DIEZ

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Rubí (S.) Un profundo rojo.

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— Mamá, estoy siendo serio aquí, por favor. -Sakusa soltó un quejido de frustración en medio de la oración mientras se sentaba en su cama desordenada y apretaba el teléfono con impaciencia.

Su cabeza palpitaba de nuevo. Desde que estuvo en el comedor con Komori, lo que fue una ligera punzada en la cabeza, se convirtió en una migraña infernal que apenas lo dejaba concentrarse en formar una pequeña oración para hablar.

Y ni hablar del momento en el que estuvo en la cancha. Sakusa soportó tanto como pudo el dolor y los extraños estallidos de puntos en su visión hasta que de un momento a otro se desvaneció.

Ahora mismo, Sakusa trataba de explicarle a su madre los acontecimientos que le han sucedido en el corto período de tiempo en el que ha estado en el Centro. Trató de contar todo a detalle, explicando desde los sueños extraños que tuvo durante la noche y los fuertes e insufribles dolores de cabeza que había estado teniendo.

Y a eso súmale que Kiyoomi estaba tratando de no sufrir un colapso emocional por no explotar su cien por ciento en la práctica que tuvieron. Él era plenamente consciente de que, aunque estuvo durante toda la práctica, no dejó la primera impresión que quería; seguramente otros jugadores creerían que era un error que él fuera catalogado el ace número uno de preparatoria en todo Japón.

Un gemido doloroso escapó de su garganta antes de continuar hablando. — Mamá esto no es normal. Es muy raro que me duela la cabeza y lo sabes.

Su madre suspiró del otro lado del teléfono, seguramente tratando de calmarse para pensar en qué decirle. — Kiyo, quizás es por la contaminación del aire. Ahora estás en la gran ciudad, eso puede estar afectándote. ¿Estás seguro de que limpiaste tu habitación y colocaste un purificador de aire antes de irte a la práctica?

Sakusa escuchó las sugerencias de su madre, renegando en su mente. Sabía que podían ser esas cosas, que su madre podría tener razón –como la mayoría de las veces–, pero Sakusa no creía que esas cosas fueran las verdaderas causas de su migraña infernal; él sentía que había algo más, algo que estaba dejando pasar por alto.

¿Qué era? ¿Qué estaba ignorando? Necesitaba averiguarlo rápido.

— Mamá, he estado en Tokio antes y lo sabes. ¡Incluso vinimos de vacaciones con Komori el año pasado y no me pasó esto! Llevo más de medio día con esta maldita migraña y en toda la noche no pude dormir más de veinte minutos sin despertarme. Además, parece que solo empeora cuando vengo a mi habitación. Puedo estar deambulando por los pasillos y el dolor disminuye, casi puedo estar bien completamente bien.

Sakusa dijo, hablando más rápido de lo que alguna vez lo había hecho en su vida. Él estaba perdiendo la compostura en este punto. Estaba frustrado y cansado, era el tercer día y sentía que había sido golpeado con una bola de demolición. Kiyoomi suspiró, pasando una mano por su rostro para disipar las arrugas y la tensión de su rostro.

Paint My World (SakuAtsu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora