𝙏𝙧𝙖𝙜𝙞𝙘𝙤𝙢𝙚𝙙𝙮 II Tokyo Revengers [BORRADOR]

I Love You

Primero que nada le doy las gracias a mi editora _Monmoretci, tu apoyo y tus ánimos benefician para el capítulo, bsos en la cola uwu

<3

¿Qué fue lo que pasó?

¿Cómo llegaron a esto?

¿Por qué pasó?

Preguntas que Manjiro aseguraba que los demás le harían sin parar apenas enterándose. Por eso no quería salir de aquel cuarto de baño.

El rubio mordía sus dedos de preocupación, y temblaba por el frío que le calaba los huesos.
Las gotas de lluvia que resonaban más y más esa tarde le daba una sensación de que en cualquier momento el cuerpo inerte hundido en la tina se levantaría para sacarle el corazón.

Se dejó caer en la esquina para abrazarse así mismo, no lloraba, pero miraba fijamente a la tina con agua oscura.

Mikey tenía miedo, demasiado miedo.

Juntó la poca valentía que le quedaba para levantarse, su miedo y preocupación se habían robado su energía así que con dificultad daba lentos pasos.

Al llegar a la tina tragó grueso «tragándose la culpa, ¡pobre diablo!» para mirar al joven que él había matado.

Tras la transparencia de la sangre diluida en agua fría «habían flores de loto formadas por sangre coagulada en cada borde» se podía apreciar la imagen post mortem de un niño pelinegro.

«Esa piel de porcelana blanca, esos labios morados y agrietados, oh, esos ojos.. »

Sano había sido testigo de varias muertes a lo largo de su vida, pero esta era la primera vez que veía el rostro de ella tan de cerca. Se quedó unos minutos hipnotizado, viendo como varios hilos de sangre pura se elevaban de su cuello hasta la superficie.

A él en especial le encantaron sus ojos.

Ojos, así como las mismas ventanas del alma, ¿Quieren saber cómo fueron? Bueno, ellas denotaban tristeza.

Ahí Manjiro se había dado cuenta de que Hoku aún no había superado la muerte de Yuzuha.

Y eso le quebraba, a pesar de haberlo matado.

Quería desahogarse, tenía muchas ganas de llorar. Así que se levantó del frío azulejo y abandonó el cuerpo en ese baño, con la mirada perdida salió del silencioso departamento, al dejar de respirar el aire denso por fin, sacó su teléfono para marcarle a Takemicchi.

El tono sonó por unos segundos.

— ¿Mikey? Hey ¿qué pasa?

La buena vibra que emanaba la voz por el teléfono le relajó su mandíbula.