capítulo 22.

3.8K 550 27
                                    

En el momento que Lan Xichen dejó sus aposentos, fue seguido por su general quien no dijo nada desde que habían salido

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

En el momento que Lan Xichen dejó sus aposentos, fue seguido por su general quien no dijo nada desde que habían salido.

—MingJue, recuerda no comentar nada de esto, aún no es tiempo para darle la noticia a la princesa. Esperaremos hasta que WanYin de a luz a mi hijo y podremos ocuparnos de otras cosa.

—Entendido su majestad.

— Encárgate de que al Ministro Wang y a su hijo le lleguen una respuesta del porqué la espera.

Después de ese día todo transcurrió con normalidad en el palacio.

Las horas pasaron convirtiéndose en días, los días en semanas y las semanas en meses.
En ese tiempo el emperador estuvo ausente debido a sus responsabilidades y visitas a cada reino vecino.

La convivencia en los reinos Jin, Wen y sobretodo Jiang fue bastante agotador.

Mañana seria el último día en el reino de los Jiang, ya extrañaba su hogar y sobre todo a su WanYin que no dejaba de pasar por cabeza en cada momento y mucho más si Yunmeng le recordaba a él, después de todo era su lugar de origen.

Mientra estaba ahí, no perdió el tiempo en mandar a su general y preguntar sobre el joven de ojos violeta, pero cada vez que preguntaba todos lucían serían y tristes dando la misma respuesta.

"No existe nadie con ese nombre, su majestad"

Algo le decía que los habitantes de ese reino no decía la verdad, pero seguria preguntando hasta conseguir una respuesta.

Ahora mismo se encontraba en una cena con el rey y su hija, una dulce joven amable pero con unos ojos que reflejaba tristeza.

—Su majestad espero su estadía aquí sea de su agrado y perdone la ausencia de mi esposa, puedo mandar a llamarla si así lo desea.

Hablo el hombre con una amable sonrisa.

El emperador se nego y se levantó de su lugar.

— No es necesario, de seguro su esposa está cansada. Mi estadía aquí a sido agradable, me trae buenos recuerdos desde que la última vez que pise Yunmeng con mi padre el difunto emperador y mi madre la difunta emperatriz.

Al finalizar sus palabras padre e hija se levantaron y reverenciaron al emperador.

— Si me permiten iré a descansar, mañana a primera hora regresaré a Gusu.

Dicho eso, se retiro seguido de MingJue quien antes de salir hizo una reverencia al rey y su hija.

En su camino hacia sus aposentos se cruzó con una mujer muy hermosa, unos finos y delicados rasgos pero con una mirada penetrante y fria como el jade.

Desde su estadía en Yunmeng nunca se había cruzado con Yu Zi Yuan, siempre dijeron que la reina de Yunmeng Jiang era una mujer hermosa e intimidante que nuca se dejó humillar por nadie

El esclavo de Yunmeng (Finalizada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora