Prologo: Once años antes

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La oscuridad se cernía sobre el paisaje y una poderosa tormenta se desataba sobre un frondoso bosque. Los truenos retumbaban con fuerza —como los gritos de un gigante agonizante— , a la vez que la lluvia caía con tanto ímpetu, que parecía querer limpiar al mundo de todos sus pecados. Fue la luz de un gran relámpago, el que delató la presencia de tres figuras corrían con mucha urgencia a través de estrechos y poco transitados senderos en esa noche imposible. Sus movimientos dejaban ver que parecían evitar lo mejor que podían las zarzas y ramas llenos de espinas de los arbustos que poblaban el paisaje, pero esto, sin mucho éxito.Estas tres figuras llevaban largas capas para la lluvia que resultaban inútiles, ya que ondeaban ante el fuerte viento sin lograr cubrirlos, mientras que las capuchas usadas para cubrir sus cabezas se encontraban caídas dado la fuerza del mismo. Esto último era lo que producía que la tormenta fuera más molesta aún, ya que la gotas de lluvia golpeaba con agresividad sus rostros, mientras sus despeinadas cabelleras les impedían la visión, estorbando su escape que era cada vez más desesperado a medida que pasaban los minutos. Los tres desconocidos parecían temerosos y expectantes, ya que continuamente miraban por sobre sus hombros, como esperando que tarde o temprano algo maligno cayera sobre ellos. Dos de los tres fugitivos tenían una estatura y complexión similar, mientras que uno de ellos se aferraba —casi con desesperación— a un bulto que cargaba entre sus brazos, el cual parecía demasiado delicado como para tratarlo sin miramientos. Por otro lado, la tercera persona en el grupo, más alto que sus dos acompañantes, corría detrás cubriéndoles la retaguardia mientras mantenía una expresión alerta.—Escondamos en los matorrales de momento, para descansar― dijo el que iba liderando la caminata con una voz masculina de mando, mientras los otros asentían y lo seguían.Se desplazaron con cautela hacia la derecha del camino improvisado, internándose entre los zarzales que en un principio trataron de evadir en busca de un lugar donde refugiarse. Después de unos minutos de inspección, por suerte o gracia del destino, se encontraron con un árbol ahuecado en el cual la lluvia no se colaba y podían caber los tres.—¿Cuanto nos falta para salir de la propiedad, Zack? ―preguntó una voz femenina que pertenecía a quien cargaba el bulto. Era una joven mujer de no más de veinte años, de cabellos largos color castaño, rostro pálido y facciones aristocráticas.—No más de quince minutos de carrera, Zafire ―respondió el mencionado. Un hombre de la misma edad de la mujer, cabellos cortos del mismo color y facciones similares a la de su acompañante femenina, que se debía a que ambos eran mellizos.El más alto no dijo palabra por unos instantes tratando de recuperar el aliento debido a la carrera. Este era un hombre de pelo gris y de rostro surcados por arrugas profundas, además de algunas cicatrices que le daban aspecto de vejez; pero sus ojos grises despedían un brillo, en el que podrías reconocer una fuerza y un temple, que seria la envidia de cualquier hombre con la mitad de sus años.—No puedo creer que nos siguieran buscando —habló el hombre alto a sus acompañantes, cuando se encontró recuperado―. El Innombrable lleva desaparecido más de siete años...—Cierto, pero tal vez, no es el que-no-debe-ser-nombrado el que nos ha estado dando caza, Marcus ―respondió la única fémina del grupo con tono preocupada―. Creo que nunca lo fue.—Zafire tiene razón, Black ―interrumpió Zack—. Pero aunque no sea el Que-no-debe-ser-nombrado, eso no significa que sea menos peligroso. Podría ser aún más peligroso, debido al hecho de que no sabemos quien es en realidad —advirtió en tono sombrío.Zafire suspiró, sacudió un poco su cabello empapado, mientras su mirada preocupada se enfocó en el bulto que traía en sus brazos, al que luego liberarlo con suavidad de las mantas que lo envolvían. Marcus miro con interés todo el cuidadoso procedimiento de Zafire, para luego dirigir su mirada hacia su hermano Zack, que montaba guardia. Este joven era una copia fiel a su hermana, la diferencia solo se evidenciaba en su rostro algo menos fino y su cuerpo menos curvo y este parecido, a pesar de los años que llevaban de amistad, todavía sorprendía al hombre de sobremanera.—Me preocupa, el hecho que nos hallan descubierto tan rápido —soltó Marcus de improviso, dirigiéndose a los hermanos—, creo que teníamos o tenemos un traidor entre nosotros.—Eso es imposible, Marcus― se sobresaltó Zafire, negando con la cabeza y desestimando la afirmación del hombre.Mientras discutían sobre la posibilidad de que alguien les hubiese delatado, un leve llanto los sobresaltó. Todos dirigieron sus miradas al bulto que la mujer cargaba, el cual contenía un bebe de nos más de diez meses. La joven olvidó sobre lo que conversaban, para enfocarse en acunar y arrullar con una leve tonada al pequeño, para que este se calmara y dejase de llorar, ya que podía alertar a sus perseguidores.—Creo que deberíamos volver a movernos ―dijo Zack, después de suspirar con alivio cuando el bebe dejo de hacer ruido―, tiene que ser de manera diagonal entre los arbustos para que no nos detecten, tal vez nos demoremos un poco más, pero...— ...es lo más seguro —terminó la frase su hermana con convencimiento, mientras volvía a arropar al bebé, para que la lluvia no lo empapara.Los tres salieron al fin de su escondrijo y, como habían convenido, empezaron a zigzaguear entre los árboles lo más silenciosos que pudieron, tratando de encontrar el camino más fácil de transitar, ya que en este bosque en particular las zarzas se habían desarrollado de forma demasiado abundante.

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