Dream II Premio por la victoria

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El cielo se encontraba despejado, pero por la coloración de las nubes se sabía que pronto anochecería. Por eso resultaba extraño ver, a lo lejos una pequeña mota oscura en el cielo, justo sobre donde se encontraba el campo de Quidditch.

 —¡¡¡Harry!!!! —vocearon desde tierra, tres personas que se encontraban sobre el verde césped del campo, a la mancha negra que se veía en el cielo.

 El joven nombrado, que se encontraba montado en su escoba, saludó con un movimiento de mano al grupo que lo llamaban y luego, mediante una maniobra espectacular que daba muestra de su habilidad de vuelo, se acercó con gran velocidad a sus compañeros que lo observaban con claras muestras de admiración en sus rostros.

 —¿Probando la escoba? —preguntó Ron, que era uno de los observadores.

—Si, antes no había tenido ni tiempo ni lugar donde hacerlo —le respondió su amigo.

—Y ¿Qué tal?, ¿Cómo funciona? —preguntó uno de los tres muchachos, que poseía tez morena y que llevaba otra escoba bajo el brazo.

—Funciona de maravilla —respondió Harry con una gran sonrisa de satisfacción en el rostro, pasándole la escoba a  Ron, para que la examinará.

—Se ve genial… —fue el único comentario que pudo hacer otro de los muchachos, mirando con emoción la flamante nueva escoba de su compañero

—¿Quieres probarla, Seamus? —preguntó Harry.

—¿Puedo? —preguntó Seamus de vuelta, muy emocionado.

—Claro, también la puede probar Dean —respondió, adelantándose a lo que seguro iba pedirle su otro compañero.

—Es una excelente escoba —le comentó Ron, mientras pasaba con algo de mala gana el objeto a su compañero y escuchaba que harían una carrera para probar la maravilla de escoba.

 Los dos amigos se quedaron inmóviles y en silencio, mientras veían las maniobras y carreras con las que Dean y Seamus se divertían en el aire. Al poco rato vieron que bajaban y cambiaban de escoba para volver a elevarse, repitiendo las mismas maniobras que había hecho un rato antes.

 —Sabes, Harry —habló Ron, interrumpiendo el silencio— viendo a esos dos allá arriba, me hace pensar que en este mismo lugar, los merodeadores veían a tu padre jugar o practicar en su escoba.

—No lo había pensado —dijo Harry con sinceridad, mientras volvía a quedarse en silencio y pensaba en lo ciertas que podrían ser las deducciones de su amigo.

Sumido en sus meditaciones, a Harry le pareció poder visualizar la imagen de su padre subido en una escoba deslizándose por el aire, como él lo había hecho unos momentos antes. Por un momento su mente se lleno de gritos de ánimo, que provenían de las tribunas y vio a su padre detenido en medio del aire levantando su brazo derecho con la mano empuñada, en señal de triunfo, mientras le hacia un guiño a sus eternos compañeros de travesuras.

 —Creo que deberíamos volver —dijo la voz de Seamus que sobresalto a Harry, pues no lo había visto llegar— queda muy poca luz.

 Todos asintieron y se encaminaron al castillo, mientras comentaban las ventajas de la escoba. Pronto llegaron a su cuarto en la torre de Gryffindor y se acostaron de inmediato, pues el día había sido particularmente cansador.

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 Un grupo bastante grande salía de un bosque frondoso de robles y hayas, en donde se filtraba la luz del sol a pesar de ser pleno febrero, dirigiéndose hacia una especie de llanura que colindaba con este. No parecían ser más de quince personas pero era tal el desorden que provocaban, que eran suficientes como para pensar que eran una multitud.

Harry Potter y la Lágrima de Cristal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora