One Shots (SamBucky, Winterbaron)

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Winterbaron

MISIÓN EXITOSA....?

Zemo entró en el piso franco, escapando por fin del ambiente ruidoso y atestado de la ciudad iluminada. Con los carteles de neón resaltando cada esquina de las calles, era difícil escapar la sobreestimulación que suponía el zumbido del territorio de Madripoor. Detrás de Zemo venían Sam Wilson y su compañero de fatigas, James Bucky Barnes. Sam, por supuesto, estaba completamente agotado, y suspiró mientras iba a tirarse en el sofá. Bucky, por su parte, ni siquiera se detuvo a echar una mirada a los otros dos hombres. Se dirigió a la habitación que compartían él y Zemo y se encerró en ella.

Un suspiro salió de los labios del barón. Tenía que admitir que cualquier misión en la que James tuviera que fingir ser el Soldado de Invierno era estresante. El hombre tardaba muy poco en volver a meterse en su papel de obedecer órdenes sin pensar, pero eso solía causarle algunos problemas que no muchos podían entender. Al menos, Zemo seguía alegrándose de que Wakanda le hubiera permitido la pequeña libertad de seguir ayudando a los dos en las misiones cuando era necesario. Poco a poco, con el tiempo, iba enmendando sus errores y podía pasar más tiempo con su querido soldado. Era agradable ver que las cosas habían ido sorprendentemente bien.

Zemo se acercó al sofá, donde Sam ya había terminado de quitarse el equipo de protección, con sus armas puestas a un lado en la mesita de al lado.

—Pareces angustiado —, dijo Zemo mientras se sentaba.

—No me digas —, murmuró Sam, sintiéndose demasiado cansado para hacer algún comentario sarcástico a cambio.

—Tienes que ir a descansar —, dijo el sokoviano mientras se echaba el pelo hacia atrás.

—Estaría despierto preocupándome —. Sam sacudió la cabeza, sabiendo que tenía razón y que dormir sería inútil.

—¿Preocupado por James...? —.

El Halcón no pudo evitar soltar un suave suspiro ante eso.

—Sí —, dijo en voz baja, sin mirar al hombre de su izquierda.

Zemo tarareó al oír eso.

—Se pondrá bien con el tiempo, Sam. Si quieres puedo quedarme un rato hasta que sientas que puedes descansar —, aseguró, tomando asiento en el sofá para que se entendiera.

Sam iba discutir, pero por una vez decidió no hacerlo. En su lugar, asintió con la cabeza, aceptando la compañía, por lo que Zemo sacó casualmente un mando del bolsillo lateral del mueble.

El televisor parpadeó con un episodio de una comedia cursi que a ninguno de los dos pareció interesarle demasiado. Se limitaron a dejar que se reprodujera de fondo mientras Sam reflexionaba sobre los minutos, y Zemo también se tomó su tiempo para descansar.

—Gracias —, dijo Sam una vez que los dos estaban cerca de un silencio más cómodo.

—No es ningún problema —. Zemo se encogió de hombros.

La pareja dejó que la tranquilidad los envolviera mientras veían la televisión, cuyo ruido era casi una agradable pelusa de fondo para sus pensamientos mientras sus mentes se relajaban.

Después de unos treinta minutos, cuando estaban a mitad del siguiente episodio, Sam se levantó y dio las buenas noches. Se fue a su propia habitación, dejando a Zemo solo en el sofá.

Zemo se quedó sentado durante un largo rato antes de apagar la televisión. Respiró hondo, el cansancio se iba apoderando de él poco a poco. Sin embargo, supuso que tenía que ir a asegurarse de que su amante estaba bien después del intenso estrés de la misión. Después de todo, fingir ser el soldado agotaba a James como nada en el mundo, y probablemente no le haría mucha gracia que Zemo se quedara dormido en el sofá. A decir verdad, a ninguno de los dos les gustaba ya dormir solos, así que Zemo se levantó y se dirigió al pasillo donde estaba su habitación. Puso la mano en el pomo de la puerta y la giró suavemente, el suave crujido de la puerta señaló su llegada al otro hombre, que ya había reclamado su sitio en la cama.