Capítulo VI: Espejismos del pasado

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El día siguiente llegó sin mucho aspavientos, y después de unas aburridas dobles clases de pociones, Harry quedo desocupados para ir a reunirse con su pupila. Después del almuerzo, se dirigió hacia la entrada principal del castillo y allí esperó... esperó… y esperó…

 El día anterior, en cuanto se puso de acuerdo con la niña; el muchacho volvió a clases, donde Hermione y Ron le esperaba ya con un asiento apartado en el fondo del salón. Allí, el moreno procedió a contar todo lo que había sucedido, desde que llegara a la oficina de McGonagall hasta que se separó de Alexia.

 —Me da la impresión que va hacer duro tratar con esa niña, compañero —fue el comentario de Ron.

—Cualquier ayuda que necesites no dudes en pedirla —ofreció Hermione.

 El joven agradeció la preocupación del pelirrojo y el ofrecimiento de la castaña, pero él prefería conocer mejor a la niña antes de incluir a alguien más –-sobretodo otro Gryffindor— en la vida social de la problemática menor. 

Y volviendo al presente, Harry seguía esperando a que apareciera la jovencita de ojos miel; vio pasar a mucha gente en dirección a clases o a sus salas comunes y cuando ya empezaba a impacientarse, escucho que alguien le llamaba.

 —Pss… pss… Harry

 El joven dirigió su mirada al lugar de donde provenía la llamada y se encontró con que era la chiquilla, la cual se había estado escondiendo dentro de un armario de escobas cerca de la entrada.

 —Apresúrate y ven —lo presionó la jovencita con urgencia infantil.

 El joven de la cicatriz obedeció y se acercó lugar donde lo llamaban, allí la niña lo jaló fuertemente para que entrara rápido en el estrecho cuarto.

 —¿Qué sucede? ¿Por qué tanto secretismo? —preguntó el moreno, algo incómodo por la falta de espacio.

—Nadie debe vernos juntos —aseveró Alexia

—No entiendo, tarde o temprano nos verán —arguyó el chico, sin comprender el sentido de esconderse.

—Pues mientras más tarde lo sepan, mejor para mí —decidió la jovencita, dejando a Harry descolocado—. Cerciórate que no haya nadie y ve a la biblioteca, allí nos reuniremos, aquí transita mucha gente —ordenó.

 El joven mago obedeció, ya que no le hacía daño y le causaba gracia que Alexia pareciera estar jugando a los espías, aunque no entendiera sus razones.

 —¿En qué parte de la biblioteca nos encontramos? —preguntó serio, siguiéndole el juego.

—En la parte más alejada de la entrada —dijo Alexia

—Entonces te espero allá —dijo el muchacho y salió del armario, teniendo la preocupación de que nadie le viera, para dejar a la pequeña tranquila.

 Una vez en los pasillos, dirigió sus pasos a la biblioteca; no tardó mucho en llegar y una vez allí se ubicó en la mesa más escondida de la sala.

Harry se dejó caer en la silla más próxima sin ningún miramiento, después de todo, no hace mucho que acababa de salir de doble clase de pociones y sin importar el profesor, esa clase le agotaba. Pero no llevaba ni cinco minutos allí, cuando fue sorprendido.

—¡Hey, Harry! —le llamó Ron, quien parecía haberlo estado buscando—, los muchachos preguntan cuándo van hacer los entrenamientos del equipo de Quidditch.

 El joven capitán del equipo de Gryffindor, había realizado las pruebas para determinar los puestos del equipo hacía dos semanas atrás y para su sorpresa Ginny se presentó, por lo que el equipo se mantuvo casi igual, salvo por la inclusión de un nuevo de segundo, que le sorprendió con sus habilidades de cazador. Su nombre era Desmond, pero su apellido era difícil de recordar.

Harry Potter y la Lágrima de Cristal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora