Estaba en la sala en común, sentado solo frente al fuego. El día había terminado y llegaba un fin de semana lleno de estudio para prepararse para los exámenes, pero no quería pensar en ello todavía. Como el campeonato de Quiddicht ya había terminado, no debía seguir preocupándose por el equipo, salvo por el hecho de tener que elegir el próximo capitán, pero eso era una cosa decidida; ya que con todo lo que había pasado en esos últimos meses, sabía que si dejaba a Ginny frente a las practicas no debía preocuparse de nada, ella sería una excelente capitana.
Por lo que ahora, solo se limitaba a mirar como las llamas de la chimenea danzaban al son de una música silenciosa. Ahora, que estaba a punto de terminar su ciclo en ese castillo que había sido su hogar, su mente vagaba por los miles de recuerdos que poseía desde que se había enterado de su legado mágico. Invariable, por su mente desfiló miles de rostros con los que había compartido sus aventuras, además del día a día de su apaciguante rutina escolar.
Una lágrima traicionera y furtiva se coló entre sus ojos y se deslizó por su mejilla, la que seco de inmediato; el recuerdo de aquellos que habían muerto teniendo toda una vida y familia por delante aún pesaba en su conciencia, no era fácil asumir las perdidas pero el dolor ya no era tan aguijoneante como meses atrás. Había momentos, como ese día, en los que podía sentarse en soledad y recordar con una sonrisa todo lo que había vivido y aprendido con y junto a ellos, logrando que esas personas tan queridas, se mantuvieran presente en su corazón.
* * *
Frente a él se encontraba una pequeña casa de campo de paredes blancas y rodeada del pasto más verde que había visto en su vida, se veía acogedora y, sin que mediará un pensamiento de por medio, sus pies le llevaron hacia la entrada donde tocó el timbre, pues algo le decía que eso era justo lo que se esperaba que hiciera. La puerta se abrió y un hombre moreno de rostro travieso se presento ante él —Harry reconoció a su padrino de inmediato—, cuando lo vio una sonrisa iluminó su rostro.
—¡Harry!, que bueno que ya estés aquí, te estábamos esperando —dijo recibiéndolo con un abrazo y haciéndolo pasar al interior—. ¡Hey, gente! el invitado de honor ya está aquí.
De forma repentina, el joven mago se vio rodeado de múltiples sombras que le abrazaron y estrecharon su mano. Harry se sintió como la primera vez que había estado en el caldero chorreante, cuando él pensaba que solo era un niño normal. Además de Sirius, el chico reconoció los rostros de Lupin, Tonks Fred, Colin, Dumblendore, entre varios otros.
—¡Canuto! —llamó una voz femenina que parecía venir de más allá del recibidor—. ¿Puedes ayudarme...? —comenzó a decir, antes de que una cabellera pelirroja asomará por la esquina de su lado izquierdo—. ¡Harry! ¿Sirius porque no me avisaste que había llegado?
—Porque no alcance, Lily —dijo el hombre con expresión fastidiada—, todos querían saludarlo.
—¡James, llegó Harry! —anunció su madre a viva voz que pareció extenderse por toda la casa como si fuera un eco permanente.
El joven mago avanzó por el recibidor hasta un pequeño salón, que daba a una escalera hacia abajo y desde allí escucho pasos rápidos, para que después tres figuras aparecieran subiendo con rostros alegres.
—¡Hijo, por fin llegaste! —dijo James—. Padre, Madre les presento a su nieto.
El mago de la cicatriz vio a una pareja ya mayor, los cuales aparecieron detrás de su padre y que parecían mirarlo con bastante atención y curiosidad.
—Mucho gusto, Harry. Soy tu abuelo Fleamont —dijo el hombre—, y ella es tu abuela Euphemia.
—¡Oh! se parece tanto a nuestro James de joven —dijo la mujer con una sonrisa y abrazando a su único nieto.
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Harry Potter y la Lágrima de Cristal.
FanficDespués de la muerte de Voldemort, el mundo mágico -y Harry Potter- tratan de volver a la normalidad, pero no es fácil. Las pesadillas y la culpabilidad atacan durante la noche, por lo que para escapar de ellos, Harry decide finalizar sus estudios...