capítulo 8.

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En el Hanshi, Lan Xichen estaba siendo despojado de las túnicas exteriores y los adornos que eventualmente llevaba consigo.
La cinta blanca con detallados patrones de nueves por supuesto que no fue retirado, eso tenía que hacerlo el mismo.

Cuando los sirvientes terminaron su trabajo fueron retirándose lentamente mientras hacían una reverencia, solo su general había quedado con él dentro de esa habitación.

—Veo que su majestad se encuentra feliz.
Lan Xichen simplemente le regalo una sonrisa.

—Puede irte MingJue, no dejes que nadie entre después de que Jiang cheng esté aquí.
El genial obedeció y al salir no se encontró con el joven, si no con Jin Guangyao. Este trato de impedir su paso pero el Jin simplemente entró.

El emperador en todo ese tiempo tenía su vista clavada en la puerta principal, esperando encontrarse con los ojos violetas del joven.

Pero no fue así, en su lugar, quien entró por esa puerta no fue más que su emperatriz.
La sonrisa de su majestad se fue desfigurado mientras el doncel se iba acercando. Al estar frente a frente, el Jin hizo una reverencia para luego mirar directamente a los ojos de su marido.

—Su majestad realmente te he extrañado tanto.

Susurró mientras tomaba una de sus manos para llevarla a su mejilla.

El susodicho se dejó hacer, no iba a negar que ni siquiera esperaba su llegada, el solamente quería ver al joven que había llamado su atención.

—Lan Huan, mírame… te extraño, mi corazón no puede soportar estar lejos de ti.
Habló mientras pasaba sus manos por el pecho de su esposo. No perdió tiempo en besarlo siendo rápidamente correspondido.
Esa noche por insistencia del Jin ambos pasaron la noche juntos, volviendo a consumar su matrimonio después de mucho tiempo. Uno dichosamente feliz por tener a su esposo de vuelta y otro sin poder olvidar los preciosos ojos violeta que no salía de cabeza.

Jin Guangyao no paso por desapercibido la actitud de su marido, pero como esa noche estuvieron juntos decidió dejarlo pasar.
Esa misma noche ambos yacían recostados, ya con sus túnicas interiores cubriendo sus cuerpos. Lan Xichen se levantó apresurado y fue a tomar un baño tratando de ordenar sus pensamientos.

Por la parte del Jin su atención fue dirigida hacia el anillo violeta que reposaba entre una fila de papeles sobre la mesa.
Se levantó rápidamente y tomó el anillo entre su manos, con una gran sonrisa en el rostro trato de probárselo, pero fue detenido cuando Lan Xichen le quito en anillo.

—Es un anillo muy hermoso su majestad — se expreso con entusiasmo.

—Aún no está terminado, falta mucho.

—No importa, me lo quiero probar.

Lan Xichen se lo negó rotundamente y un decepcionado Jin asintió con suavidad.

—A-Yao, ya puedes irte, tengo muchos asuntos pendientes.

La suave sonrisa que Jin Guangyao tenía en su rostro desaparecido ante las palabras de su marido, ¿había escuchado bien? ¿Realmente quería que se vaya?

—Esta bien, dejare que se ocupe de esos asuntos, descanse, aun falta un par de horas para que amanezca.

Tomo todas sus prendas y después de vestirse bajo la atenta mirada del emperador, Jin Guangyao salió de los aposentos con una notoria mirada de molestia y tristeza.

Lan Xichen pidió ver a su general y este ingreso con la cabeza gacha.

—MingJue, tú además de mi hermano son en los que más confío. Como es posible que tú, mi general, haya dejado pasar a alguien a mis aposentos sin mi permiso, ni siquiera tenía esperado ver a la emperatriz — habló con enojo.

El esclavo de Yunmeng (Finalizada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora