CINCO

381 57 1
                                    

Butterscotch (S.) Un cálido y chamuscado amarillo.

----------------------------------

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

----------------------------------

Atsumu terminó de anudar su corbata y arreglar su traje con éxito aunque el desgano emanaba por sus poros, casi convirtiéndose en un aura palpable para las personas de su entorno. Podía decir que lucía bien, no deslumbrante, pero bien.

Quizás si ese fuera otro mundo donde las almas gemelas solo fueran un mito romántico y caótico, y los colores no estuvieran reservados para una persona desconocida en específico; Atsumu diría que lucía lo suficientemente bien como para atraer la atención de alguien, que un par de ojos lo encontrarán atractivo de ver y lo mirarían con deseo en vez de lástima, burla o compasión.

Para él bastaría con un fugaz instante de atención dirigida a cualquier aspecto de su persona o vida, que no fuese el desgraciado hecho de no haber encontrado a su alma gemela aún.

Pero en el mundo donde vivía, en esa realidad que era su día a día, no lo sabía.

De hecho, Atsumu dudaba completamente que su atractivo fuera suficiente aún si se esmeraba en arreglarse con un buen atuendo.

La realidad era que nadie le daba importancia a ese tipo de cosas, no eras el centro de atención de otras personas a menos que estuvieras un largo tiempo sin alma gemela y ellos fueran capaces de notar eso. Y es gracias a eso que solo te conviertes en algo perfecto al cual apuntar y destruir con críticas por no haber encontrado aún a esa persona especial.

¿Era su culpa? No, pero el ser humano era así, siempre necesitaba a quién responsabilizar de cualquier acto, incluso de aquellos que se escapaban de sus manos. La mayoría de las veces, luego de escuchar tantas respuestas ajenas a sus porqués, comenzaba a dudar de sí mismo.

Él no se sentía suficiente, como si no valiera la pena, aunque en el fondo casi podía escuchar esa distorsionada voz decirle que sí la valía. Que valía la pena, el esfuerzo, la espera, el dolor, la intriga, el riesgo. Simplemente que él valía.

Atsumu volteó su cabeza a ambos lados para asegurarse que nadie, ni siquiera Osamu, estuviera cerca para verlo. Luego, mirándose de arriba a abajo, con el ceño fruncido con disgusto, detuvo sus ojos en el reflejo de sus muslos, formando un puchero con sus labios.

Podía notar a simple vista cómo el pantalón de vestir acentuaba esa zona debido a su grosor –uno que odiaba completamente–. No comprendía por qué si él y Osamu entrenaban la misma cantidad de horas y seguían las mismas rutinas de ejercicio desde su niñez, él debía cargar con aquél karma. Incluso Atsumu entrenaba más que Osamu algunas veces.

Simplemente no le gustaban sus muslos, aunque muchos de sus compañeros de equipo le dijeran que era por su musculatura, aunque su entrenador le explicase que el metabolismo funcionaba diferente según el individuo; aunque le dijesen cualquier explicación lógica y verídica, no lo comprendía.

Paint My World (SakuAtsu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora