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—¿Por qué faltaste? –Seungmin lo había acorralado en las escaleras que iban rumbo a la terraza, su lugar favorito para esconderse de los abusivos y perderse mirando el cielo, creando formas en las nubes, imaginando que todo estaba bien y que no es...

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—¿Por qué faltaste? –Seungmin lo había acorralado en las escaleras que iban rumbo a la terraza, su lugar favorito para esconderse de los abusivos y perderse mirando el cielo, creando formas en las nubes, imaginando que todo estaba bien y que no estaba siendo acosado y amenazado a muerte.

El agarre del castaño era firme en su brazo, clavando sus uñas, dejando marcas rojas en su pálida piel.

—Y-yo estaba enfermo –mintió, esperando convencer al menor quien lo empujó al suelo.

—Dime la verdad –gruñó– ¿Y qué te pasó allí? –señaló el profundo corte en su mejilla.

Hace dos días había sido atacado, salir de noche fue una acción descuidada conociendo su situación pero quería caminar, reflexionar, pensar. No esperaba que unas manos lo agarrasen, su boca cubierta por una pequeña mano enguantada que callaba sus gritos junto al cuchillo que se aproximaba, cerca de su ojos, apenas unos centímetros de distancia.

"Alejate de Jisung, ¿entendido? No pienso darte otra oportunidad" le había susurrado esa profunda y terrorífica voz, clavando el cuchillo y extendiéndolo hasta su pómulo, su grito siendo ahogado y cayendo al suelo sangrando.

No fue al hospital para evitar las preguntas, sólo corrió a casa cuando el desconocido lo soltó, desinfectando la herida por cuenta propia.

—Contesta –lo tomó del cabello, alzando su rostro.

—¿Por qué quieres saberlo? –se arrepintió de su pregunta tras recibir un fuerte golpe, podía sentir la sangre marcar el recorrido por su mejilla y ver las gotas caer hasta el suelo.

La herida se había abierto y los nudillos de Seungmin tenían pequeñas manchas.

Vio por un momento sus ojos, no comprendiendo que había allí.

—Eres una pequeña mierda, una piedra en mi zapato tan molesta –lo soltó, pateando a un lado suyo.

—¿P-por qué estas tan furioso? –sollozó, los golpes dolían pero mas doloroso era ver como su amistad se había quebrantado en esto–. E-eramos amigos.

—Callate –una patada–. Olvidate de esos días, siempre me arrepentiré de haber estado con una escoria como tú –le ofreció una mirada tan llena de odio que dolió y quebró aún más su debil corazón–. Me das asco.

Se marchó y Chan rompió en llanto, ya no aguantaba esto, ya no podía seguir siendo fuerte, se repetía todos los días que todo pronto iba a mejorar pero nada lo hacía, nada mejoraba, ¡todo seguía siendo la misma mierda de siempre!

Seguían los abusos, los golpes, los insultos, nada cambiaba.

A veces solo desearía tener el suficiente valor de pararse en el borde de un edificio y dar un paso al frente, caer hacia el vacío, cerrar sus ojos y esperar ser abrazo por la muerte quien le traería la paz que estaba buscando.

Sweet Bite || JilixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora