Capitulo VIII: Planes y Sorpresas

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Escuchaba unas campanadas de reloj, muy cerca -demasiado cerca en realidad-, que replicaban con persistencia. En la oscuridad buscó con la mirada de donde provenía el sonido y pronto vio como el gran reloj de Londres conocido como el Big Beng, se iluminaba en toda su majestuosidad.

Admiró la gran estructura por un par de segundos, pero luego otro sonido llamó su atención, su cuerpo se elevó por voluntad propia y lo dejó en la parte más alta de la famosa torre. Allí se percató que el anterior sonido era el de un gran rugido de un dragón, el cual parecía muy dolido, pero eso no era todo. Desde el lado contrario, se escuchaba ruido de árboles doblándose bajo su propio peso, que le daba la impresión del gemido constante de dolor de un anciano en sus últimos momentos de vida. Y finalmente, justo debajo de él un escalofriante alarido de una mujer parecía darle el toque álgido al concierto de ruidos que le rodeaban.

No supo entender que significaba todos esos sonidos, pero pronto en la oscuridad profunda que se mantenía -salvo por la tenue luz que brindaba el reloj a sus espaldas-, un nutrido grupo de figuras humanas traslucidas, pero que parecían cubiertas por capuchas, aparecieron delante de sus ojos formando un círculo perfecto levantaron sus brazos y de la nada, hilos de una luz plateada parecieron juntarse justo en el centro de la formación, generando una gran esfera de energía -dudaba que fuera otra cosa-, lo que a cada momento parecía hacerse más grande, que igual que los sonidos de dolor que le rodeaban.

-Se acaba el tiempo -dijo La Muerte a su lado.

-¿Para qué? -preguntó sin perder la calma, ya se había acostumbrado a las apariciones sorpresivas.

-Eso... deben averiguarlo ustedes -respondió la figura- ...solo puedo darles pistas y advertirles de que no queda mucho tiempo.

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Harry despertó sudoroso, el sueño no había sido especialmente perturbador pero le inquietaba, sobre todo al recordar todos esos sonidos que le habían acompañado, todo estos tan parecido a lamentos.

El joven de ojos verdes se levantó, mientras meditaba sobre el sueño y sobre una serie de cosas más. Ya habían pasado dos semanas desde que Alexia le contará sobre sus padrinos, los hermanos O'Connell, y estas no habían pasado desapercibidas, pues muchos acontecimientos transcurrieron en ese par de semanas.

El primero digno de mención, fue que después de semana y media de trabajo, habían acabado por terminar de ordenar todos los documentos de la profesora Ross, ahora solo quedaba la parte de profesor Pretov, que esperaba no fuera igual, aunque las esperanzas no eran muchas, debido a lo que había dicho cuando le preguntaron por el inicio del castigo.

-Creo que sería más adecuado que me ayudaran después de la vuelta de vacaciones de navidad -recomendó el profesor de Estudios Muggles-, así estarán más descansados y no dejaran el trabajo a medio terminar, así que aprovechan estas semanas de descanso.

Al recodar la respuesta, Harry no pudo evitar lanzar un quejido ya que el hombre no daba a entender otra cosa, de que sería igual o mucho más trabajo que el que les había impuesto la profesora de transformaciones.

El segundo hecho, con creces más interesante que un castigo, fue el primer partido de la copa de casas; Gryffindor vs Slythering. Las horas previas estuvieron cargadas de nerviosismo y los típicos enfrentamientos entre las dos barras, pero aunque eran cosas comunes, Harry estaba seguro que esta vez se sentía diferente, porque percibía un verdadero rencor entre los que se enfrentaban en los pasillos o en el jardín. Aunque, como le dijo alguna vez Ron, debía dejar de preocuparse por todo, ya que de todas maneras no había forma de que cambiara la actual situación.

Harry Potter y la Lágrima de Cristal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora