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La molesta sensación de luz pegando directo sobre sus ojos lo obligó a despertar. Sus ojos se abrieron con pereza y un bulto a su lado lo hizo sonreír levemente.

"Buenos días, Dori."

Dejó algunas caricias en su cabeza y se sentó en la cama. La habitación estaba en silencio, tanto que era hasta cierto punto deprimente, extrañaba poder despertar con los brazos de Minho rodeando su cuerpo, o con sus expresiones adormiladas.

"Hoy parece ser un buen día para salir de la cama."

Suspiró. Había pasado tanto tiempo entre sus mantas que incluso dudaba de si recordaba como caminar. Miró el espacio vacío a su lado y su sonrisa se borró lentamente.

"Me he convertido en una carga estos días ¿Cierto?"

Sus ojos se cristalizaron, y sus manos comenzaron a temblar levemente, no quería llorar, había llorado lo suficiente a lo largo de los días.

"¿Por qué sigo sintiendo de esta forma?"

Escondió su rostro entre las palmas de sus manos. Estaba frustrado. Cansado. Molesto por no poder controlar sus sentimientos. Habían pasado casi dos meses, pero Han podía sentir la tristeza como si no hubiesen pasado más de dos horas, y era un círculo vicioso que se repetía cada que Nana cruzaba sus pensamientos.

Su madre le dijo que era cuestión de tiempo, que los días le ayudarían a dejar la tristeza de lado y que con el pasó de los mismos podría recordar a su abuela con una sonrisa en el rostro ¿Por qué no lo lograba? Para él era tan difícil recordar a su abuela sin que sus ojos se llenaran de lágrimas, la idea de no poder verla más le hacía sentir mil cosas por dentro.

"Lo siento mucho."

Dijo al aire, sin estar muy seguro de si se estaba disculpando con el animal a su lado, con su abuela, o consigo mismo. Porque había descuidado tanto de sí mismo que todo lo que necesitaba era saber que todo mejoraría.

Sorbió su nariz, pasó sus manos por su cabello. Y abrazando sus rodillas con fuerza dejó que las lágrimas fluyeran por su rostro.

La puerta principal se escuchó, y Han no pudo hacer más que abrazar su cuerpo con fuerza. Se sentía culpable con su novio, tan sólo portándose como un bebé. Él no era el único afectado, sin embargo, Minho siempre se encargaba de cuidar de él.

"Hannie."

El mayor apareció, con una camisa blanca, una corbata floja y su saco reposando en su antebrazo, como cada que llegaba del trabajo. Han en ningún momento lo miró, no quería que el contrario se sintiera deprimido ante su comportamiento.

"Mi pequeño Jisung."

El suspiro del mayor se escuchó por toda la habitación, no era un suspiro como los que solía soltar debido al cansancio, tampoco era similar a los que salían de sus labios cuando estaba molesto, era similar a los que dejaba salir cuando hablaban toda la noche, o como cada que pasaban tiempo juntos. Era un suspiro que solo Han conocía. Dejó el saco sobre la silla de la habitación y se acercó hasta su novio en la cama.

Dori se levantó con rapidez y donde antes reposaba el felino ahora se encontraba sentado Minho, mirándolo con los ojos brillosos, como cada que su mirada volvía a encontrarse con el amor de su vida.

"Lo siento."

Dijo bajito, esperando que su mayor pudiese escucharlo. Pero los brazos de Minho rodearon su cuerpo sin decir una sola palabra, y una de sus manos se dedicó a acariciar su cabeza con lentitud.

"Lo estás haciendo bien, Han."

Sus manos se aferraron a la camisa del contrario, mientras sus ojos se mantenían cerrados con fuerza. Jamás había creído necesitar escuchar esas palabras ¿Entonces porque se sentía de esa forma ante ellas?

Los latidos de su novio se sentían tan cercanos que le era inevitable relajarse ante la sensación. Las caricias de Minho bajaron hasta sus mejillas, alejando el cuerpo del menor y logrando que el enrojecido rostro de Han estuviera frente al suyo.

"Está bien, amor."

Limpió sus mejillas, y dejó que sus labios besaran sus parpados con delicadeza. Incluso si su corazón se sentía pesado podía sentir ese pequeño destello de esperanza emanando de su pareja. El único que le hacía sentir que todo mejoraría.

"No has dormido de nuevo ¿Cierto?"

Las ojeras bajo los ojos de ambos podían delatarlos. Habían sido semanas difíciles para ambos, semanas en las que Minho había tenido que cambiar su turno por la noche, haciendo que las horas de sueño disminuyeran notoriamente para ambos.

"Lamento no haber dormido contigo anoche."

Han limpió su rostro con la manga de su camisa, y le dedicó una sonrisa cansada.

"Debes estar hambriento."

Pero Minho negó en silencio a la par que acariciaba su mejilla con su dedo pulgar.

"Solo necesito estar contigo. Al menos por un momento."

Sus manos pasaron por el rostro de Han, limpiando las pequeñas lágrimas rebeldes que habían resbalado por sus mejillas.

El menor esperó pacientemente a que su novio cambiara su ropa. Y una vez que estuvo a su lado en la cama lo miró en silencio.

"¿Pasa algo?"

Los dedos del mayor movieron el cabello que caía sobre su frente.

"Me sentiré mejor ¿Cierto?"

Los ojos de Minho buscaron los suyos, y sus labios se apretaron levemente.

"Lo harás."

"Lamento tardar tanto."

El mayor sonrió en un intento de reconfortar a su pareja, bajó una de sus manos hasta el brazo de Han y buscó su mano hasta encontrarla aferrándose a la manta que los cubría a ambos.

"Nadie puede culparte por sentir, Hannie. Te sentirás mejor, solo lo estás haciendo a tu tiempo."

Tomó su mano con fuerza a la par que besaba sus labios con lentitud.

"Eso está bien."

Se miraron por algunos segundos, rozando sus narices.

"Aun así, te prometo que me sentiré mejor."

Minho suspiró una vez más y negó levemente con la cabeza.

"No te presiones demasiado."

Acercó su cuerpo al del menor y esperó a que Han acomodara su cabeza en su pecho, como cada que dormían juntos. Sus manos se soltaron, y el menor se acomodó sobre su pecho, de modo que sus latidos pudieran escucharse con claridad.

"Te amo."

Rodeó su cuerpo con uno de sus brazos, mientras sus dedos se enredaban en el cabello contrario y su cabeza se apoyaba sobre la ajena.

"También te amo."

Hannie!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora