juu shi

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"Taeyong, jamás dejaría de ser tu amigo." Yuta se dio la vuelta lentamente y con cuidado de no espantar más al menor. Los brazos de Taeyong seguían rodeando su cintura, y al ser de la misma estatura, no fue difícil que los brazos de Yuta rodearan los hombros contrarios.

La primera reacción de Taeyong fue alejarse un poco, respiró pesado, pero Yuta esperó a que tomara su tiempo para que se acostumbrara al primer contacto que recibía en mucho tiempo.

No tardaron en juntarse sólo un poquito más, para que el polerón de Yuta fuera el pañuelo de las lágrimas que soltaba el pequeño Taeyong.

Desde ese momento, Yuta sintió el verdadero peso de cuidar al menor.

Y le gustaba el hecho de que Taeyong haya dado el primer pasito con él.

Era un granito de arena en el extenso camino que debían recorrer.

Pero lo harían juntos.

Porque Yuta no pensaba dejarlo sólo otra vez.

El corazoncito de Taeyong latía muy fuerte, tenía miedo. Pero, el calor de Yuta le daba una sensación agradable que jamás había experimentado. Se sentía como en casa.

Como la nieve para los pingüinos.

Yuta era su hogar.

Sus padres llegaron para ver la conmovedora escena y la madre de Taeyong no pudo evitar soltar lágrimas de felicidad al ver el pequeño logro de su hijo.

Taeyong levantó la mirada y sonrió como siempre lo hacía en dirección a sus padres y luego al mayor, mientras Yuta moría por dentro, porque quería decirle a Taeyong que era el ser más precioso de todo el mundo.

Pasitos de Pingüino ☆ YuTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora