer a otro GA.

- Gerald, muchacho, bienvenido. En unos minutos estará lista la comida.

Anunció el profesor, irrumpiendo en la sala. Yo no podía hacer nada mas que sonreír, pues me hacía feliz que el profesor aceptase a mi amigo. Estrecharon las manos y se sentaron a platicar mientras el robot casero, que era invención original del profesor, preparaba lo que parecía carne asada.
Me senté al lado de Gerald y me limité a escuchar la conversación. El profesor preguntó las mismas preguntas que yo le había hecho anteriormente, y él volvió a relatar todo. Pude apreciar que esta vez logró contener con mayor éxito las lágrimas, pero su voz aún temblaba ligeramente en algunas partes. Cuando terminó, el profesor parecía estar molesto.

- ¿Se los llevan sin más? ¿Por qué no usan Velocidad, o Intelecto, o Persuasión para escapar?

Preguntó, mirando con intensidad a Gerald. Éste nos miró a ambos, aparentemente confundido.

- Solo podemos usar uno. . . ¿A caso con Abril es distinto?

Dijo, mirándome casi sin parpadear. Parecía un tanto emocionado e intrigado, incluso puso su mano sobre la mía en la mesa. Me apresuré a retirarla y me limité a asentir, demasiado confundida para decir palabra; ya sospechaba que no era normal, pero jamás pensé que fuera tan inusual.

- Se supone que sólo puedes tener un don, esa es la única falla del experimento de años atrás, solo uno de los genes modificados sobrevive y pasa al hijo. . . Por ejemplo, mi madre tenía Metamorfosis y mi padre Intelecto; mi hermano salió con Metamorfosis y yo con Intelecto. Pero como ya sabes, Abril, me falta controlarlo.

Dijo. El profesor y yo intercambiamos miradas preocupadas; si los genes alterados pueden pasarse de padres a hijos, pero solo uno de los genes alterados sobrevive, ¿Cómo es posible que posea todos de los que sabemos que existen? De pronto, escuché un débil quejido que provenía de la ventana de la cocina. Sin pensarlo dos veces me levanté de golpe y corrí a la ventana, ignorando las exclamaciones de sorpresa del profesor y Gerald.

Me asomé rápidamente y sentí cómo mi estómago se encogía de terror: a unos tres metros corría una chica rubia que lucía una sonrisa de maldad pura, sujetando una grabadora con la mano derecha. Había escuchado la conversación entera y la había grabado.

- ¡Corran! ¡Nos han descubierto!

Grité una vez dentro. Corrí a la sala y volví a gritar para después correr fuera y perseguir a la chica rubia. Si hacía uso de velocidad, lo más probable es que una de las cámaras me capte y me capturen; pero si no lo hacía, llevarían la grabación de la conversación y atraparían a Gerald también.

Tomé una decisión.

Genetics: Genéticamente AlteradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora