capítulo seis

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Bárbara

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Bárbara

—o sea que Enzo nos trajo hasta tu casa y vos te lo chapaste en el auto?—pregunta clara shockeada, desde el otro lado del teléfono

—no—digo mientras acomodo unos papeles en mi oficina— si, bueno no sé, no fue un chape porque yo estaba en pedo y él me lo siguió pero al mismo tiempo lo cortó —digo en un tono apurada y nerviosa recordando lo que había pasado la noche del sábado

Luego de que le preguntara a Enzo si nos podia alcanzar hasta mi departamento, le tuve que explicar todo lo que había pasado con Clara, se preocupo y enseguida me dijo que si, dejando así a la chica que estaba con él (no te lo voy a negar, me dio satisfacción). La cosa es que cuando llegamos, milagros bajó a Clara y yo me quedé con Enzo en el auto para agradecerle, y en vez de darle un beso en el cachete fui de golpe a sus labios.

Él me la siguió pero al mismo tiempo se dio cuenta que estaba en pedo así que me freno y yo ahí me di cuenta de lo que estaba pasando, obviamente por lo cobarde que soy no le dije ni chau y salí corriendo del auto. Después de eso no lo vi más y tampoco quiero hacerlo.

—no te entiendo—dice clari

—ni yo—digo mientras me siento exhausta—por suerte no me lo voy a cruzar más seguramente y todo quedó en el olvido

—nunca cantes victoria—me dice mientras se escucha una bocina de fondo—barbi me llaman, te tengo que dejar, pero no te hagas la cabeza por todo esto, ok?

—ok, gracias por escucharme, te quiero—corto la llamada y escucho que tocan la puerta—pase

—Hola barbi, necesito que vayas a buscar unos papeles que quedaron en la sala de conferencias de prensa—me pide Sandra mientras ve que la llaman desde el celular— y fíjate que capaz están haciendo una conferencia así que entra con cuidado, si podes después llevamelas, muchísimas gracias

Y se va, y yo me quedó ahí pensando donde mierda estaba la sala de conferencias de prensa. Trabajo acá hace cuatro meses y no conozco mucho más allá de mi oficina y el predio de Ezeiza.

Me cruzo a fede en uno de los pasillos y me guía hasta donde debía ir, cuando se va entro con cuidado a la sala y tal cual me lo había dicho Sandra, estaban haciendo una nota.

Trato de pasar por el fondo para que no me vean pero se me hace imposible ver cuando escucho la voz con esa tonada mendocina de Enzo. Lo miro y él también lo hace, y me sonríe a lo que yo le devuelvo la sonrisa pero enseguida se me borra cuando me doy cuenta que no me la estaba haciendo a mí sino a la chica que estaba atrás mio, con la que había bailado toda la noche el finde pasado.

Salgo rapidísimo de esa sala y en eso choco con una nena que estaba perdida en el pasillo sin rumbo alguno.

—uy perdón—le digo—estaba distraída

Amapola | Enzo PérezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora