Capitulo Veinticinco

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Narrador

En medio de la cochera del Monumental, dentro de su auto, se encontraba Enzo. Con la cabeza hecha un quilombo y miles de preguntas sin respuestas. Bárbara le había confesado todo lo que sentía, cada cosa que le pasaba con él, cada sentimiento, recuerdo. Todo, absolutamente todo.

Se preguntarán qué hizo Enzo. El mendocino no dudo ni un segundo en llamarla, una, dos, tres, cuatro, cinco...ni sabía la cantidad de veces que le había marcado al número de la periodista; en ninguna había contestado. Por su personalidad, ya había comenzado a hacerse la cabeza y a sobrepensar un millón de cosas. Finalmente opto por la opción de mandarle un mensaje.

°°

Barbi

estás?

°°

Se subió al auto y arrancó, no quería ni mirar el celular. Se sentía un adolescente que hablaba por primera vez con la chica que le gustaba. Media hora después de enviar ese mensaje se animó a mirar el celular. Si no había recibido respuesta, según él, era más que obvio que la morocha se había arrepentido de todo.

Barbi

vine a Inglaterra a buscar mis cosas, llego a Argentina a la madrugada. Hablamos mañana en persona?

Respiró hondo, sentía alivio por saber que ella no sé arrepentía pero sentía miedo por el futuro.





Dos días habían pasado desde que Bárbara había llegado a Argentina. No había hecho otra cosa que buscar departamento, organizarse con su nueva vida e ir al Monumental a tratar de conseguir nuevamente su lugar.

—la idea es que vuelvas Bárbara, pero está bastante complicada la situación —el hombre canoso se sentó en su silla frente a la morocha—hay un chico que ya está ocupando tu lugar, y lo hace muy bien. No niego que vos no seas mejor, pero no lo podemos despedir por despedir.

—si, lo sé—Bárbara sabía que iba a ser complicado volver, pero no pensó que tendría tantas trabas para hacerlo—desde ya que cuando me fui, lo hice sabiendo que cuando pudiese volver iba a ser recibida con los brazos abiertos, porque eso es lo que ustedes dijeron en ese momento.

La morocha se estaba enojando, ella había decidido venirse nuevamente por el mero hecho de que sabía que el trabajo lo iba a tener. Fuese complicado o no, lo tendría. Pero se ve que se habían olvidado el respeto hacia las personas que habían estado siempre, eso era lo que ella sentía.

—lo que podemos hacer es agregarte en el sector de campo—el hombre habló mientras buscaba unos papeles, como para corroborar de que ese lugar estaba libre—está Sara en sector de campo, pero no creo que moleste que haya dos periodistas. Siempre es más complicado el trabajo en campo que en conferencia.

Cuando escuchó ese nombre le hirvió la sangre, no era que no la quisiese pero sabía que había tenido algo con Enzo. Por más pequeño que haya sido, la intención había estado y eso a ella le dolía.
No le quedó otra que aceptar, y con su mejor cara firmó el contrato. Estaba contenta, había conseguido lo que tanto quería.
Ahora solo le quedaba una cosa, Enzo. Con el mendocino no había tenido oportunidad de hablar, le explico todo lo que había tenido que hacer y él lo había entendido.

Enzo P.

estás en el Monumental?

sí, recién termino de entrenar

querés que hablemos?

dale, ahora te busco

Quince minutos después divisó una figura a lo lejos, era él. Venía con el pelo mojado, short y buzo de River. Estaba hermoso.

No se había dado cuenta de lo nerviosa que estaba hasta que lo tuvo en frente, qué le decía?, cómo le daba la cara para verlo después de todo lo que le confesó.

—todo bien?—el mendocino se agacho para depositarle un beso en el cachete—que te dijeron?

—que puedo volver pero no a mi puesto —la morocha habló con un tono de desilusión—estaba en conferencia y ahora estoy en campo.

—bien igual, vas a estar más cerca de los jugadores—Enzo trató de animarla, sabía lo mucho que le gustaba a la morocha su trabajo.

—no me importa eso, en campo los jugadores te responden y se van lo más rápido que pueden, en conferencia están obligados a responderte bien—Enzo se ríe, sabía de lo que estaba hablando porque él era de esos que trataba de contestar rápido e irse— te reís porque vos sos así

—bueno pero estamos cansados y ustedes vienen a preguntarnos cosas—Enzo trataba de justificarse pero no podía disimular lo que le causaba la cara de enojo de la morocha.

—yo hago mi trabajo, no me importa cómo se sienten ustedes— la seriedad de ella causaba la risa en él.

Ambos decidieron ir a la casa del mendocino, nunca dijeron directamente de hablar cierto tema, pero ambos sabían que lo iban a terminar haciendo.



—sabías que voy a compartir puesto con una chica que conoces bastante?—barbi se encontraba sentada en la encimera de la cocina mientras Enzo cocinaba.

No habían tocado todavía el tema, pero no se sentían incómodos por no hacerlo.

—con quién?—Enzo preguntó curioso mientras metía unas cosas al horno

—Sara—Bárbara era así, si quería saber lo que Enzo sentía debía tocar ese tema, le moleste o no.

—mirá, mis dos chicas—Enzo jodió y miró de reojo a la periodista que si alguien le sacase una foto a la cara de ella pensaría que estaría a punto de asesinarlo

—sos tonto, te haces, practicas? contame —ya se había bajado de la encimera, estaba molesta en serio, sabía que Enzo era jodón con esas cosas. Pero justo joderla a ella con lo mecha corta que era?

—dale si sabes que siempre te jodo—Enzo trataba de ocultar su risa mientras la agarraba por la espalda, tratando de que no se vaya—aparte ella no creo que me escriba una carta...

—no porque seguro no es tan pelotuda como otras—lo miró de reojo, estaba enojada en serio pero si era el momento de hablar sobre lo que sentían, lo aceptaría.

—te quiero a vos, no me importa sara ni ninguna otra. Con ella me relacione cuando no nos hablábamos y ni siquiera llegó a algo serio.

—no me tenes que explicar las cosas que pasaron con ella—la morocha habló dándose vuelta para mirarlo a la cara—tampoco somos algo como para que me tengas que explicar las cosas.

—pero yo te explico igual porque si quiero llegar a algo serio con vos no podemos andar en esas de que nos molesten cosas— la morocha se derritió al escuchar que él quería llegar a algo serio con ella.

—Enzo, la que se juega todo acá soy yo, a la que van a criticar es a  mi— Bárbara miró para un costado tratando de evitarle la mirada, si lo veía no iba a poder decirle todo de frente—a vos no te van a decir que estas conmigo por conveniencia, entonces lo que quiero saber es si realmente va a valer la pena que me la juegue por vos.

—jugátela y te prometo que va a valer la pena. 

 Enzo no necesitó decir ninguna palabra más, con una frase y un silencio entendieron todo.  Hablaron hasta tarde, comieron, rieron y terminaron durmiendo juntos. Al otro día, por primera vez, despertaron uno al lado del otro. Quizás sería la primera de muchas veces...


Amapola | Enzo PérezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora