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Sawamura hizo una mueca de displacer mientras Miyuki lo miraba fijamente desde el cristal de su visor. Todavía tenía la pierna en el aire y la mantuvo allí, con una gota de sudor recorriendo su cien.

―¿Es en serio? La pedí aquí no directo al centro ― reprochó Miyuki mientras se ponía de pie sosteniendo la pelota en su guante. Sawamura hizo un puchero mientras también volvía a su posición habitual, extendiendo su brazo para atrapar la pelota que fue lanzada en su dirección. ―Realmente necesitas mejorar tu control antes de que pueda enseñarte a hacer apropiadamente un cuter.

―¡Puedo hacerlo yo por mi cuenta! ― insistió Sawamura. ―¡Otra vez!

―Haz dicho eso las últimas quince veces ― comentó Miyuki, pero de todas maneras se agachó y puso su guante en posición. Un suspiro de exasperación se escapó de sus labios. ―De acuerdo. Inténtalo de nuevo. Enséñame qué es lo que tienes.

Sawamura exhaló y se preparó para realizar otro lanzamiento.

Habían pasado algunas semanas y a pesar de que seguía haciendo calor, no se quedaría así por siempre. Él quería lanzar con Miyuki tanto como pudiera. No se había dado cuenta de lo mucho que había extrañado jugar béisbol en su tiempo libre hasta que había estado demasiado ocupado como para pensar al respecto.

Eso, y que no tenía amigos que fueran catchers. Bueno, no llamaría a Miyuki un... amigo por decir así, sólo era un colaborador que por azares del destino era un cátcher. Cierto. Sólo era eso.

Habían estado practicando béisbol juntos en el campo por las noches ahora desde hace varias semanas. No era una actividad que se hiciera a menudo con el grupo: no, sólo eran ellos dos. Sawamura quería a Miyuki todo para él mismo puesto que quería convertirse en un mejor pitcher. No intentaba convertirse en profesional ni nada por el estilo, pero el ser el mejor pitcher entre sus amigos engrandecía su ego lo suficiente. Quería presumir cuando el tiempo llegara, y Miyuki era un catcher que tenía un horario similar al de Sawamura. Era su suerte encontrar a un cátcher como Miyuki, aunque fuera un imbécil (y algunas veces se negara a ayudar a Sawamura con sus lanzamientos).

Sawamura movió su brazo hacia atrás después de exhalar y lanzó, concentrándose especialmente en la forma en la cual sostenía la pelota. Reunió toda su fuerza, estando determinado en hacer su lanzamiento más rápido que le hubiese hecho a Miyuki. En el proceso, dio un paso adelante un poco más hacia el lado, un movimiento que pensó por un horrible momento, que era un error. Rechinó sus dientes y liberó la pelota, puesto que su impulso no podía ser detenido. Pero entonces, el movimiento repentinamente ocasionó que una chispa de sorpresa golpeara su corazón. La pelota se deslizó hacia Miyuki, y mientras volaba por encima de la base, desvió marcadamente su trayectoria hacia un lado y aterrizó justo en la palma del guante de Miyuki.

No había sido ninguna ilusión óptica. ¡La pelota realmente se había movido de esa forma, como si alguien la hubiese redireccionado a mitad del aire!

Sawamura se mantuvo de pie allí, congelado en su lugar y sorprendido de lo que acababa de pasar. Miyuki parpadeó, mirando su guante, con una sonrisa esparciéndose lentamente en sus labios antes de que alzara sus ojos para ver a Sawamura. ―Buen lanzamiento.

Ese elogio lanzó un escalofrío de júbilo desde el cuello de Sawamura hasta su espina dorsal, dirigiéndose por todo el trayecto hasta los dedos de sus pies. Él sonrió de oreja a oreja mientras todo hacía sentido. Un paso cruzado más el tipo de agarre para la pelota... ¡esa era la clave para una recta cortada!

―¡¿Qué tal estuvo esa, Miyuki Kazuya?! ¡¿Estás impresionado con el increíble poder de lanzamiento del grandioso Sawamura Eijun?! ― gritó Sawamura, sus ojos brillando con entusiasmo y orgullo. Inclinó su cabeza hacia atrás y gritó a los cielos. ―¡Oshi, oshi, oshi!

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