Todos quieren conocer a su alma gemela. Independientemente de cómo la encuentres y qué te ofrece, amistad, una relación amorosa, a veces incluso es un familiar muy lejano. Cuando se trata de tu alma gemela todo lo que puedes pensar es en cómo verás...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
-----------------------
Sakusa estaba agotado. Su madre lo había acompañado hasta la habitación que compartiría con otras cinco personas, entre esas, estaba su primo Komori; quien ya se había perdido dentro de las instalaciones para recorrerlas y ver si encontraba algún conocido. Él, en cambio, intentaba convencer telepáticamente a su madre para que se retirara y dejara de causar un revuelo en aquellas cuatro paredes.
— Kyioomi, trata de dejar tu futón en el centro, así será más fácil para ti socializar con tus compañeros de habitación. -La voz de su madre se escuchaba tan entusiasta que casi le daba dolor de cabeza. Solo quería terminar de acomodar sus pertenencias donde nadie más las fuese a tocar y buscar algo de comer. — ¿Me estás escuchando, Sakusa?
— Sí, madre. Fuerte y claro.
La mujer de cabellos oscuros se apresuró a abandonar la habitación, despidiéndose con un último "te voy a extrañar, hijo". Sakusa sintió que podía respirar entonces. Quería a su madre, pero a veces era demasiado para él.
Tomó el bolso deportivo donde llevaba lo más personal -según él- y lo colocó en una esquina vacía de la habitación, seguido de eso, colocó otros dos bolsos propios a los lados, casi como un mural que protegería sus cosas más preciadas. Suspiró con cansancio, deshaciéndose del cubrebocas que tapaba parte de su rostro y respirando tranquilamente ahora que se encontraba solo.
Aprovechó el vacío que había en la habitación para escudriñar con sus ojos. No importa cuántos grises pintaran su panorama, no era un impedimento para apreciar ciertas cosas; como por ejemplo, la gran ventana que estaba cubierta por persianas. También estaba un armario de cemento –eso suponía– sin puertas, supuso que era para colocar algunas de sus pertenencias allí para tenerlas al alcance (claramente, él no haría eso).
Volvió a colocar el cubrebocas sobre su rostro, decidido a salir para comenzar su travesía en la búsqueda de la cafetería del lugar. Cerró la puerta de la habitación detrás de sí mismo, guardando sus manos en los bolsillos de la chaqueta que llevaba puesta. Se desplazó por el pasillo, observando con cautela los lugares a los que podría ir dentro de la instalación y deseando encontrar pronto el centro de información que vio al entrar; estaba seguro de que tenían un mapa gigante de las instalaciones, solo necesitaba darles un vistazo y así podría dirigirse a la cafetería con la seguridad de que no se iba a perder.
Pasó por un pasillo de donde venían voces y alcanzó a escuchar una voz decir: "Lo estoy haciendo bien, idiota". Seguido de ello, una leve punzada alcanzó la parte posterior de su cabeza, casi haciéndolo detener. Dio pasos más largos, pensando que aquello era debido al hambre que mantenía desde que salió de su hogar sin haber ingerido comida alguna.
Casi suspira con alivio cuando pudo reconocer la figura de su primo, conversando con alguien que no entraba en su campo de visión debido a una puerta que no se lo permitía. Se acercó un poco apresurado a Komori, escuchando parte de la conversación e ignorándola por completo porque, honestamente, no le importaba, solo quería ir a comer algo. Se detuvo justo a un lado de Komori, viendo por el rabillo del ojo una figura casi tan alta –o más– que él.