undici

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harry por mucho tiempo estuvo perdido, este sentimiento lo describía como tener frío.

todo esto hasta que llegó su rayito de sol, louis era ese rayito de sol, el que podía apreciar por horas y esperaba nunca dejar de tener a su lado.

justo en este momento se encontraban caminando, tomados de la mano y viendo los diversos puestos en la plaza central del pueblo.

el invierno llegó con lluvia y un pronóstico de nieve dentro de unos días, esto en el pueblo significaba que las ventas en la cafetería de louis aumentaban, las clases se cancelaban y los pesqueros se preparaban.

el alimento estaba resguardado, los refugios tenían mantas —unas cuantas donadas por louis, que él mismo tejió— y que cada 20 de diciembre el omega llevaba chocolate caliente y pastel de zanahoria.

—está haciendo un frío del infierno, ¿qué hacemos comprando cosas al exterior? —harry acercó la mano de louis a su boca y la calentó con su aliento.

el omega rió.

tenía suéter esponjoso puesto y arriba de este una chamarra, esto lo mantenía calientito, pero además, harry lo había forzado a ponerse un conjunto de guantes y gorro.

—es tradición del pueblo, cada año al comienzo de invierno montan puestos de comida, ropa o cualquier cosa, créeme los mejores pasteles los encuentras en estas ferias.

—mentira, tú haces los mejores pasteles.

louis rió.

siguieron caminando con un harry abrazando a louis para mantenerlo cálido y un louis queriendo que harry pruebe todos los pasteles que veían.

—¿dónde quieres pasar el invierno, hazzy?

harry vio curioso a louis, tenía un pastel de chocolate entero en su boca, la comisura de sus labios estaban llenas de betún de chocolate oscuro.

—¿p-puedo pasarlo contigo? —louis asintió y un sonrojo llegó a sus mejillas.

—dentro de unas semanas será mi...—louis respiro hondo. —celo, y quisiera que estemos j-juntos, si es que tú quieres.

harry tragó el pastel de chocolate en su boca y asintió frenéticamente.

—s-si, estoy encantado con esto. acepto, yo acepto a esto y...—louis rió y tomó las mejillas de harry.

—ya entendí, hazzy. —dejó un beso en su mejilla y con uno de sus dedos limpio el betún en el contorno de los labios de harry, después metió su dedito a su boca y probó el betún.

—delicioso.

harry sentía que iba a morir en ese momento.


harry acomodaba sus cosas fuera de su maleta en los cajones de louis.

la casa era cálida, con la chimenea de la sala encendida, un tocadiscos con música tranquila y louis horneando galletas en la cocina.

harry repasó con la mirada la habitación, viendo la gran cantidad de libros en los estantes, otros en lugares aleatorios de la casa.

—¿haz leído todos los libros que tienes, cerecita? —llegó harry a la cocina y robó un poco de mezcla del tazón, louis le dio una palmadita para que no hiciera eso.

—no exactamente, unos cuantos los empezaba y nunca los terminaba, pero la mayoría los devoraba en días.

—lees demasiado, cerecita.

louis rió.

—mi padre era un editor de libros, por lo cual cada cumpleaños me regalaba libros. —louis suspiró con nostalgia.

l'oceano e le torteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora