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La música se reproducía a todo volumen, golpeando con fuerza entre las paredes del salón al igual que sus pasos chocando contra la madera, el ruido obstruyendo el sonido de sus propios pensamientos

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La música se reproducía a todo volumen, golpeando con fuerza entre las paredes del salón al igual que sus pasos chocando contra la madera, el ruido obstruyendo el sonido de sus propios pensamientos. Su respiración agitada, jadeando, apenas llegando el suficiente aire a sus pulmones que pedían una pausa al igual que sus exhaustos pies, los cuales dolían y suplicaban que los liberase del encarcelamiento de sus converse negras.

Gotas de sudor resbalaban por su piel, acumulandose en la punta de su cabello un tanto desteñido y desarreglado, las raíces marrones comenzando a extenderse y opacar el color anaranjado. Sus ojos intentaban enfocarse en su reflejo, en cada brusco moviento, notando si sus pasos eran correctos o no, era difícil concentrarse cuando tu cabeza estaba perdida en otro lado, con sentimientos chocando y peleando entre si, provocando que el nudo en su garganta creciese y lo ahogase.

Estaba solo en el club, todos los demás miembros se habían ido, había pasado ya probablemente una hora desde que terminó su horario pero aún seguía aquí, repitiendo los pasos una y otra vez hasta que fuese perfecto, hasta que se volviesen naturales y dejasen de ser tan rígidos. Había cometido tantos errores hoy durante el ensayo y el resto de miembros estaban preocupados debido a esto, no solía verse a Minho tan perdido. Varios se habían acercado a preguntar y el mayor tan solo los apartó diciendo que estaba bien cuando nada estaba realmente bien, cuando todo solo estaba empeorando, estaba balanceándose en una cuerda floja al borde del abismo y en cualquier momento caería. Se negó a la petición de que tomase un descanso si lo necesitaba, se negó a parar incluso si sus piernas se lo estaba suplicando, temblando y apenas soportando su propio peso. Pero Minho no podía parar porque esta era la única forma que tenía para ignorar lo sucedido, era la única forma de afrontar las cosas, su propia manera de desahogarse, de ignorar las constantes imágenes que llegaban a su cabeza al cerrar los ojos y las pesadillas que lo atacan todas las noches.

Simplemente no puede aún aceptar el hecho de que Changbin está muerto, que tuvo que asistir a su funeral, que no sabían quien era el culpable del asesinato y que quizás pudo haber sido un robo o alguna disputa que terminó mal conociendo los constantes problemas en que se metía el azabache.

Había tantas emociones chocando entre si, la molestia, la culpa, la tristeza convirtiéndose en pura rabia, en el deseo de encontrar al culpable y hacer justicia con sus propias manos si es necesario, necesitaba hacer pagar a quien le arrebato a su amigo, quien acabó con lo poco que tenían.

Cada que sus ojos se cierran en fuertes pestañeos aún puede ver la imagen de Jisung derrumbándose a su lado, negando profundamente mientras suplicaba que fuese una mentira, una cruel broma, que Changbin algún día aparecería y todo volvería a ser como antes, su amistad se recuperaría. Aún puede ver esos ojos llenos de suplica y desesperación.

Su visión se humedecía, las lágrimas acumulándose, sus oídos aún podían escuchar la voz rota de su amigo, los fuertes sollozos y los gritos que se unían a los de una madre a la que le habían quitado a su hijo.

Sweet Bite || JilixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora